Medios, redes sociales, cine, control social y penal. Carlos Ariel Bautista González. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Ariel Bautista González
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587838893
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en sinónimo de la ciencia de las causas de la criminalidad”. Asimismo, el autor particulariza desde un sentido crítico que “una investigación de las causas no es procedente con respecto a objetos definidos por normas, convenciones o evaluaciones sociales e institucionales” (Baratta, 2004, pp. 90-91).

      Siguiendo la propuesta del Observatorio del Delito de la Policía Nacional (2011), tenemos que las tendencias históricas de los modelos criminológicos para los siglos XIX, XX e incluso el XXI constan de perspectivas heterogéneas como:

      • Modelos biologicistas/organicistas de la criminalidad.

      • Teorías psicológicas y psicodinámicas.

      • Teorías sociales y psicosociales.

      • Modelos criminológicos macrosociales, económicos y culturales

      • Teorías sobre la delincuencia femenina.

      Estas perspectivas, parafraseando a Zaffaroni (2011) y abusando un poco de sus categorías, podrían agruparse diferenciadamente por su tratamiento como academicistas –particularmente las de las ciencias sociales, criminalísticas y forenses–, las que tienen un carácter más técnico y la criminología mediática. Tenemos, entonces, que el carácter de un modelo criminológico, además de guardar una interpretación de la realidad, tiene también un sentido extensivo y político para sus trascendentales intenciones de explicar fenómenos criminales. Esta consideración nos recuerda a Foucault (1999, p. 55), cuando dice que “la verdad está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los efectos de poder que induce y que la acompañan”. Cabría entonces preguntarse, con estos elementos, por la operación de la justicia y cómo se instrumentaliza la capacidad sancionatoria de la estructura jurídico-política.

      La conclusión a la que se llegó en el curso de Criminología Mediática es que la criminología hoy en día ha superado el paradigma positivista de las causas, el paradigma de la reacción social y se han superado también algunas de las teorías críticas; no obstante, muchas de estas teorías se mantienen en el campo institucional y académico. En este contexto, de acuerdo con el profesor Escalante, hoy la criminología es un campo transdisciplinar complejo que estudia la forma como se construyen las conductas desviadas en la sociedad, los procesos de reacción social frente a esas conductas desviadas, las conductas desviadas y los procesos de criminalización, de control social y de castigo.

      La criminología mediática

      En este punto, es menester dejar en claro que la orientación central de este capítulo está dada por el problema que se suscita, en una perspectiva crítica de la comprensión criminológica, al mirar el rol que ejercen los medios de comunicación en la construcción, reproducción e influencia social de la cuestión criminal y el desarrollo de la política criminal. Pero, como se pregunta Portillo (2017, p. 2), ¿qué es la criminología mediática? A esto responde, citando las palabras de Zaffaroni, que

      la criminología mediática es la creación de la realidad a través de información, subinformación y desinformación en convergencia con prejuicios y creencias basada en una etiología criminal simplista asentada en la causalidad mágica. Aclaremos que lo mágico no es la venganza, sino la idea de una causalidad canalizada contra determinados grupos humanos, que en términos de la tesis de René Girard se convierten en chivos expiatorios. (Zaffaroni, citado en Portillo, 2017, p. 136)

      El abordaje de la criminología mediática en Zaffaroni tiene un desarrollo teórico, respaldado por una interpretación histórica ontológica, que muestra los efectos de la relación político-criminal con la sociedad. Pone de manifiesto el comportamiento fáctico criminal (estadísticas), en relación con la cantidad de muertos y sus características, así como las variaciones en la justicia penal y sobre el problema carcelario. Como la mayoría de las veces estos se encuentran en clara divergencia con la representación mediática, que más bien se asocia con agendas y matrices políticas que invisibilizan o resaltan dando un sentido particular a un fenómeno a conveniencia de los actores asociados con dichas agendas. Así se promueven discursos de miedo y paranoia para la sociedad; se construyen los enemigos del Estado, que suelen ser victimizados, y también se convierte a las víctimas en héroes. De este modo, los medios reproducen un sistema de dominación por encima del objetivo que pretende una criminología (el estudio, la comprensión y las formas de construcción social del delito, de reacción social frente a este, su prevención y el castigo). Por esto, su respuesta a estos comportamientos sistemáticos es la de una criminología cautelar.

      Aquí se destaca la diferencia entre el sistema anglosajón y el latinoamericano para el tratamiento de minorías; sobre todo en términos de sus capacidades institucionales. Se podría decir apresuradamente que Zaffaroni hace una descripción funcional en el marco del rol histórico que han desempeñado distintos actores de la cuestión criminal para la configuración de una política criminal viciada, que funciona más como un dispositivo de control social que como un sistema de garantías. Con el riesgo de una equivocación, su enfoque se aproxima más a los efectos visibles en la aplicación de una política criminal prediseñada sobre la base del modelo criminológico con un tratamiento mediático.

      Desde otro punto de vista, la perspectiva planteada por Pozuelo (2013), quien analiza el caso particular de la prensa española, interpreta el fenómeno por su configuración empírica y se enfoca en la producción discursiva y en las distintas estrategias que se pueden recoger del análisis de medios, como son la estructura de la página, la presentación de cifras y gráficos, o la relevancia y frecuencia de palabras. Una vez más se ponen en escena los actores más relevantes de la relación para producir una política criminal y una serie de posibles correlaciones. Para desenglobar la afirmación teórica de la influencia, o incluso causalidad, que tienen los medios sobre la sociedad –particularmente en las instituciones–, la autora desarrolla la labor presentando el cruce de datos de otros actores y reflejando la distancia entre la percepción y presentación del fenómeno mediático. Con ello matiza las posibilidades de dirección, influencia o instrumentalización de esta información, juntando el análisis y la importancia de las motivaciones subjetivas, que se pueden inferir y reconocer en cada actor y que varían por múltiples factores. Una de las conclusiones más relevantes de Pozuelo (2013), a propósito del nivel de la influencia, es que “todo depende de cómo se plantee la pregunta y el grado de información con el que cuente quien ha de responder”.

      Para evaluar el grado de seguridad, será inexcusable en primer lugar considerar las características de la amenaza que debemos afrontar. También tendrán importancia los bienes o valores que deseemos o debamos asegurar o proteger contra el daño, peligro o riesgo ínsitos en la amenaza; la mayor o menor importancia que tales bienes o valores revisten para el posible agresor, ya sea para tomarlos para sí, o bien para despojarnos de ellos, y, como es obvio, las medidas que adoptemos, o las medidas que dispongamos, para repeler la agresión, para evitar que el daño se concrete. […] Como es obvio de la mayor o menor importancia que asignemos a los bienes y valores que deseemos proteger, también dependerá la intensidad y extensión de las medidas que adoptaremos para preservarlos, así como los medios con los que necesitaremos contar. (Ugarte, 2003, p. 32)

      Al respecto, Portillo (2017) nos recuerda la afirmación