–Sí, a mí me dicen lo mismo. ¿Ethan te ha dicho que deberíamos intentarlo de nuevo?
–Me ha dicho eso y muchas cosas más –la miró a los ojos al admitir–: Me encantaría saber cuál es el camino correcto, Em, te lo digo de verdad. Desde el mismo momento en que te fuiste del pueblo, me propuse no mirar atrás. Entonces apareció Jenny, y con ella y con B.J. me resultó más fácil mirar hacia delante. Ahora ella ya no está, y tú has vuelto.
–¿Y crees que arriesgarte a confiar en mí de nuevo sería como dar un paso atrás?
–Sí. A lo mejor no es justo, pero así es.
–Si eso es lo que crees, ¿qué haces aquí? En serio, ni siquiera Ethan podría convencerte de que hicieras algo que no te convence.
Él se encogió de hombros. Se le veía desconcertado de verdad, y sorprendentemente vulnerable.
–Soy incapaz de mantenerme alejado de ti –admitió al fin con cierta renuencia–. Al parecer, sigues estando en mi sangre, y sé que me arrepentiré si no aprovecho esta oportunidad para ver si aún queda algo entre nosotros. Algo real, no meros recuerdos y algunas fantasías.
A pesar de todo lo positivo que había en su respuesta, Emily solo fue capaz de oír las dudas que subyacían bajo aquellas palabras.
–No pareces muy contento con tu decisión.
–No lo estoy –admitió él, con una pequeña sonrisa–. Siempre he pensado que no tengo que repetir mis errores, sino aprender de ellos.
Aunque tendría que haberse sentido ofendida al oírle decir aquello, ella le entendió y se preguntó si estarían cometiendo un doloroso error al intentar reavivar lo que habían tenido en el pasado.
–Quizás sería buena idea ir poco a poco, día a día –le propuso, en un intento de encontrar aquel punto medio que había mencionado Gabi–. Sin presiones, sin grandes expectativas.
–Pero la presión está ahí, lo queramos o no. Tú misma me has dicho antes que piensas marcharte dentro de poco, y de repente me siento como si tuviéramos que solucionar esto a toda prisa. Sería gracioso si no fuera tan trágico –admitió con tristeza–. Enamorarme de ti en aquel entonces fue facilísimo, en ningún momento tuve que replanteármelo. Fue algo natural, como los latidos de mi corazón o respirar.
–¿Y ahora?
–Dímelo tú. ¿Crees que hay algo que sea fácil en esta situación? Yo veo complicaciones por todas partes, incluso más que la última vez. Ahora los dos tenemos una profesión, una vida. Por no hablar de mis exsuegros, que están al acecho por si meto la pata.
–¿Qué quieres decir?
–A los padres de Jenny, sobre todo a su madre, les encantaría tener una excusa para poder quitarme la custodia de B.J., y yo estoy haciendo todo lo posible por evitarlo. Ya sé que Jodie no ganaría en caso de que me llevara a juicio, pero puede convertir en un infierno mi vida y la de mi hijo.
–¿De verdad la crees capaz de ser tan vengativa? –le preguntó, consternada. Le parecía inconcebible que alguien pudiera amenazar de esa manera a un padre.
–Prefiero no ponerla a prueba.
–En ese caso, lo más sensato es ir con cautela, sería una tontería enfadarla sin motivo alguno. Y también tenemos que tener en cuenta a B.J., él es la prioridad en este caso. Si tú y yo nos damos una segunda oportunidad y él acaba sufriendo porque las cosas no salen bien, no serás el único que sufra por él, a mí también me destrozaría saber que le hemos hecho daño.
–¿Y qué demonios se supone que tenemos que hacer, Em?, ¿nos rendimos sin más? –le preguntó él con frustración.
Emily sabía que ese sería el camino fácil y seguro, pero ¿era lo que ella quería? Contempló a aquel hombre que había sido su mundo entero años atrás, hasta que sus horizontes se habían ampliado. Después de todo aquel tiempo, volvía a tenerlo frente a ella, dispuesto a volver a arriesgar su corazón. La cuestión era si sus horizontes habían alcanzado una etapa más inclusiva, una en la que tuvieran cabida el amor, el matrimonio y la familia, o si al final iba a acabar por decepcionarle de nuevo. ¿Era una loca por plantearse siquiera la posibilidad de empezar de cero? A lo mejor el loco era él por arriesgarse a que ella volviera a romperle el corazón, sobre todo si lo de la custodia de B.J. era un problema real.
Por desgracia, la única forma de averiguar la respuesta a todas esas cuestiones era dar el paso y arriesgarse. La vida estaba llena de riesgos y, aunque evitarlos fuera lo más cómodo, eso no era vivir de verdad.
Se puso de pie y dio un paso hacia él, pero vaciló y le indicó con un gesto el espacio libre que quedaba junto a él en el balancín.
–¿Puedo sentarme?
Él soltó una carcajada al verla tan insegura, y le preguntó en tono de broma:
–¿Tienes miedo de que intente propasarme?
–No, de que no lo hagas –admitió, antes de sentarse a su lado.
Suspiró de placer cuando él le pasó un brazo por los hombros, la sensación era tal y como la recordaba. Estaba otra vez en casa de su abuela y había vuelto a integrarse en aquella comunidad, pero estar sentada junto a él con su brazo alrededor de los hombros fue lo que hizo que sintiera en lo más hondo que había vuelto a su hogar. Boone seguía teniendo el aroma a cítrico de la misma loción de siempre, seguía siendo una presencia sólida que la hacía sentir a salvo y protegida.
Deseó con todas sus fuerzas que la besara, pero con un beso de verdad, uno de esos que siempre habían sido el preludio de muchas cosas más. Se volvió a mirarlo, pero él le puso un dedo sobre los labios y murmuró, con un brillo de diversión en la mirada:
–No sería la solución adecuada.
Emily se sintió decepcionada, pero el deseo contenido que vio en sus ojos hizo que no se sintiera rechazada; aun así, no intentó ocultar lo frustrada que se sentía.
–¿Estás seguro? Podríamos salir a dar una vuelta con el coche y aparcar en algún lugar apartado y oscuro, como hacíamos antes.
–No estoy seguro de casi nada, pero esto lo tengo muy claro. Hacer el amor contigo sería fácil y memorable, como siempre, pero no va a solucionar nada.
–Entonces ¿qué hacemos?
–Dar tiempo al tiempo, darnos una segunda oportunidad y ver qué es lo que pasa.
Parecía muy razonable y sensato… salvo por un pequeño detalle.
–Voy a marcharme, Boone. Puedo esperar uno o dos días más, pero al final tendré que irme. ¿Qué pasará cuando llegue ese momento?
Él le sostuvo la mirada durante unos segundos, y suspiró antes de contestar:
–Supongo que, si vamos a intentarlo de verdad, será mejor que contratemos alguna oferta de esas de llamadas y uso de datos sin límites. Puede que las compañías aéreas nos den algún descuento por volar con frecuencia.
Ella se quedó sorprendida. Sabía que, años atrás, ni él habría hecho esa propuesta ni ella la habría aceptado. En aquel entonces era muy testaruda, y había pensado que lo mejor era una ruptura total.
–¿Te ves capaz de vivir así?, ¿crees que podríamos tener una relación a distancia?
–Como parece ser que no puedo vivir sin ti… sí, estoy dispuesto a intentarlo. ¿Y tú?
Emily respiró hondo antes de asentir.
–Sí, estoy dispuesta a hacerlo.
–Y estamos de acuerdo en que vamos a esforzarnos al máximo, ¿no? Nada de buscar excusas para echarse para atrás.
–Por supuesto.