»Monjes, el éxito y el fracaso, el deshonor y la fama, la crítica y el elogio, el placer y el dolor los experimenta una persona común y sin instruir.
»Monjes, el éxito y el fracaso, el deshonor y la fama, la crítica y el elogio, el placer y el dolor también los experimenta un discípulo noble e instruido.
»¿Cuál es, monjes, lo que distingue, lo que separa, lo que hace diferente al discípulo noble e instruido de la persona común y sin instruir?».
«Venerable señor, nuestro conocimiento sobre estas cosas tiene sus raíces en el Bienaventurado; tiene al Bienaventurado como guía y refugio. Estaría bien, venerable señor, que el Bienaventurado aclarara el significado de sus palabras. Habiéndolas escuchado del Bienaventurado, los monjes las recordarán».
«Escuchad, entonces, monjes, prestad cuidadosa atención y hablaré».
«Sí, venerable señor», respondieron los monjes. El Bienaventurado dijo así:
«Cuando una persona común y sin instruir experimenta éxito, no reflexiona así: “Este éxito que experimento es impermanente, insatisfactorio y de naturaleza transitoria”. No lo conoce tal y como es. Cuando experimenta fracaso … deshonor … fama … crítica … elogio … placer … dolor, no reflexiona así: “Este fracaso que experimento, este deshonor … esta fama … esta crítica … este elogio … este placer … este dolor es impermanente, insatisfactorio y de naturaleza transitoria”. No lo conoce tal y como es. El éxito se establece en su mente y se apodera de ella. El fracaso … el deshonor … la fama … la crítica … el elogio … el placer … el dolor se establece en su mente y se apodera de ella.
»Cuando experimenta éxito, se entusiasma, y cuando experimenta fracaso, se enfada. Cuando experimenta fama, se entusiasma, y cuando experimenta deshonor, se enfada. Cuando experimenta elogio, se entusiasma, y cuando experimenta crítica, se enfada. Cuando experimenta placer, se entusiasma, y cuando experimenta dolor, se enfada. Implicándose de esta forma en lo que le gusta y en lo que le disgusta, no se liberará nunca del nacimiento, del envejecimiento y de la muerte, ni de la pena, del lamento, del dolor, de la frustración y de la tribulación; en una palabra, no se liberará del sufrimiento.
»Sin embargo, monjes, cuando un discípulo Noble e instruido experimenta éxito, reflexiona así: “Este éxito que experimento es impermanente, insatisfactorio y de naturaleza transitoria”. Lo conoce tal y como es. Cuando experimenta fracaso … deshonor … fama … crítica …elogio …placer …dolor, reflexiona así: “Este fracaso que experimento, este deshonor …esta fama … esta crítica … este elogio …este placer …este dolor es impermanente, insatisfactorio y de naturaleza transitoria”. Lo conoce tal y como es. El éxito no se establece en su mente ni se apodera de ella. El fracaso … el deshonor … la fama … la crítica … el elogio … el placer … el dolor no se establece en su mente ni se apodera de ella.
»Cuando experimenta éxito, no se entusiasma, y cuando experimenta fracaso, no se enfada. Cuando experimenta fama, no se entusiasma, y cuando experimenta deshonor, no se enfada. Cuando experimenta elogio, no se entusiasma, y cuando experimenta crítica, no se enfada. Cuando experimenta placer, no se entusiasma, y cuando experimenta dolor, no se enfada. No implicándose de este modo en lo que le gusta y en lo que le disgusta, se liberará del nacimiento, del envejecimiento, de la muerte, de la pena, del lamento, del dolor, de la frustración y de la tribulación; en una palabra, se liberará del sufrimiento.
»Esto es, monjes, lo que distingue, lo que separa, lo que hace diferente al discípulo noble e instruido de la persona común y sin instruir».
(AN 8:6; IV 157-159)
(3) Inquietud debida al carácter transitorio de las cosas
«Monjes, os voy a enseñar la inquietud que proviene del asimiento y la ausencia de inquietud que proviene del desasimiento.9 Escuchad, prestad cuidadosa atención y hablaré».
«Sí, venerable señor», respondieron los monjes. El Bienaventurado dijo así:
«¿Y cómo, monjes, existe la inquietud que proviene del asimiento? He aquí, monjes, que una persona común y sin instruir, sin consideración por los nobles, sin conocimiento del Dhamma de los nobles, sin formación en el Dhamma de los nobles, sin consideración por las personas santas, sin conocimiento del Dhamma de las personas santas, sin formación en el Dhamma de las personas santas, contempla la forma material como si fuera un yo, o un yo como si poseyera forma material, o la forma material como si estuviera en un yo, o un yo como si estuviera en la forma material.10 Esta forma material es de carácter transitorio y cambia. Con el carácter transitorio y el cambio de la forma material, su consciencia se preocupa por el carácter transitorio de la forma material. La inquietud y los estados mentales derivados de la preocupación por el carácter transitorio de la forma material se apoderan de su mente y se instalan en ella. Al perder el control de su mente, siente miedo, se agobia, se angustia y, a causa del asimiento, siente inquietud.
»Contempla las sensaciones como si fueran un yo …las percepciones como si fueran un yo …las construcciones intencionales como si fueran un yo …la consciencia como si fuera un yo, o un yo como si poseyera consciencia, o la consciencia como si estuviera en un yo, o un yo como si estuviera en la consciencia. Esta consciencia es de carácter transitorio y cambia. Con el carácter transitorio y el cambio de la consciencia, su consciencia se preocupa por el carácter transitorio de la consciencia. La inquietud y los estados mentales derivados de la preocupación por el carácter transitorio de la consciencia se apoderan de su mente y se instalan en ella. Al perder el control de su mente, siente miedo, se agobia, se angustia y, a causa del asimiento, siente inquietud.
»Así es, monjes, la inquietud que proviene del asimiento.
»¿Y cómo es, monjes, la ausencia de inquietud que proviene del desasimiento? He aquí, monjes, que el discípulo noble e instruido, que tiene consideración por los nobles, conocimiento del Dhamma de los nobles, formación en el Dhamma de los nobles, consideración por las personas santas, conocimiento del Dhamma de las personas santas, formación en el Dhamma de las personas santas, no contempla la forma material como si fuera un yo, ni a un yo como si poseyera forma material, ni la forma material como si estuviera en un yo, ni a un yo como si estuviera en la forma material.11 Esta forma material es de carácter transitorio y cambia. A pesar del carácter transitorio y del cambio de la forma material, su consciencia no se preocupa por el carácter transitorio de la forma material. Ninguna inquietud ni los estados mentales derivados de la preocupación por el carácter transitorio de la forma material se apoderan de su mente ni se instalan en ella. Al no perder el control de su mente, no siente miedo, ni se agobia, ni se angustia, y a causa del desasimiento, no siente inquietud.
»No contempla las sensaciones como si fueran un yo …ni las percepciones como si fueran un yo …ni las construcciones intencionales como si fueran un yo …ni la consciencia como si fuera un yo, ni un yo como si poseyera consciencia, ni la consciencia como si estuviera en un yo, ni un yo como si estuviera en la consciencia. Esta consciencia es de carácter transitorio y cambia. A pesar del carácter transitorio y el cambio de la consciencia, su consciencia no se preocupa por el carácter transitorio de la consciencia. Ninguna inquietud ni los estados mentales derivados de la preocupación por el carácter transitorio de la consciencia se apoderan de su mente ni se instalan en ella. Al no perder el control de su mente, no siente miedo, ni se agobia, ni se angustia, y a causa del desasimiento, no siente inquietud.
»Así es, monjes, la ausencia de inquietud que proviene del desasimiento».
(SN 22:7; III 15-18)
3. UN MUNDO EN CONFLICTO
(1) El origen del conflicto
El brahmán Ārāmadaṅḍa visitó al venerable Mahākaccāna,12 intercambió saludos amistosos con él y le preguntó: «Maestro Kaccāna, ¿cuál es la causa, cuál es la razón por la que los guerreros discuten con otros guerreros, los brahmanes