La actualidad del padre Juan de Mariana. Francisco Javier Gómez Díez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Francisco Javier Gómez Díez
Издательство: Bookwire
Серия: Actas UFV
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418360176
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con su éxito; por eso participamos en él y presentamos hoy sus actas, porque la labor de la Universidad no puede reducirse a la docencia ni a la investigación, por mucho que esta, profunda, real, sincera y arriesgada, sea el fundamento de la verdadera enseñanza. Si la investigación genera ideas dirigidas a los especialistas y a la discusión con estos, luego debe hacerse servicio proyectando sus frutos en diversas áreas —también la docente— y dirigiéndose al gran público; se refleja en congresos, simposios y conferencias, en columnas de opinión, en reseñas, artículos, ensayos y libros, en debates, entrevistas y correspondencia. Es decir, la Universidad enseña y estudia, y al hacerlo constituye ese tan repetido «ayuntamiento» que solo cobra su auténtico sentido como alianza de servicio. Los universitarios —profesores y alumnos—, si se desentienden de los problemas sociales, se convierten en zánganos inmorales e innecesarios. Convencidos de esto, nos sentimos orgullosos de que Francisco de Vitoria fuera, antes que ninguna otra cosa, un maestro que hizo de la vocación de servicio el centro de su ideal universitario: conciencia crítica y creadora de la realidad, diríamos en un lenguaje actual.

      Releyendo el prólogo con el que Juan de Mariana presenta la versión castellana de su Historia general de España, caí en la cuenta de que tres de los rasgos con los que caracteriza su obra podían servirme para hacer yo lo mismo. Escribe Mariana:

      El trabajo puedo yo testificar ha sido grande, la empresa sobre mis fuerzas, bien lo entiendo; mas ¿quién las tiene bastantes para salir con esta demanda? Muchos siglos, por ventura, se pasaran como antes si todo se cautelara. Confío que si bien hay faltas, y yo lo confieso, la grandeza de España conservará esta obra; que a las veces hace estimar y durable la escritura el sujeto de que trata.

      Sin duda, esto debieron pensar Julián, José Luis e Ignacio cuando se aventuraron a organizar el congreso. El trabajo superaría las fuerzas de los comprometidos y las de cualquier otro que se lo planteara, pero el exceso de cautela solo conduciría a posponer sine die un proyecto que valía la pena. El resultado final les agrada, pero les deja, sin duda, insatisfechos, esperando que lo que no se haya alcanzado lo compense la riqueza del autor estudiado y las múltiples dimensiones que su obra posee.

      Unas líneas más arriba, comparando a los españoles con otros pueblos y al texto original latino de su obra (Historiae de rebus Hispaniae) con la traducción al castellano que presenta, en 1601, a Felipe III, Mariana sentencia: «[…] cada ralea de gente tiene sus gustos, sus aficiones y sus juicios».

      Cuatro siglos después, nos vemos obligados a sustituir ralea por un término más acorde con nuestra época, pero el congreso confirma la observación de Mariana. Son veintiún trabajos de filósofos, historiadores y economistas, de múltiples instituciones y países, que elogian y critican a Mariana; que le siguen con cuidadoso método o, como modernos cocineros, lo deconstruyen; que lo analizan en su tiempo y lo usan como pretexto para desarrollar sus inquietudes; que lo comparan con sus contemporáneos y rastrean su presencia en autores muy posteriores; que describen a vuelapluma su tiempo o buscan rastrear lo profundo de su intimidad o las paradojas de su circunstancia. En definitiva, ralea de gente de gustos, aficiones y juicios diversos, como diverso fue sin duda el personaje que les ha interesado.

      Nacido en Talavera de la Reina, en 1536, estudió artes y teología en la Universidad de Alcalá y, a los diecisiete años, ingresó en la recién aprobada Compañía de Jesús, compartiendo el noviciado con Luis de Molina. Con él discrepará y se cruzará en repetidas ocasiones, tantas como aparecen vinculados en los trabajos que hoy presentamos. Llamado a Roma por el segundo prepósito general jesuita, el padre Diego Laínez, enseñaría en esta ciudad, en Sicilia y en París, hasta regresar, en 1574, por supuestas razones de salud, a España. Desde entonces, prácticamente recluido en la casa profesa de Toledo hasta su muerte, en 1623, se concentró en la labor pastoral y en el estudio. Era consciente, en pleno apogeo de la monarquía de Felipe II, de los graves problemas teóricos asociados a las nuevas formas políticas, y en ellos centró su atención. Si buena parte de su tiempo lo dedicó a la redacción de su Historia, otras muchas labores intelectuales le ocuparon. Entre ellas destaca De rege et regis institutione (1599), donde presenta su famosa reflexión sobre el tiranicidio, analizado en nuestro congreso por Pablo Font Oporto y Fernando Centenera Sánchez-Seco.

      Esta obra, De rege, quizás no nace directamente de su experiencia parisina, pero está marcada por haber sido Mariana testigo de los enfrentamientos entre católicos y hugonotes que desembocaron en la Noche de San Bartolomé, el 24 de agosto del año 1572. Es, además, origen de su prolongada buena y mala fama internacional. Sobre ella escribe Harald E. Braun y, analizando cuestiones más específicas, rastrean su influencia otros trabajos del congreso.

      En 1578 había recibido el encargo de informar sobre la heterodoxia de la Biblia políglota del humanista Benito Arias Montano. Tras dos largos años de trabajo, el informe será favorable y tan bien fundamentado que otros delicados trabajos del mismo cariz se le encomendarán: la supervisión de un Manual para la administración de los sacramentos, la corrección de las actas de los concilios diocesanos de Toledo o la redacción del Índice expurgatorio de 1584.

      Su sentido de la responsabilidad, que tantas veces agravó su dureza de carácter, le reportaría problemas con la Corte y, a título póstumo, con su propia orden. Su tratado De monetae mutatione le llevaría año y medio a prisión por orden del duque de Lerma, valido de Felipe III; y la publicación, en 1625, de su Discurso de las cosas de la Compañía le convertiría, durante tres siglos, en blanco de las sospechas y las críticas de otros jesuitas. Si varios trabajos del congreso estudian a Mariana en el seno de la orden de la que formó parte —así lo hacen David Martín López y Francisco Javier Gómez Díez—, su concepción de la política y la responsabilidad del gobernante es estudiada por José Luis Villacañas en el trabajo que abre estas actas.

      Otras muchas cuestiones nos han interesado, aunque sabemos que no tantas como a Mariana, y tememos que, quizás, no tan importantes.

      Si Mariana, en el prólogo ya citado, escribe al rey: «Ninguno se atreve a decir a los reyes la verdad; todos ponen la mira en sus particulares […]», es lógico que ese espíritu, crítico con reyes, superiores religiosos, validos, hermanos de religión, colegas y rivales que llevó a ver en Mariana un hombre de «santo celo y libertad al hablar cuando y como no conviene» (P. Claudio Acquaviva, S. J.) y, en una dirección algo distinta, uno con el que «para tener paz era menester sin replica hacer todo cuanto quería» (P. Diego de Avendaño, S. J.), genere resultados académicos tan críticos como diversos.

      Esperamos que algo de lo mejor de este espíritu se vea reflejado en las actas del congreso internacional «La actualidad del padre Juan de Mariana».

      PRÓLOGO

      ORIGEN DEL PROYECTO

      Al comienzo del curso escolar 2016/17, exactamente el 27 de octubre de 2016, un grupo de profesores nos reunimos a comer en Talavera de la Reina. El convocante de dicha comida, José Luis Pozo Fajarnés, nos propone llevar a cabo un congreso sobre la obra del padre Juan de Mariana. Otro compañero y gran amigo, Julián Rodríguez Ortega, se muestra tan entusiasta y convencido que pienso que es inevitable colaborar en esa tarea.

      Tengo algunas fotos de ese día y conservo una hoja con las anotaciones que tomé durante aquella primera toma de contacto. En aquel folio, escrito a modo de «lluvia de ideas», escribí esta pregunta: «¿Qué sé yo de Mariana?». Debajo hice una pequeña lista: «Da nombre al instituto más antiguo de Talavera. Jesuita. Su padre era cura. Placa con su nombre en la basílica del Prado. Escribió sobre si es lícito matar al tirano».

      Voy a añadir otras dos confidencias. Durante los meses de preparación, tanto Julián como José Luis vivieron situaciones familiares de diverso signo: el primero recibió la noticia de la llegada de su segundo hijo —con sus lógicas responsabilidades—, y Josechu conciliaba las múltiples gestiones congresuales con la atención necesaria a su hermano, que sufría el proceso final de una enfermedad que terminó por llevárselo.

      ¿Por qué cuento estos