Utopías inglesas del siglo XVIII. Lucas Margarit. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lucas Margarit
Издательство: Bookwire
Серия: Colección Mundos
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788869343001
Скачать книгу
en los discursos inflamatorios y en los apaciguadores y en todas las cortes de la Cristiandad.

      ¡Ojalá el duque de Bavaria hubiera entrado a la máquina! Nunca hubiera iniciado una confrontación(66) que todos los demás poderes de Europa deseaban contener; lo sabía perfectamente y, mientras, dejó de lado otros asuntos. De haber utilizado el artefacto, el Elector de Sajonia jamás habría arruinado un Electorado rico y una corona, ni se hubiese vendido por un reino que nadie tomaba en serio: él nunca se hubiese valorado tan poco, o hubiese esperado tan poca grandeza de sí, ni habría renunciado a ser un Duque protestante y un Emperador del Electorado para ser un rey nominal y un fantoche con una sombra de poder y un nombre sin honor, dignidad o fuerza.

      Si el señor de Tallard(67) hubiese recurrido a nuestra máquina, no solo no habría producido el ataque a los confederados cuando atravesaban ciénagas y riachuelos de su frente, es más, no los habría atacado en absoluto, ni padecido el ataque por parte de ellos, antes que por pelear se habría preocupado por demorarse en la contienda hasta que el Duque de Saboya(68) fuese reducido y la armada confederada forzada a dividirse para mejorar su defensa.

      Los que se han apresurado para que tomáramos el camino más corto con los escoceses, puede afirmarse que en verdad necesitan esta máquina de pensar, de este modo hallarían la causa justa para semejante guerra y para hacer que una nación vecina deba protegerse, razón más que suficiente para que otra nación vecina caiga sobre ellas: nuestra máquina les mostraría claramente y a través de un símil del hombre que irrumpe en una casa solo porque la gente ha clausurado las ventanas y echado el cerrojo.

      Si alguien ha cambiado de bando de mal para peor y multiplicado las diferencias en vez de disminuirlas, la máquina de pensar puede llevarlo, a través de un pensamiento más moderado, a percatarse que el suyo no era un método del todo inadecuado para alcanzar la razón. Nuestra máquina de pensar sería muy necesaria para mostrarle a cierta gente que la pobreza y la debilidad no son base suficiente para oprimir a una nación, y que reducir el comercio al mínimo no representa un terreno sólido que justifique equipar una flota y quitarle lo que posee.

      No puedo negar que a menudo he pensado que en nuestro antiguo reino vecino quizá posean este artefacto, puesto que todo hombre, aunque finjamos estar enojados, accede a lo que es suyo por derecho: votar y conseguir leyes que respalden su propia seguridad y no hacer lo que otros pretenden sin esas condiciones que justifiquen su aceptación. Hay una gran cantidad de personas en nuestro mundo, de variadas condiciones, que necesitan nuestra máquina de pensar y atornillarse un poco a ella, para hablar llanamente y no absurdamente como lo hacen: estos conforman, sin embargo, una clase en sí mismos.

      La máquina se relaciona estrechamente con la filosofía y, en particular, es un maravilloso remedio contra la absorción en la lectura, como decía el señor de Jurieu,(69) de Amsterdam, que solía perderse en sí mismo. Con la asistencia de esta pieza que aporta regularidad, un hombre puede prevenirse más que efectivamente de los pensamientos desconcertantes y, a través del pensamiento recto, evitar todo devaneo peligroso, puesto que nada lo lleva a conclusiones más rápidas que los hilos rectos que apuntan al tema de debate apropiado.

      Todo tipo de pensamiento confuso puede evitarse perfectamente y prevenir que se produzca. Además, ningún hombre –una vez que se lo someta a la operación del atornillado– se verá aquejado en el futuro por el spleen, la hipocondría o la locura muda:(70) previene enormes cantidades de magnos desastres entre los seres hombres, en el ámbito de los asuntos privados. Previene el matrimonio de apuro, los votos apresurados, los duelos, las peleas, los litigio ante la ley, y toda suerte de arrepentimientos. En los que respecta a los asuntos de estado, salva a los gobiernos de muchos inconvenientes: controla la ambición inmoderada, detiene las guerras, navales y por tierra; impide especialmente que los miembros del Parlamento pronuncien discursos largos cuando no tienen nada que decir; contiene las rebeliones, las insurrecciones, el enfrentamiento entre facciones, las conformidades ocasionales, los cambios de rumbo, etc.

      El aparato tiene una propiedad maravillosa y, en lo referente a nuestro comercio marítimo, podría impedir muchos combates sangrientos en los que muchos hombres honestos, que podrían haberse convertido en sujetos valiosos y ayudado a Su Majestad en la gestión de su armada, pierden sus vidas.

      […]

      La máquina previene toda suerte de lunáticos, desenfrenos del amor y locuras melancólicas, pues cuida que el pensamiento se mantenga alineado con sus objetos, lo cual impide que un hombre pueda ser interrumpido por cualquier delirio, divagación o extravío de las ideas y, por tanto, nunca caerá en la locura. Por esta razón, no puedo sino recomendarla al Señor de S…, al Señor de N…., y al Señor de H….para defenderlos por todos los medios del estado de locura que por largos períodos ha atribulado a sus familias y que circula demasiado por sus venas.

      El artefacto también es una excelente introducción al arte de pensar, y por ende se adapta muy bien a quienes tengan por talento y mérito peculiares el de no pensar en nada en absoluto. Entre estos, se halla el Señor de B…d, quien debería aceptar las sugerencias del hombre de la Luna y utilizar el aparato como cura soberana a esa enfermedad tan conocida que llamamos “mal del no pensar”. Por otra parte, es un remedio excelente que será de utilidad para esa clase de gente que siempre está vagando por sus pensamientos pero nunca se entrega a la acción, tan preocupada está por pensar que ya no tienen tiempo disponible para actuar. De ellos, nuestro poeta ha brindado un buen retrato:

      …esos modernos mequetrefes que se retiran a pensar porque no tienen nada que hacer.

      Los pensamientos, sin embargo, surgen gobernados por la acción;

      allí donde la acción cesa, el pensamiento deja de ser pertinente:

      nuestra esfera de acción es la felicidad de la vida

      y el que piensa alejado de ella, piensa como un asno.(71)

      Los mencionados caballeros harían un excelente uso de la máquina, pues les enseñaría a terminar con una cosa antes de comenzar con la otra; también podría ser utilizada por el honesto señor S… cuya peculiaridad es estar constantemente comenzando algún proyecto y nunca terminar ninguno. La variedad de usos y mejoras que podría brindarnos el artefacto es inmensa y el lector no puede pretender que yo le provea una descripción acabada de los mismos.

      Hay otra máquina que no pude ver hasta mi último viaje a la tierra lunar, se llama elevador: las operaciones mecánicas que realiza son soberbias y están activadas por el fuego. Podemos imaginar cómo ascienden los sentidos y a qué raros extremos son llevados, tal que el alma inteligente puede conversar con las que le son afines, estén o no encarnadas. Quienes son elevados a una determinada cima de este maravilloso marco, tiene una perspectiva clara del mundo de los espíritus y departe con visiones, ángeles guardianes, almas de difuntos o no; como este es un conocimiento impar y no puede conseguirse sino con la ayuda del mencionado fuego, los que han hecho el experimento relatan sobre extrañas afinidades, sobre la preexistencia de las almas, sobre sueños, y cosas parecidas. Confieso que siempre creí en la conversación entre espíritus y he oído de algunos que la han experimentado en muchas ocasiones como si no tuvieran a nadie más en quien creer. Jamás hallé razones para dudar que existiera un estado de los espíritus antes de su encarnación, más de lo que dudara de su inmortalidad después de ser liberados de su prisión, y lo dicen las Escrituras, que los espíritus vuelven a Dios que los ha entregado –y esto implica una procedencia– y que llamaríamos “retorno”.

      […]

      [Luego de relatar luchas intestinas entre diferentes facciones religiosas que atentan contra la estabilidad de un príncipe selenita y las subsiguientes leyes promulgadas que atentan contra la libertad de acción de representantes eclesiásticos, el narrador pasa a describir un nuevo artefacto].

      Entonces, las acometidas del Príncipe avanzaron más que nada sobre las libertades eclesiásticas y amenazó con quitarle al clero todos los privilegios; pronto sus miembros percibieron que iban a convertirse en los primeros en ser sacrificados y de inmediato alzaron sus celadas y golpearon contra el concionazimir. Este es un artefacto eclesiástico que se utiliza