El dulce reato de la música. Alejandro Vera Aguilera. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alejandro Vera Aguilera
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9789561427044
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se encarga de ratificarlo: «Que todos los músicos, así instrumentarios como cantores, han de estar subordinados al Maestro de Capilla, sujetos a sus órdenes, y lo han de tratar con respecto, so pena que de lo contrario serán multados o borrados de sus plazas según la falta que cometieren».

      El primer organista, primer violín y primer oboe debían enseñar su instrumento a los seises que lo pidieren. En caso de que dos seises quisiesen aprender el mismo instrumento, la obligación se hacía extensiva a los segundos instrumentistas de cada fila.

      Finalmente, todos los músicos debían asistir, fuera de sus demás obligaciones, los miércoles a la misa mayor y los jueves a la del Santísimo Sacramento.122 Lo primero constituía una novedad e implicaba aproximadamente cincuenta y un días adicionales de asistencia al año para la capilla.

      Como solía ocurrir, estas medidas no fueron implementadas de inmediato ni en la forma acordada. Según el cabildo, el problema era que el producto de las casas episcopales resultaba insuficiente para asignar los cuatrocientos pesos presupuestados a la música, de modo que el acuerdo solo podría hacerse efectivo cuando dicha suma estuviese cubierta. Una vez que esto ocurriera, quedaba un resquicio: solo se pagarían los sueldos acordados al maestro de capilla, el primer sochantre, el primer organista y los seises, pero los demás músicos debían recibir «solo la [renta] que tenían hasta que sean examinados y aprobados por el maestro de capilla y otros facultativos que nombrará el Señor Chantre, a cuya dirección se deja el nombramiento de los que han de ocupar las primeras y las segundas plazas, y la asignación de rentas de los que fueren interinos que graduará según su mérito e instrucción».

      Además, los prebendados acordaron el 10 de febrero de 1789 que los montos que sobraran por las inasistencias de los músicos o la vacancia de algunas plazas quedarían a su disposición, dado que «se habían rebajado de sus propias rentas los 2 000 pesos» para aumentar el presupuesto de la capilla musical.123 Pese a ello, se verá en el apartado siguiente que la reforma de 1788 tuvo efectos concretos y duraderos en la vida musical catedralicia, que iban desde la conformación de la capilla hasta el modo en que se componían las obras para el culto.

      Para el período en el que Campderrós fue maestro de capilla (ca. 1793-1811), la documentación revisada resulta extremadamente parca en relación con la capilla musical y sus funciones. Pero, lejos de indicar una falta de interés en la música, este silencio sugiere que la reforma de 1788 constituía un marco apropiado para que la actividad musical catedralicia se desarrollara sin mayores sobresaltos. Para comprobarlo, aprovecharé el importante corpus de fuentes musicales que se ha conservado para este periodo, ya que puede resultar tanto o más revelador que los documentos administrativos. La tabla 10 señala las voces y los instrumentos empleados en algunas obras atribuidas a Campderrós, e indica la signatura para cada una en el fondo de música catedralicio.124

      Puede verse claramente la conformación que predomina: un coro integrado por dos voces agudas y bajo, con la frecuente adición del alto; y un conjunto instrumental compuesto por dos violines y bajo continuo, a los que suelen añadirse dos oboes y el órgano.

      Tabla 10: Voces e instrumentos empleados en algunas obras de Campderrós


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