Pero la verdadera disciplina está muy lejos del legalismo, ¡gracias a Dios! La diferencia se encuentra en la motivación: el legalismo es egocéntrico; la disciplina se centra en Dios. El corazón legalista dice: «Haré esto para ganar mérito con Dios». El corazón disciplinado dice: «Haré esto porque amo a Dios y deseo complacerle». El verdadero corazón de la disciplina son las relaciones: una relación con Dios. Las palabras de John Wesley expresan esta relación en una forma hermosa:
O Dios, llena mi alma con tanto amor por ti que yo no pueda amar a nada sino es por ti y en subordinación a tu amor. Dame gracia para estudiar tus enseñanzas cada día para que cuánto más te conozca, tanto más te ame. Crea en mí una obediencia firme a todos tus mandamientos, una paciencia gozosa bajo todos tus escarmientos, y una resignación agradecida a todas tus disposiciones. Deja que lo único importante en mi vida sea glorificarte por medio de cada palabra de mi boca, por medio de cada labor de mis manos, por medio de la profesión de tu verdad, y por medio de la captación de todos los hombres, en lo que a mí me atañe, para que te glorifiquen y te amen.1
Pablo conocía la diferencia entre las motivaciones del legalismo y la disciplina, y peleó contra los legalistas todo a través de Asia Menor, nunca cediendo ni una pulgada. Ahora nos clama: « ¡Ejercítense para ser piadosos!»
¿Cuál es la otra razón por la cual las mujeres cristianas deben volcar su atención a las disciplinas comentadas en este libro? Porque necesitamos abrazar el concepto de que son importantes para vivir una vida piadosa de una manera auténtica: un concepto con el que nos tropezamos, y nos tropezamos bien feo. Una vida cristiana es una cuestión de someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios, y la sumisión es un concepto que no está de moda. Abunda la confusión sobre los derechos y los límites, roles y autoridad. Esta confusión entorpece nuestros pensamientos sobre Dios y bloquea nuestro crecimiento espiritual. La única cura es la teología correcta sobre Dios para poder someter cada área de nuestra vida a su voluntad. De modo que cada tema que mencionamos en este libro se encuentra enmarcado en los términos de esta entrega.
Con la Palabra de Dios midiéndome, Dios ha cincelado mi vida, a veces dulcemente, a veces duramente, para darle sustancia a la misma. Dios está aún obrando en mí. Con cada día que pasa, estoy más y más conciente de que el tiempo es breve, y de que aún queda mucho por hacer en mí. Les abro mi corazón y mis pensamientos con la esperanza de que ellos les ayuden a optar por ejercitarse arduamente en vuestra búsqueda de Dios y de la piedad y de que ustedes se sometan a su plan para vuestra vida.
RENUEVEN SU MENTE
¿Qué es la disciplina espiritual, y por qué es tan importante? ¿Qué es lo que por lo general nos impide ejercitar la disciplina espiritual (véase Romanos 3.9-18)? ¿Qué les puede ocasionar a su vida la falta de disciplina espiritual?
Reflexionen en 1 Timoteo 4.7-8 («Ejercítate para la piedad»). ¿Cuál es el sentido literal de ejercítate? ¿Qué les dice esta definición sobre la forma en que debemos encarar la disciplina espiritual?
¿Qué dice Hebreos 12.1 sobre correr la carrera cristiana? ¿Qué les está impidiendo caminar con Dios? ¿Qué hace que se aferren a esas cosas?
¿Existe un precio para la disciplina espiritual? Repasen 1 Corintios 9.25-27. ¿Qué les podría costar una disciplina aún mayor? ¿Están preparadas para pagar el precio?
¿En qué difieren la motivación en el legalismo y la motivación en la disciplina?
EL ALMA
2
LA DISCIPLINA DEL EVANGELIO
La fuente de la piedad
Ejercítate para la piedad.
I TIMOTEO 4.7
Yo soy una evangelista de alma. Me encanta interactuar con la gente que no tiene ni idea del mensaje de la Biblia. Es increíble observar la luz que aparece en los ojos del no creyente que de golpe comienza a comprender la verdad, y me siento decepcionada si una persona cierra la puerta a toda discusión o debate. ¿Por qué me entusiasma tanto el Evangelio? Porque revela el plan amoroso de Dios para este mundo y para la humanidad: hombres, mujeres y niños. Son las buenas nuevas, las mejores noticias que podríamos recibir jamás. Cuando una persona comprende el amor de Dios en Jesucristo, su vida cobra finalmente sentido.
¿Recuerdan el momento en que comprendieron por primera vez el Evangelio? Todos los días, las buenas nuevas del Evangelio le son reveladas a alguien a su alrededor. Hace siete años atrás, Dios le estaba manifestando sus buenas nuevas a una joven que regularmente nos servía una taza de café, a Kent y a mí, en un café de la zona llamado Starbucks. A mi esposo y a mí nos gustaba ir caminando a este café, no sólo porque servían un magnífico capuchino, sino porque Stacey se encontraba detrás del mostrador. Ella era una pelirroja llena de vida, quien hacía que la compra de un café fuera toda una experiencia. Aun antes de ingerir la cafeína, uno ya se sentía mejor porque Stacey tomaba el pedido.
Debido al hecho de que ella aparentaba estar siempre tan contenta, uno nunca se hubiera podido imaginar que estaba involucrada en un devastador divorcio y una batalla por la custodia de sus hijos. Sin embargo, alguien lo sabía: una ex vecina, una cristiana que ahora vivía en una ciudad alejada. Como estaba preocupada por Stacey, la animó a que visitara su iglesia.
Unas semanas después, Stacey, sola y algo indecisa, vino a la iglesia College por primera vez. Cuando el personal pastoral caminó hacia la plataforma para comenzar el servicio, Stacey reaccionó. ¿Qué está haciendo ese «señor simpático» que viene a Starbucks con su esposa en la plataforma? Cuando ese «señor simpático» se puso de pie para orar y predicar, ella escuchó como nunca lo había hecho antes.
A la mañana siguiente, Stacey nos saludó con aún mayor energía que la usual. Nos contó sobre la sorpresa que se llevó cuando descubrió que mi esposo era un pastor. Nos preguntó si yo me podría reunir con ella, ya que tenía preguntas acerca de la Biblia. Estábamos contentísimos.
La ex vecina de Stacey nos llamó para decirnos que ella estaría orando por nosotros. Mucho tiempo antes de que la conociéramos a Stacey, Dios ya había estado obrando en su vida para prepararla. Ella estaba lista para escuchar las buenas nuevas del Evangelio y recibir a Cristo como su Salvador.Y así lo hizo.
Con su conversión, Stacey comenzó una nueva forma de vida. Su fe en las buenas nuevas del Evangelio se ha convertido en el centro de su vida. Ella es una devota estudiante de la Palabra de Dios. Su talento como mamá refleja su deseo de ayudar a que sus hijos crezcan en piedad. Después de su compromiso con su familia, lo que más valora Stacey es su ministerio a los estudiantes de la escuela intermedia. ¡Ella halló vida misma en el Evangelio!
Pero no todas las personas que profesan ser cristianas atesoran el Evangelio con el mismo entusiasmo y tenacidad. Para algunos, el cristianismo es sólo una parte de sus atareadas vidas. Tienen sus empleos, sus grupos de autoayuda en el YMCA, sus horas de gimnasia, ah, y su vida espiritual también. Otros ven a su experiencia cristiana como un recuerdo: «el día que dije ‘la oración’ o ‘me acerqué al altar’ o ‘me uní a la iglesia’».
Para muchos, el cristianismo es un boleto al paraíso. Ellos desean la garantía de que todo va a estar bien cuando se mueran, pero no desean tomarlo con demasiada seriedad ahora.
Muchas familias acoplan al cristianismo como una parte del paquete de su estilo de vida. Disfrutan la atmósfera íntegra que brinda la iglesia, la buena enseñanza moral para los niños, las cenas en conjunto, y las reuniones de mujeres.
Ninguna