Ilustración 12. Aumento del factor de error de conducción en larga concentración sin placebo y con dextrosa (según Keul et al, 1988, pág. 3).
En la ilustración 12 puede verse que la falta de azúcar (debido a tener pocas reservas de azúcar en la sangre después de grandes esfuerzos) aumenta de forma significativa el número de errores cognitivos.
Consecuencias para el entrenamiento
En el fútbol, una mala concentración o una mala condición física tienen múltiples efectos negativos sobre el rendimiento del jugador:
1.Disminución del rendimiento técnico-táctico:
La perfección técnica durante 90 minutos o más sólo será posible cuando el jugador sea prácticamente «incansable» y no muestre ningún tipo de problema de concentración ni de atención durante todo el partido. La realización de determinadas jugadas tácticas es múltiple y sólo será posible hacerlo de la forma deseada cuando exista la base de condición física correspondiente (ver Vogelaere/Belagvé/Martínez, 1985, pág. 103). ¿Cómo debería realizarse la orden «pressing» cuando el jugador al cabo de poco tiempo ya está «amargado»? Una situación que comporte agresión, por ejemplo, un empate a 1, requiere que el futbolista tenga un rendimiento superior al del contrario. Esto sólo puede darse si la condición física del jugador está suficientemente bien desarrollada (ver Zeed, 1989, pág. 26).
Ilustración 13. Concentración de lactato en la sangre de dos equipos de fútbol (sin portero) al dar la orden «marcar» (según Gerisch/ Rutemóller/Weber 1988, 65). EESD = Estudiantes de escuelas superiores alemanas de deportes. PF = profesor de fútbol.
Desde el punto de vista táctico, aparte del aspecto de la condición física, también debe tenerse en cuenta la parte psíquica y cognitiva. Las investigaciones de Liesen (1983, pág. 23 y 1985, pág. 16) muestran que en aquellos jugadores que tienen una condición física pobre, que pronto están cansados, con valores de lactato entre 6-8 mmol/1 ya empiezan los errores tácticos.
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que los jugadores con un rendimiento bajo efectúan «automáticamente» sólo carreras cortas durante el juego y dosifican su actividad para no cansarse; por lo tanto, se comportan tácticamente de modo diferente a otros jugadores con una mejor condición física: hacen prevalecer el ahorro de energía, juegan de forma más «inteligente» y reparten mejor sus actividades durante el juego (economización de la intensidad de la carrera) (ver Gerisch/Rutemóller/Weber, 1988, pág. 64).
La ilustración 13 muestra que los jugadores veteranos llevan a cabo su juego con menos gasto y menos intensidad -seguramente a causa de los valores superiores de lactato durante las dos mitades del juego- que los jugadores más jóvenes. No debe sorprendemos, por lo tanto, que en el mismo equipo se encuentren diferencias importantes en las concentraciones de lactato en la sangre de los diferentes jugadores. Según el tiempo que hayan jugado, su estado físico y el tipo de jugador, aparecerán valores muy altos o muy bajos de lactato (tabla 2).
Tabla 2. Concentración de lactato en la sangre de diferentes jugadores que tienen diferentes tareas tácticas (según Gerisch/Rutemoller/Weber, 1986, pág. 64).
2.Aumento de los riesgos de lesión o aumento del número de faltas:
La ya muy citada «mala suerte de la lesión» cuando no se consiguen objetivos individuales o cuando el equipo no logra una buena situación en la competición tiene su origen muchas veces en la falta de capacidad de resistencia al cansancio o a una poca desarrollada capacidad de resistencia, es decir, se trata más de un déficit que de una situación de mala suerte (ver Holsch, 1989, pág. 27).
Karlsson/Eriksson et al. (en Lacour/Chatard, 1984, pág. 125) demostraron que los jugadores que tenían menos reservas de glucógeno se lesionaban más a menudo, otra indicación de la importancia de una resistencia básica suficientemente desarrollada o de los peligros de un sobreentrenamiento con reducción de las reservas de glucógeno.
Las faltas, como orígenes potenciales de las lesiones, aumentan también al empeorar la condición física. La valoración de los partidos de la copa de Europa y de la copa del mundo de 1988 y 1990 hecha por Gerisch/Rei- chelt (1991, pág. 51) parece demostrarlo.
3.Aumento de los éxitos en portería debido a la disminución de la atención de los jugadores de la defensa:
Tal como se desprende de las investigaciones de Morris (1981, pág. 101), Piekarski (1987, pág. 37) y Loy (1990, pág. 26), al aumentar el tiempo de juego y al disminuir la capacidad de resistencia, aumentan los goles (ilustración 14,15 y 16). La ilustración 15 muestra el ratio de tiros a portería y el momento en que se han hecho los mismos y se han marcado goles durante el campeonato del mundo de 1990. Una posible razón para el significativo aumento de goles en la segunda mitad del juego puede ser el incremento del cansancio juntamente con una disminución de la capacidad de concentración y por tanto un aumento de los errores técnico-tácticos. Tal como muestran las ilustraciones 17a y b, parece que -a pesar de seguir la misma tendencia- existen diferencias entre los jugadores profesionales y los amateurs. Gerisch/Tritschoks (1985, pág. 48) comprobaron que los futbolistas profesionales en comparación con los amateurs tienen una mayor disponibilidad para compensar el cansancio: son capaces de solucionar sus problemas de resistencia de forma más económica, lo que juntamente con otros factores comporta un tipo de juego más efectivo. La mayor capacidad de regeneración comporta que en la fase final de la competición haya un mejor comportamiento táctico y también un mejor rendimiento.
Ilustración 14. Frecuencia de goles marcados en el transcurso de la duración del partido a intervalos de 15 minutos. Las cifras se basan en registros de 900 tiros a portería durante partidos de liga y de copa (según Morris, 1981, pág. 101).
Ilustración 15. Momentos de tiros a portería o goles durante el campeonato del mundo de fútbol 1990 (según Loy, 1990, pág. 26).
Mientras que en la liga alemana el 43,1 % de los goles se consiguieron en la primera mitad del juego y el 56,9 % en la segunda mitad, en la liga amateur la relación es de 39,04 : 60,96 % (ver Piekarski, 1987, pág. 37). Si se compara la ilustración 17 a y b con la representación de la ilustración 16, puede notarse que en el minuto 35 o 45 se registra la mayor probabilidad de goles mientras que en el minuto 75 se registra el mínimo. Como