Plan B. Jana Aston. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jana Aston
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417972295
Скачать книгу
lo bastante alto como para que lo escuche.

      —¿El qué? —pregunto distraída mientras mis ojos se adaptan a esta luz más tenue.

      —Casarse.

      —Miedo al compromiso, ¿eh? —añado sin pensar mientras miro bien la sala en la que acabamos de entrar. Trato de memorizar la distribución, y, para ser sincera, las salidas. Este sitio es enorme y está decorado con más gusto que cualquier evento al que haya asistido. Creo que solo en flores se habrán gastado más que muchas bodas al ver lo elaborados que son los arreglos que hay en toda la sala. Parece que estamos en la recepción de un cóctel. Los camareros llevan aperitivos y bebidas. Hay una barra larguísima a la derecha y hasta cinco camareros uniformados que trabajan sin parar. A juzgar por la pared de licores que tienen detrás y las bebidas que sirven en la barra, diría que tienen de todo. Busco a Kyle con la mirada, pero no hay rastro de él.

      —Por eso estás aquí, ¿no? —me pregunta Wyatt mientras me evalúa con la mirada. Está empezando a incomodarme—. ¿Cuánto te paga?

      Vale, eso no me lo esperaba. Piensa que soy una señorita de compañía. Soy consciente de que era mucho pedir que creyera que era la prometida de Kyle y que, gracias a eso, he entrado, pero sinceramente me molesta que insinúe que soy una señorita de compañía, así de claro.

      —¿Perdona?

      Retrocedo un paso con los ojos entrecerrados. Aparta la mano de mi espalda, aunque solo para dejarla cerca de mi culo. Entonces sonríe con suficiencia y se guarda la mano en el bolsillo. Me da otro repaso de arriba abajo, tranquilo. Como si tuviera todo el derecho del mundo a hacerlo. Como si esto fuera un juego para él.

      —¿Dónde te encontró?

      —No sé si es de tu incumbencia, pero nos conocimos en Boston.

      «En la acera, pero no porque fuera puta», añado para mis adentros.

      —Así que Boston, ¿eh? Es verdad, hizo un viaje. ¿Cuándo…? —Wyatt hace una pausa como para hacer memoria—. ¿Hace dos meses? —Alza las cejas de forma sugerente—. ¡Pues sí que os habéis prometido rápido!

      —¿Qué quieres? Si está loco por mí.

      Vuelvo a buscar a Kyle para salir de aquí antes de que la noche empeore.

      Wyatt sonríe con suficiencia. Estoy casi segura de que no me cae bien. Se fija en mi mano y vuelve a mirarme a los ojos.

      —¿Y el anillo?

      —Me lo están ajustando. —Imito su gesto. Ya sé por qué no me cae bien. Wyatt es como los tíos con los que salía antes. Un imbécil—. Encantada de conocerte, Wyatt, pero voy a ver si encuentro a mi prometido.

      Hago el ademán de alejarme, pero él, más rápido, me pone una mano en la espalda.

      —No tan deprisa. Te acompaño. Te ayudaré a orientarte por aquí y, en vista de que Kyle no se ha molestado, te presentaré yo a la familia.

      —Lo nuestro ha sido una historia de amor a distancia —digo entre dientes. Este tío está acabando con mi paciencia, así que, en un nuevo intento por librarme de él, añado—: Y creo que sería mejor que me presentara Kyle.

      Pasa un camarero y Wyatt toma dos copas de champán. Hace caso omiso de mis intentos por quitármelo de encima y me pone una en la mano. Choca el borde de la suya con la mía a modo de brindis, me dice «bienvenida a la familia» en broma y le da un trago.

      Miro la copa que tengo en la mano y busco dónde dejarla… sin éxito. Pues nada, ya la sujeto yo. Suspiro, exasperada.

      —¿No bebes en horas de trabajo? Va, que no me chivo. —Wyatt me guiña un ojo. Mira a mi espalda y hace un gesto con la cabeza a alguien—. Eh, Kerrigan. ¿Te has enterado ya del notición? Tu hermano se ha prometido. Deja que te presente a tu futura cuñada. ¡Daisy!

      Hago todo lo que puedo para no refunfuñar. Esto se me ha ido de las manos. ¿Su hermana? ¿En serio? Me giro, dispuesta a sonreír y asentir para huir de aquí, cuando alguien me abraza muy fuerte. Me quedo inmóvil. No sé muy bien qué pasa; solo sé que la hermana de Kyle está muy emocionada con este paripé.

      Mierda.

      —¡Kyle me ha dicho que tenía que contarme una cosa! —exclama y aplaude, contenta. Es una alegría sincera, lo noto enseguida. No hay falsedad en esta chica. Rebosa inocencia e ilusión. Después me fijo en que es joven. Podría ir a la universidad; a primero o segundo, como mucho. Es guapísima. Tiene el pelo largo y oscuro, lleva un vestido claro de gasa que no habrá comprado en las rebajas y tiene unos ojos azules y grandes—. Entonces, Margo me ha dicho que habías entrado con Wyatt y he pensado que me estaba tomando el pelo, pero… —Deja la frase a medias—. ¡Aquí estás!

      —Aquí estoy —confirmo con mucho menos entusiasmo que ella. Es como ser testigo del descarrilamiento de un tren o de los bulos que corren por internet. Solo que yo soy la maquinista y el bulo, lo que es mucho peor.

      Es oficial: soy la peor persona del mundo.

      Kerrigan es adorable, joven y está muy ilusionada. No tendría que estar metida en esto.

      Pasa otro camarero con champán y, antes de que pueda preguntarle si me haría el favor de llevarse mi copa, Kerrigan ha tomado una y el camarero se ha ido. Que conste que involucrarla ha sido un accidente, aunque de los gordos. Yo nunca la habría metido en esto a propósito. Qué caos. No es para nada como había planeado.

      —¡Salud! —Sonríe y choca su copa con la mía.

      —¿Tienes edad para beber? —le pregunto antes de que dé un sorbo siquiera.

      —Jopé —refunfuña. Baja la copa con el ceño fruncido—. Te pareces a Kyle.

      Wyatt se ríe por lo bajo y murmura que Kyle debería pagarme más por hacer de niñera o algo así, por lo que no me doy cuenta de que Kerrigan me pone su copa en la mano para ir a buscar unos entremeses. Me ofrece uno, pero ya no sujeto una copa de champán, sino dos. Además, sea lo que sea huele fatal.

      —No, gracias.

      Retrocedo y vuelvo a buscar una vía de escape tanto para el olor como para el lío en el que me he metido.

      —¡A Kyle tampoco le gusta el cangrejo! —exclama Kerrigan como si el hecho de que no nos gusten los aperitivos apestosos nos convirtiera en la pareja perfecta—. Por cierto, ¿dónde está? Normalmente hace de un grano una montaña de arena y es muy sobreprotector. No puedo creer que te haya dejado sola.

      —Posesivo y agobiante es la descripción que he oído yo… —puntualiza Wyatt.

      —Wyatt, no empieces —lo regaña Kerrigan.

      Creo que me estoy perdiendo algo. Cotilleos.

      —No te preocupes, yo cuidaré de ella hasta que venga Kyle.

      Wyatt se acerca a mí como si fuera mi protector o similar, pero hace que me sienta de todo menos protegida. Tengo la sensación de estar aprisionada y un poco indefensa al no poder usar las manos. El cuello se me está poniendo rojo. Busco un lugar para dejar las copas de champán mientras Wyatt y Kerrigan discuten. Doy un paso atrás y choco con alguien. Mientras me giro para disculparme, esa persona habla.

      —Puedo cuidar de ella yo solito, gracias.

      Conozco esa voz.

      Han pasado diez semanas, pero no la he olvidado. Ronca y un poquito áspera. Ahora no transmite ninguna emoción y desprende seriedad. Sin embargo, mi cuerpo reacciona a ella por instinto, como la memoria muscular. Se me acelera el pulso y, pese a todo, la guarra de mi libido reacciona como si no llevara dentro al hijo de este hombre y deseara poner en práctica todas las formas posibles para que eso pasara.

      —Kyle —pronuncio en una exhalación, como si hubiera contenido el aliento durante toda la noche. Siento que llevo así semanas. Desde la última vez que lo vi. Desde que me enteré de que estaba embarazada. Desde que contactar con él resultó casi imposible. El alivio