El dulce reato de la música. Alejandro Vera Aguilera. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alejandro Vera Aguilera
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9789561427044
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tratarse de una coincidencia, no puede descartarse que la incorporación de un cantor de la catedral de Lima fuese una iniciativa suya -quizás no la única- destinada a mejorar el nivel de su capilla. Sin embargo, la estadía de González en Santiago debió ser breve, porque en 1759 estaba de vuelta en Lima como músico de la Catedral Metropolitana.85

      En los años siguientes los documentos sobre el estado de la capilla de música ofrecen datos contradictorios. En el informe de su visita al obispado redactado a comienzos de 1762 pero presentado en Roma el año siguiente, el obispo de Santiago afirma que la catedral contaba con un número «idóneo» de músicos.86 Sin embargo, un informe realizado en febrero de 1767 muestra una capilla menos numerosa que la que existía tres décadas antes y una rebaja considerable en el presupuesto destinado a la música.87 La tabla 4 detalla los sueldos de los músicos, a los cuales deben añadirse cuarenta y cinco pesos adicionales que se daban al sochantre y diez al organista, por concepto de capellanías.

      Tabla 4: Músicos y sueldos en febrero de 1767

Cargos Sueldos
Maestro de capilla 350
Sochantre 200
Organista 150
Cantor principal 80
Dos cantores «inferiores» 50 (25 cada uno)
Dos seises 43 (21 pesos 4 reales cada uno)
Total 873

      Fuente: AHAS, Gobierno, vol. 7, expediente 7, sin foliar.

      Aunque la idoneidad de un conjunto musical es algo relativo, no puede sino llamar la atención lo exiguo del conjunto, aun considerando la probable existencia de un segundo cantor principal.88 Llama la atención especialmente la escasez de instrumentos musicales, si se considera que el bajón y el arpa ya habían sido instituidos en tiempos del obispo Rojas. Por muy limitados que fuesen los recursos de una catedral como la de Santiago, una capilla como esta en plena década de 1760, cuando la música que se escribía y tocaba en las iglesias coloniales incluía por lo menos dos partes de violín y otra de bajo continuo, resulta sorprendente.

      Quizá esta aparente precariedad fue lo que llevó a Alday a impulsar la puesta en marcha de la capellanía que el obispo Salcedo había fundado en 1634. En realidad, se sabe que desde un tiempo antes se utilizaba una parte de sus réditos para financiar la música, puesto que en 1758 se sacaron doscientos pesos del producto de las casas episcopales para «paga de los niños músicos y aumento de la renta de dicho maestro de capilla»; y en 1759 se hizo lo mismo, pero sobraron ochenta y dos pesos que fueron reintegrados; luego, en 1763, se sacaron noventa y ocho pesos tres y medio reales y al año siguiente se extrajeron ochenta y cinco pesos, en ambos para completar el presupuesto musical,89 que el residuo no alcanzaba a cubrir en su totalidad. Pero estas cantidades eran variables y no permitían un incremento sostenido del sueldo de los músicos.

      Así, el 25 de junio de 1767 Alday informó al cabildo que estaban disponibles 1 567 pesos de los réditos de dicha capellanía y los instó a darles el uso que correspondía. El 28 de julio del mismo año el cabildo se juntó a deliberar sobre el punto y acordó que, dado que la capellanía mandaba celebrar todos los jueves una misa solemne en honor al Santísimo Sacramento, pero no indicaba el monto que debía pagarse a los asistentes (prebendados, diácono, subdiácono, etc.), el propio obispo asignara la «limosna» que correspondía a cada uno. Además, señalaron que el cabildo había dado en los años anteriores mil pesos de sus fondos «para la fábrica del órgano que sirve actualmente en esta Santa Iglesia, tomándola del principal de una capellanía cuyas misas se están diciendo por dichos señores hasta integrar el dicho principal».90

      Otro documento sobre el mismo asunto data del 10 de noviembre de dicho año y no consta en el libro de acuerdos del cabildo, ya que, al parecer, era una propuesta realizada a petición del obispo por el administrador de las casas episcopales. En relación con la capellanía de Salcedo, el documento propone una interpretación diferente acerca de las intenciones del fundador, según la cual los cuatrocientos pesos asignados al maestro de capilla no eran solo para él, sino para el conjunto de los músicos que debían oficiar las misas correspondientes. Además, afirma que por hallarse «ruinosas» las casas episcopales los réditos han disminuido a 587 pesos y cuatro reales -mucho menos de los novecientos pesos estimados por Salcedo-. La conclusión es que debería redistribuirse la renta de las casas,

      [...] cercenando algunas de las pensiones con que la capellanía está establecida, y que ésta solo quede reducida a que se digan las misas cantadas del Santísimo Sacramento todos los jueves del año, sin que el cabildo tenga obligación de asistir a ella, y que todos los músicos concurran a oficiarla; libertándoseles de la pensión de oficiar las otras misas solemnes que el mismo Ilustrísimo Sr. Fundador dispuso se dijeren en la capilla de San Antonio en que fundó otra capellanía para sus parientes.91

      Seguidamente, el documento incluye una detallada propuesta de distribución de los réditos de la capellanía entre los diferentes funcionarios involucrados. Esta propuesta debió parecer adecuada al obispo Alday, pues una semana más tarde la hizo llegar al cabildo, que la aprobó, con ligeras variantes, el 17 de diciembre de 1767. De esta forma, los músicos y otros ministros quedaron obligados a participar los cincuenta y un jueves de cada año en la celebración de la misa del Santísimo Sacramento, a cambio de ciertas cantidades que se han sintetizado en la tabla 5, a fin de simplificar la presentación algo intrincada del documento.92

      Restando esa cantidad a los 587 pesos cuatro reales que en ese momento rentaban las casas episcopales, sobraban aún 129 pesos dos reales. Temporalmente, estos se destinaron a pagar de forma gradual el «principal de un mil pesos de censo» que el cabildo había invertido en la construcción del órgano grande; una vez completada dicha cantidad, los excedentes de la capellanía se distribuirían en partes iguales entre el cabildo y los músicos, y se usarían también para costear gastos extraordinarios.93

      Esta disposición fue aprobada por el obispo Alday el 12 de febrero de 1768.94 En la práctica, implicaba un importante incremento en el sueldo de los músicos, especialmente para el maestro de capilla, cuyo salario anual pasaba de 350 a 401 pesos. Pero lo más importante es que la capellanía de Salcedo quedaba por primera vez asignada de forma permanente al financiamiento de la vida musical catedralicia, aunque fuese de un modo diferente al que él había previsto.

      Dos años más tarde los sueldos de la capilla fueron objeto de un nuevo reajuste. El 28 de febrero de 1770, en respuesta a un decreto del obispo Alday emitido pocos días antes, el cabildo estableció «que las plazas de músicos debían ser las siguientes: maestro de capilla; sochantre; organista; 1ra. y 2da. voz, y 4 seises».95 A cada uno le fue asignado un nuevo sueldo, distribuido por mesadas para que los músicos pudieran «suplir las necesidades que ocurrieren entre años». El detalle puede verse en la tabla 6.

      Tabla 5: Distribución de los réditos de la capellanía de Salcedo, para que se oficie solemnemente todos los jueves una misa en honor al Santísimo Sacramento, a 17-12-1767


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Funcionario o ítem Pago en pesos por cada misa Pago en pesos por todo un año (51 misas aproximadamente)
Preste 3 153
Diácono y subdiácono 1 (a ambos conjuntamente) 51
Al mayordomo para la cera No se indica 25