Satisfacción de necesidades reales con bienes y servicios útiles
Todo empresario debe pensar si está satisfaciendo necesidades reales o si se está dedicando a atender necesidades irreales e, incluso, inútiles para sus usuarios. Una empresa debe estar en línea con el tipo de valor que se ofrece al cliente y a la sociedad. Para esto, es clave preguntarse si mediante el producto/servicio se está satisfaciendo una necesidad real del cliente, si se enriquece como persona a este y si es útil el producto o servicio ofrecido.
También se debe cuestionar si la forma de producción es útil, pues no todas las maneras de producción son sostenibles, y se debe revisar si se mitigan los distintos impactos ambientales. Es importante tener presente que no todo lo que se produce le hace bien al planeta. Es difícil cohesionar y comprometer a los empleados en una empresa con propósito cuando los elementos que se fabrican no aportan al ecosistema de una manera global y positiva.
Así es como es importante identificar si desde la empresa se ayuda al cliente con necesidades reales y si lo que se ofrece como empresa va más allá de que me compren lo que desean. Es durante los tiempos de crisis cuando se reflexiona sobre la verdadera importancia de los productos frente a la necesidad del cliente, lo que permite identificar con mayor claridad cuáles son los productos/servicios que aportan y son vistos como indispensables para el cliente, y cuáles ocupan una segunda línea de relevancia y pasan a ser fácilmente reemplazados. Vale la pena preguntarse sobre la utilidad de los productos/servicios que se ofrecen y para quién son útiles: ¿para el cliente?, ¿solo para las utilidades de la empresa?
Respeto y promoción de la dignidad de la persona humana
Una empresa con propósito promueve y respeta el concepto universal de la dignidad de la persona humana. Es este el que lleva a promover el cuidado de la persona, así es como, por ejemplo, con la covid-19, más de 120 países tomaron la decisión del confinamiento social, a pesar del riesgo económico, porque hay una gran consciencia sobre lo que es la dignidad de la persona humana.
La dignidad humana invita a pensar sobre si la empresa promueve condiciones sociales que realmente respeten y desarrollen a la persona, para lo cual un elemento fundamental en la construcción de empresas con propósito es lo que plantea el experto en justicia Rawls (1971) con el velo de la ignorancia. A partir de esto sugiere que la mejor manera de “legislar” y diseñar puestos de trabajo es como si fuese uno mismo “el legislador”, el que tuviese que aceptar la norma que promulga y estuviese dispuesto a ocupar ese puesto. Así es como se puede ver qué cosas se pueden mejorar y cuál es la verdadera condición de vida de los empleados.
Procurar el bien común
La dignidad humana invita a procurar el bien común. El bien común no es lo mismo que el bien general, porque este último es el acuerdo de las mayorías que pueden acordar medidas que vayan en contra de la dignidad humana. Por tanto, el hecho de que haya un consenso social no quiere decir que lo que se vaya a hacer esté bien. Es aquí donde radica la reflexión sobre el bien común, que cuida y promueve la dignidad de las personas y nos invita a pensar y desear el bien del otro, y nos lleva a replantear las formas tradicionales en que se han entendido muchas cosas dentro de las empresas, como las jornadas laborales y las condiciones de trabajo, de modo que es una invitación a cuestionarse sobre la forma en la que han funcionado las cosas, a la luz de nuevas maneras que se han descubierto desde la crisis.
Desarrollar a los demás mediante la subsidiariedad
La subsidiariedad es la actitud de respeto y ayuda hacia el otro, de modo que está de la mano con la dignidad humana. La subsidiariedad se basa en el entendimiento de que la persona tiene un derecho a ser respetado y que cada persona tiene dones para entregar a la organización (Naughton, Buckeye, Goodpaster & Maines, 2015). Mediante la subsidiariedad se empodera a las personas como agentes clave del cambio, lo que da lugar a la autonomía y el apoyo cuando es necesario, frente a la toma de decisiones que están orientadas hacia el norte de la compañía (Hollensbe, Wookey, Hickey, George & Nichols, 2014).
De esta manera, permite el desarrollo de las personas desde su trabajo, y dar a conocer capacidades y habilidades de los empleados. En este proceso, puede ser sorprendente ver cómo darles oportunidades a los empleados dentro de las organizaciones hace que florezcan y den esa milla extra.
El desarrollo mediante la subsidiariedad se da cuando el jefe, por ejemplo, consciente de que el empleado ya ha construido su habilidad de comunicación asertiva, fomenta su mejora constante. Mientras que, si es el caso de que el empleado no supiese comunicarse, el jefe le enseña y se eleva su dignidad al permitirle desarrollar esa habilidad.
Con la subsidiariedad, se crean lazos de confianza y de empoderamiento desde el liderazgo, que permiten sacar a flote las capacidades y esos dones de cada persona para impactar positivamente a los otros, de modo que es un medio que ayuda a potencializar las capacidades de las personas.
Liderar con prudencia y creatividad moral
Las empresas en gran medida son un reflejo de su fundador o director, de modo que es importante la prudencia dentro del liderazgo, en especial cuando se buscan soluciones no utilitarias. Muchas veces se entiende la prudencia como cautela o inacción, sin embargo, la prudencia, como virtud propia del gobernante, es saber ver las cosas como son y actuar por la razón adecuada.
A veces lo prudente no es manejar despacio, sino acelerar a toda velocidad para salvar la vida de un huracán. La prudencia es entender que lo que sucede no necesariamente es lo que se percibe, porque la realidad objetiva está fuera de cada uno, para lo cual se debe ser capaz de escuchar y entender diversas miradas.
Asimismo, se requiere una imaginación moral que mueve a inventar y ver nuevas formas de hacer las cosas. Para reaccionar ante la crisis, se debe intentar hacer las cosas diferentes, romper paradigmas y abrir la puerta a la imaginación moral, de modo que es recomendable abordar los problemas con una mentalidad distinta de la que se hacen tradicionalmente, y así poder encontrar nuevas formas y acelerar los cambios.
En este proceso, es importante salirse por un momento del rol directivo, del de miembro de junta, y pensar en la solución del problema con el sombrero verde viendo todas las opciones posibles valiéndose de la creatividad. La clave está en retar la manera tradicional de ver los procesos. También identificando las oportunidades que deja la crisis para moverse hacia la acción y re-imaginar el mundo. Entendiendo muy bien el porqué de cada acción, su impacto y consecuencias con todos los stakeholders.
Liderazgo positivo
Una empresa con propósito requiere un líder positivo, que es la persona que se maneja con prudencia y entiende que no se es dueño de la verdad, porque respeta el conocimiento que le dan los demás, independiente del cargo que ocupen dentro de la organización. Para eso, también son importantes los conocimientos técnicos y reconocer las aptitudes y los conocimientos frente a un cargo, así como observar que estos son fundamentales dentro de un rol de liderazgo, pero no son suficientes, porque los empleados también ven las intenciones del líder. Por tanto, cobra una gran importancia la recta intención que es el querer genuino del otro, porque se le ve con preocupación y con amor.
Este liderazgo está alineado con el propósito al responder al porqué se hace, y no al qué se hace, de modo que está en línea con el propósito personal, porque brota de la propia identidad. El