Ética en las profesiones. Fabio Orlando Neira Sánchez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fabio Orlando Neira Sánchez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789588572710
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la acción de los profesionales (se anexan los códigos de ética vigentes a la fecha en Colombia).

      Vale la pena resaltar que, aunque hoy en día con más frecuencia nos enfrenamos a dilemas de orden ético en el ejercicio de la profesión, este texto no pretende agotar ni delinear un plan de acciones destinadas, a manera de recetario, a resolver esos dilemas; sólo recoge pautas de reflexión que en el marco del actuar ético le permitan a los sujetos, particularmente formandos en una profesión, reflexionar en el ámbito de una condición de sujeto social, sobre las implicaciones de la toma de decisiones en los escenarios profesionales personal y colectivo.

      Los compiladores

      Contextos contemporáneos

      para la enseñanza y aprendizaje

      de la ética en las profesiones

      Wilson Acosta Valdeleón {*}

      Fabio Orlando Neira Sánchez {*}

      INTRODUCCIÓN

      La ética profesional es por definición una ética aplicada y con esto se quiere decir que el conocimiento ético es transferido al escenario de la vida laboral y social para orientar la reflexión sobre el actuar del profesional. Entonces, afirmar esto implica que la reflexión ética sobre el actuar profesional es una reflexión situada, esto es, que debe producirse no en abstracto, sino en condiciones específicas de tiempo y lugar, de un aquí y un ahora cuando la reflexión cobra o pierde toda su validez (Blazquez, 2000).

      Aunque parezca una verdad de Perogrullo, éste es un principio habitualmente desconocido a la hora de enfrentar la reflexión en las aulas universitarias, en las cuales, generalmente, se prefiere partir desde la teoría filosófica como fuente que fundamenta la reflexión, para luego enfrentarse con la realidad en la que será puesta a prueba. El asunto que preocupa es que en muchos casos la discusión ética sobre la vida profesional tiende a girar más sobre un contexto filosófico olvidando, o por lo menos, sin atribuir peso suficiente a los contextos económicos, políticos y sociales en medio de los cuales se desenvuelve la vida profesional actual.

      No es difícil advertir que las últimas décadas han traído un sinnúmero de cambios en todos los órdenes de la vida social, que para muchos autores configuran la transición a una nueva forma de sociedad. El paso a una nueva forma social ha sido descrito a través de diversas metáforas que refieren cada una de ellas a mutaciones específicas que ha venido sufriendo la sociedad mundial. Por tanto, cuando se ilustran los cambios en la producción de la riqueza se habla del tránsito entre una sociedad industrializada y otra de la información y el conocimiento; cuando se aborda el tema de la producción se alude al tránsito entre el fordismo y el taylorismo, hacia las nuevas formas de producción posfordistas; cuando se estudia su magnitud y complejidad se hace relación a la transición entre el mundo de los estados nacionales y el mundo globalizado; cuando se analizan las transformaciones en los Estados se hace alusión al tránsito entre el Estado benefactor y el Estado neoliberal; y cuando se habla de los cambios culturales se alude a la transición de una sociedad moderna a otra posmoderna.

      La transición ha sido vertiginosa y, por tanto, desconcertante. Muchos de los vectores de cambio que han surgido en cada uno de los factores mencionados anteriormente han operado con celeridad y aún continúan en transformación, sin que se pueda advertir claramente su dirección. No obstante esta celeridad, todos los sistemas sociales han reaccionado rápidamente ante las demandas que emergen de tales cambios y, aunque en muchas ocasiones no exista plena certitud sobre tales demandas, y así sea bajo la forma de la profecía prospectiva se han comenzado a delimitar las primeras líneas del boceto del nuevo sujeto que se desea construir.

      Si la reflexión sobre la ética profesional es una reflexión situada en un tiempo y un espacio concretos, es menester advertir que las transformaciones que están ocurriendo en todos los ámbitos de la vida social deben ser, sin lugar a dudas, el escenario en el que ellas deban producirse. La Universidad no puede mantenerse de espaldas a las transformaciones que están ocurriendo y debe actualizar, no solamente los contenidos conforme avanza el conocimiento, sino que también está obligada a actualizar los contextos que le sirven de escenario justificativo a esos contenidos.

      En este capítulo, buscamos contribuir con este segundo propósito, es decir, queremos bocetar a partir de cinco vectores de cambio el diagrama de lo que pueden ser los nuevos contextos en medio de los cuales situar la reflexión sobre la ética profesional actual. Para cada vector de cambio se han intentado enunciar las condiciones de posibilidad de su emergencia, caracterizar los principales síntomas que evidencian el cambio y lo más relevante se han tratado de hacer derivaciones sobre el sujeto profesional que está siendo demandado y las implicaciones que esto trae para la vida profesional.

      DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL A LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO

      No resulta aún muy claro cuándo el capitalismo comenzó un proceso de mutación que lo llevó a desplazar el centro duro de la creación de riqueza desde el aparato de producción industrial al de circulación de la información y generación del conocimiento. Análisis tempranos como los de (Bell, 1973) (Touraine, 1973) (Castells, 1995) ponen el punto de partida de esta transición en disimiles momentos, que van desde la crisis petrolera, las revueltas parisinas de mayo del 68, los sucesos de China, la primavera de Praga, el movimiento Hippie o la crisis del petróleo en 1973. No obstante, sin que se pueda encontrar un momento preciso de iniciación, todos estos análisis tempranos coinciden en advertir el cambio profundo que se produce en los años setenta en las estructuras sociales y productivas del mundo desarrollado.

      Estos cambios están signados, de un lado, por un proceso de tercerización de las actividades económicas y, por tanto, de la producción del PIB; y por el otro, en el hecho fehaciente del aparecimiento masivo del trabajo inmaterial (Drucker, 1994). Uno de los más agudos observadores del capitalismo había advertido desde los años sesenta las primeras señales del cambio: el advenimiento de la sociedad postcapitalista.

      Pero, los cambios estaban ocurriendo a mayor velocidad de lo que los análisis podían captarlos. Los años ochenta constituyeron un escenario vertiginoso para la expansión de Internet, el desarrollo mundial de la telefonía celular, el desarrollo de la nanotecnología y, en general, la utilización masiva de las tecnologías de la información y la comunicación. Así, muy temprano, en los años noventa se comenzó a constatar un acelerado fenómeno de intercomunicación en red en todo el planeta, al cual se llamó con el pomposo nombre de sociedad de la información.

      La sociedad de la información que, como política ha surgido y se ha consolidado en algo más de una década, ha intentado articular en una red global de carácter tecnocibernético a todos los habitantes del planeta, en pos de facilitar la construcción de una inteligencia colectiva (Levy, 2007). semejante anhelo demanda la construcción de un nuevo sujeto de la información: aquí nos referimos a un sujeto que sea capaz de comprender el papel que juega la información en el mundo de hoy, a la vez, que comprenda la riqueza multifacética que ella encierra. Por tanto, tal sujeto debe ser capaz de hacer búsquedas complejas de información, teniendo que seleccionar en el mar de bites lo que es pertinente y desechar lo que no lo es; pero, más allá debe ser capaz de organizar esa información homologándola, jerarquizándola y haciéndola apta para su transformación y posterior expresión.

      Un poco más tarde comenzó a circular en el mundo académico un nuevo nombre para esta forma social. Los analistas lógico simbólicos concluyeron que el nombre de sociedad de la información no recogía la extensión ni la profundidad de los cambios que estaban sucediendo y decidieron ir más allá de lo evidente, es decir, la información, para concentrarse en los procesos de mutación del sistema capitalista mismo. Desde entonces y otra vez siguiendo a Drucker, se acuñó paralelamente la categoría de sociedad del conocimiento.

      La academia pudo advertir rápidamente que la información por sí misma no era la fuente principal de construcción de riqueza, sino el conocimiento que a partir de ella se podría producir. Entonces, el análisis se centró no sólo en la capacidad de conectividad a la red cibernética, sino también en la capacidad de las organizaciones para producir conocimiento