También, Noelia, que pasó por experiencias de trabajo en empresas y en ONG, ve en Arbusta características propias de un mundo y del otro que confluyen en su identidad. «Como organización, tiene eso del acompañamiento, donde todos somos partícipes de los proyectos; como empresa, tiene servicios de calidad, con la fortaleza de que son desarrollados por centennials», sostiene.
En esto de que Arbusta va a contramano del camino habitual de una empresa tradicional, Noelia es muy concreta: «Me gusta de Arbusta que, por ser mujer, tenés más posibilidades y más te bancan, incluso aún más si sos madre. Eso es lo que más me gustaba de Arbusta cuando arranqué; me cerraba por todos lados», recuerda.
Además, señala que algo de esto intuyó en su charla personal previa al ingreso: «Me llamó poderosamente la atención el perfil de la persona que me entrevistó, que no me generó miedo sino todo lo contrario: me dio mucha seguridad». Otro de los aspectos por los cuales, desde el vamos, Arbusta tocó el corazón de Noelia fue ver que —cuenta— «un cierto grupo de personas que pertenece a una cierta clase social estaba mirando a personas de otra clase social, con necesidades que no tienen nada que ver con las suyas, y ahí estaban, dando una oportunidad». «Eso es lo que me gustaba y lo que más me llamó la atención en primera instancia, y eso es lo que me sigue gustando de Arbusta», completa.
Para potenciar el talento hay que generar las condiciones para que las personas sean. Arbusta, mientras este libro ve la luz, tiene que iluminar la vida de más de 300 personas que eligen trabajar en la empresa. Si a ellas se le suman las 160 personas que integraron la organización y hoy desparraman su talento en otros lugares, son casi 500 las que formaron y forman parte de esta experiencia de vida llamada Comunidad Arbusta.
Por lo tanto, resulta obvio que, en estos años, se hayan acumulado muchísimas historias que dejaron un sinnúmero de aprendizajes y vivencias que, en definitiva, no solo son asimiladas para mejorar como organización, sino que son las que dan identidad a esta comunidad.
En conversaciones entre jóvenes arbusters brotan las descripciones:
«Para mí, venir a Arbusta es como venir al club con amigos. Es como una familia».
«Es una empresa barra comunidad. No lo veo como algo pesado, pocas personas hablan bien de su trabajo, como que amás lo que hacés. Festejamos cosas, armamos actividades afuera, nos juntamos. No es que cada uno está en su mundo, no hay una jerarquía, todos somos todo».
«Arbusta forma parte de mis días. Muchos analistas se cansan. Yo fui analista pero no por un largo período, por eso comprendo lo que es ese cansancio. Lo que yo hago (como team leader) es más variado. Arbusta completa todo mi día. Llegás a hacer amigos; eso se genera».
«Arbusta es progreso tanto personal como profesional».
Diana Robles11 y Gonzalo Rodríguez12 mantuvieron este diálogo en la fiesta organizada por Arbusta como cierre del 2017. En este, ambos amplían el concepto de empresa y comunidad al de familia. Al principio, Diana es muy sintética: «Yo les diría, les digo y siempre les diré que Arbusta es el lugar que me dio un lugar, que me dio una voz, me dio herramientas, me dio amistades, me dio la posibilidad de ser mejor, de aprender».
En cambio, Gonzalo se explaya: «Arbusta es capacidad de superación, es oportunidad, es confianza, es el comienzo de algo grande, es poder hacer, es desarrollo y crecimiento. Empezó como un sueño, una idea. Combinar dos cosas que nunca habían sido combinadas: servicios tecnológicos y jóvenes de alto potencial que no tenían un lugar en el mercado». Diana, entonces, se suelta: «Al principio, en 2013, éramos solo tres personas, solo había un proyecto y, los demás, nos capacitábamos. Luego, ingresó un gran proyecto y los tres empezamos a trabajar codo a codo. Ese proyecto nos enseñó mucho, nos dio dolores de cabeza y nos unió como grupo. Después, se empezaron a cranear, expandir y hacer más grandes esas capacitaciones, tanto que llegamos a Buenos Aires».
Diana todavía recuerda detalles de cómo se fue construyendo lo que considera una familia: «En Buenos Aires empezaron primero a capacitarse; después, se fueron sumando a Arbusta. Sí, éramos pocos, pero ya éramos más que solo tres. Desde abajo y despacio, nos fuimos agrandando, y, de un día para el otro, éramos más de diez. Después, fuimos más de veinte y, hoy, más de cien. Somos una red de personas que, en un mismo espacio, aprenden a ser compañeras y, luego, terminan siendo amigas. Es un espacio que brinda lazos de compañerismo, liderazgo, permite ser lo que querés ser y siempre seguir tirando para adelante. Empezamos en lugares prestados, siendo nómades, conectándonos donde podíamos. Pisamos suelo santo y escuchábamos cantos religiosos, o llantos de bebés y los números del bingo13. Muchos de los primeros grupos se disolvieron y muchos se unieron creando nuevos grupos. Muchos compañeros, directivos, project managers se fueron, pero hicieron posible que hoy seamos lo que somos, dejaron un recuerdo y aportaron un granito de arena a lo que hoy es Arbusta. Un día, en un taller de capacitación de redes, nos pidieron que hiciéramos un proyecto. Junto con Gimena14, tomamos Arbusta y la mejoramos, soñamos. Casualmente, nuestro proyecto era que Arbusta llegara al mundo y, a los dos años, se estaba abriendo Arbusta en Medellín (Colombia). Éramos una pequeña semilla y, ahora, somos un árbol que da sus frutos, que sigue fortaleciéndose, y nutriéndonos de experiencias, siendo siempre capaces de enfrentar nuevos desafíos, nuevos retos y objetivos, creciendo en la sofisticación de nuestros servicios. Somos de lugares y realidades diferentes, tenemos diversidad de edades y demás, pero convivimos. Sí hay roces o, en algún momento, puede haber falta de comunicación, pero seguimos siendo uno. Arbusta no es solo un espacio donde ir a trabajar sino más bien una familia, con sus diferencias, donde cada uno tiene su lugar, y donde todos podemos ser y crecer en tiempos diferentes, pero siempre conectados y buscando la excelencia en lo que hacemos. Hoy creo que, para los que están desde el principio, es un sueño cumplido. Este momento de reunión entre Rosario y Buenos Aires se pedía desde hace mucho; se tardó en llegar pero se llegó y es una satisfacción poder vivirlo. Pasamos por tormentas y días soleados, y aún seguimos de pie, creciendo», remataba Diana conversando con Gonzalo, allá sobre el final del 2017.
«Una de las certezas de las que partimos como fundadores era nuestra convicción de que se podían unir piezas diferentes en un modelo de negocio que promoviera la transformación personal», señalan Paula, Federico y Emiliano.
Betiana Tetti15 explica, desde sus vivencias, el impacto que tienen el trabajo y la tecnología en el terreno de la economía social cuando se aúnan la eficiencia en el trabajo con la felicidad de los trabajadores: «Este año comencé teatro y taller literario y soy tremendamente feliz. Son disciplinas que, por miedo, nunca me había animado a realizar y, ahora, me complementan de una manera hermosa junto al trabajo. Ambas me dan herramientas para desenvolverme y ser una persona más completa. Me parece importante darle lugar también a las cosas que uno ama: una banda de música (en mi caso, Green Day) o saber sobre una persona que admire mucho (por ejemplo, Alfonsina Storni). Hay que explorar qué cosas te hacen feliz y darle para adelante con eso».
Betiana continúa su relato, ahora con foco en el ámbito laboral, enmarcada en un paradigma económico que dignifica más allá de la figura jurídica que asuma la empresa: «Para mí, el trabajo es dignidad. Ir a trabajar no solo significa cumplir con mis tareas y ya, sino que es más que eso: es compartir momentos con el otro, es asumir riesgos y desafíos. Es tomar decisiones. Es enfrentarse con cosas lindas y cosas que nos cuestan más. El trabajo es una parte muy importante de mi vida y, en este momento, estoy feliz de formar parte de Arbusta porque no solo hago lo que me gusta sino que, también, tengo un excelente ambiente laboral. Día a día, aprendo lecciones no solo técnicas sino también de vida, y eso no tiene precio. Disfruto mucho ir a trabajar y creo que es hermoso poder compartir ese sentimiento con los demás, porque siempre se escuchan risas