Plan B. Jana Aston. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jana Aston
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417972295
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ante un enfrentamiento. Aunque bueno, nunca he estado en una situación como esta, así que creo que debería cortarme un poco. Respiro hondo y camino al centro de convenciones que hay junto al hotel.

      Sonrío. Para cuando salgo del ascensor y cruzo la pasarela de cristal que conecta el Marriott con el centro de convenciones, las náuseas ya han quedado atrás y los nervios están bajo control, pero no dura demasiado.

      Mierda. Joder. Mierda.

      Están registrando a los invitados en la entrada.

      Y hay guardias a cada lado de la puerta.

      ¿Quién, aparte de mí, querría colarse?

      En serio, ¿quién? No me dan ni un respiro. Tiene que ser una broma. Exhalo y tomo una decisión al instante: voy a fingir. Es mi mejor opción. Mi única opción. Además, es menos probable que duden de alguien si lo ven seguro. De verdad. Si actúas con confianza, la gente da por hecho que sabes lo que haces.

      Lo tengo. Diré que estoy con Kyle y entraré sin problemas. No suelo actuar tan a lo loco, pero estoy desesperada. Desesperada por encontrar a Kyle y acabar con esto de una vez. Así pues, me dirijo sin vacilar a la mesa que han colocado justo en la puerta que da a la sala de baile. Hay tres mujeres que registran a los invitados y dos guardias de seguridad a ambos lados de la puerta. Estos últimos parecen actores que han colocado ahí más para aparentar que por proteger a los invitados, pero tampoco intentaré huir.

      A las mujeres se las ve muy comprometidas con el evento. Autorizadas. Estiradas. Pejigueras. De todas formas, ya no puedo dar media vuelta, así que sigo.

      —¿Nombre? —me pregunta una. Aparta la vista de la lista y me mira con aburrimiento. Lleva una placa muy elegante con su nombre grabado. Se llama Margo. Detrás de ella hay una mesa repleta de placas como la suya, lo que significa que no solo tengo que estar en la lista, sino que también debe de haber una placa con mi nombre.

      —Daisy Hayden —respondo, aunque sé que no estoy en la lista. Simulo indiferencia de todos modos.

      Me echa un vistazo rápido y pasa páginas. Me dice que no estoy.

      —Ah, es que soy una acompañante —añado como si el corazón no me fuera a mil por hora debido a los nervios—. Con Kyle Kingston. Es posible que esté con su nombre.

      Sonrío con educación, como si me importara poco dónde está mi nombre, como si fuera a entrar sí o sí.

      —Dices que has venido con Kyle Kingston —repite, y me mira otra vez. En silencio, le ruego al universo que no lo conozca personalmente o, al menos, no lo bastante como para dejarme en evidencia. No tengo ni idea de si estas mujeres trabajan en la sede corporativa de KINGS o si forman parte del personal del evento.

      —Sí —afirmo con todo el desdén del que soy capaz, que ya es mucho decir, porque no llevo en la sangre ser borde, pero es la única forma de conseguir entrar.

      —Kyle no trae acompañante —replica Margo, que me mira con claro interés.

      —¿Estás segura de que no me ha añadido a la lista? Cuando he hablado con él antes, me ha dicho que se aseguraría de que estaba. —Señalo el montón de papeles con la cabeza, frunzo el ceño y digo—: A lo mejor ha enviado un correo.

      —No —contesta sin dejar de mirarme. No se traga lo que le digo.

      —¿No vas a comprobarlo?

      La miro fijamente, molesta porque ni siquiera va a fingir que saca el móvil para buscar algo que no existe. Estoy de los nervios, los niveles de adrenalina decrecen y lo único que me apetece es volver a mi habitación y echarme una siesta. ¿Por qué tiene que ser tan difícil?

      La mujer resopla como si estuviera acabando con su paciencia. Me preocupa que llame a los tíos de seguridad cuando, de pronto, se fija en mi bolso y me mira con unos ojos que solo puedo describir como desafiantes.

      —Ha llegado hace nada. ¿Por qué no lo llamas y le pides que venga a buscarte?

      Cierto. Eso tendría sentido, ¿no? Asiento y saco el móvil del bolso. Me vienen muchas ideas de golpe. Está aquí. Está aquí de verdad. Eso acaba de decir, ¿no? Estoy muy cerca, joder. Solo tengo que inventarme algo para entrar, encontrar a Kyle y acabar con esto. La estirada hace un gesto a la persona que tengo detrás para que pase mientras yo aprieto botones a lo tonto y hago como que llamo. Diría que conoce a la mujer porque, en lugar de preguntarle su nombre, hablan muy emocionadas de su reciente compromiso. Mira el anillo embobada y le pregunta si ya han elegido fecha. La chica sonríe radiante y no deja de mover las manos mientras le dice una y otra vez lo romántica que fue la pedida de mano. Qué asco. Seguro que su prometido no le pide dinero. Pero no estoy celosa, que conste.

      —No contesta —las interrumpo con la esperanza de que se centre en la otra invitada y me deje pasar por la cara—. Lo habrá puesto en silencio sin querer, ya lo conoces.

      —No, la verdad —responde mientras niega con la cabeza y esboza la sonrisa de disculpa más falsa del mundo.

      Nos miramos con gesto desafiante mientras la chica del anillo entra.

      —¿Qué pasa aquí? —pregunta otra de las mujeres que trabajan en el evento. Ha venido hacia nosotras y nos mira con las cejas arqueadas. Su placa indica que se llama Maureen. A juzgar por lo recta que se pone Margo y por cómo le cambia la cara, me da la sensación de que es la jefa.

      —Está con Kyle, pero no está en la lista. Y no tiene invitación —la informa Margo, que se encoge de hombros y añade en un tono que parece indicar que me dedico a ahogar gatitos en mi tiempo libre—: Y no consigue contactar con él.

      Nota mental: «Añadir “Margo” a la lista de nombres que nunca le pondré a mi hijo o hija».

      —¿Estás con Kyle?

      —Soy… —me callo. «No digas “la chica a la que ha dejado embarazada”, no lo digas, no lo digas, no lo digas», me repito una y otra vez en la cabeza. Y en lugar de eso, suelto—: Su prometida.

      Ay, madre.

      Eso es peor. Es mucho, pero mucho peor que «la chica a la que ha dejado embarazada». ¿Por qué lo he dicho? ¿Qué me ha pasado? He perdido la cabeza. Entre la conversación sobre el anillo de compromiso de las otras dos y las hormonas, me he vuelto loca por un momento.

      —¡Que estás prometida con Kyle Kingston! —exclama la estirada, cuyo tono ahora rezuma incredulidad.

      —Sí —contesto, porque, sinceramente, de perdidos al río. Quiero dar la vuelta y echar a correr, pero estoy paralizada. ¿Y ahora qué hago? ¿Reconozco que buscaba el término apropiado y que, de repente, me ha salido la palabra «prometida»?

      A mi lado, alguien se ríe en voz baja. Es una risa masculina y me da la sensación de que está demasiado cerca. Me giro, lista para enfrentarme al entrometido, cuando, para mi sorpresa, veo que sonríe. Con ganas y exhibiendo una dentadura perfecta.

      —Wyatt Kingston —se presenta, y me tiende la mano. Cuando se la estrecho añade—: Primo de tu prometido.

      Me ruborizo por la mentira que acabo de soltar y también por este hombre tan atractivo. Se parece un poco a Kyle en la mandíbula y en la forma de los ojos, pero Wyatt tiene el pelo rubio y el de su primo es de un marrón parecido al mío. Wyatt lo lleva despeinado y el de Kyle ni se alborota debido a lo corto que lo tiene.

      —Daisy Hayden —contesto sin dejar de estrecharle la mano. Muy cercano a Kyle no será si se cree que soy su prometida, pero podré entrar con él.

      —Permíteme que te acompañe —se ofrece con una gran sonrisa mientras me pone una mano en la parte baja de la espalda y me guía hacia la puerta.

      —No tiene entrada —dice Margo a Wyatt mientras lo fulmina con la mirada. Estos dos tienen algo.

      —Margo, ahora no —replica Wyatt con un desdén que jamás sabré imitar.

      A continuación, nos movemos.

      Margo