En la mayoría de los países latinoamericanos, tradicionalmente caracterizados por la importancia de las ocupaciones informales, los lazos comunitarios han cubierto, si bien parcial y fragmentariamente, los déficits incurridos por el Estado en materia de protección social. En este contexto se ha empleado el concepto de vulnerabilidad para captar con mayor precisión el impacto provocado por las reformas estructurales de los 90 –en materia de apertura externa, privatización y desregulación–, en tanto éstas conllevaron una mayor exposición a riesgos por parte de una gran masa de la población.[1]
Si bien el caso argentino se muestra como distinto a las imágenes tradicionales de América Latina, y tampoco coincide con las europeas, creemos que la noción de vulnerabilidad presenta ciertas potencialidades, en tanto nos invita a un abordaje multidimensional y procesual –diferente a la estaticidad del concepto de pobreza–, y nos permite incluir sectores no necesariamente carentes de recursos básicos para su subsistencia pero expuestos a procesos de exclusión. En áreas donde la ruralidad tiene un peso importante, el empleo del concepto nos permite dar cuenta de los impactos de los profundos cambios acontecidos en los mercados de trabajo agrarios, que se suman a sus debilidades de larga data en términos de generación de empleo.
Nuestro trabajo de investigación se centró entonces en sujetos que iniciaron la actividad agropecuaria desde una situación de vulnerabilidad, reconociendo que ésta asume diferente intensidad según los casos, hasta englobar hogares en los cuales se percibe una importante acumulación de desventajas (Saraví, 2006). Nos guiaban, entre otros, los siguientes interrogantes: ¿Qué mecanismos desarrollan estos sujetos para hacer frente a las barreras de acceso al sector? ¿Cuál es la relevancia de las redes sociales en que participan en el inicio de la actividad agropecuaria y en el grado de consolidación de sus emprendimientos? ¿Cuál es el significado de la actividad agropecuaria dentro de sus estrategias familiares de vida? ¿Existe un proceso de construcción de nuevas identidades, asociada al desarrollo de esta actividad? ¿Cómo impactan procesos más generales sobre la viabilidad de tales estrategias?
En los siguientes capítulos se abordan algunos de estos interrogantes. El denominador común que los caracteriza es el intento de articular conceptos teóricos con el material empírico, extrayendo algunas implicancias para las políticas públicas y las estrategias de intervención. Se combinan diferentes niveles de análisis, aunque el énfasis en el nivel micro o macro aparece más o menos reforzado, según el eje temático de cada capítulo.
La primera contribución del volumen, “Trayectorias vitales y microemprendimientos agrarios. Interfases micro-macro en los pueblos pampeanos”, considera a las actividades productivas autónomas como punto de llegada de trayectorias ocupacionales previas, en donde éstas “sintetizan” el aprovechamiento que los sujetos pueden hacer de la estructura de oportunidades existente, a partir de la puesta en juego de sus capacidades profesionales y sociales, así como de sus subjetividades y proyectos vitales (Novick y Benencia, 2001). Así, las trayectorias no sólo cobran relevancia para entender la peculiar mirada de los sujetos sobre los emprendimientos desarrollados, sino también para “leer”, a partir de éstas, tendencias hoy presentes en las áreas rurales pampeanas.
El siguiente capítulo, “Redes sociales y autoempleo agropecuario en sectores vulnerables” aborda la problemática de los vínculos establecidos desde dos puntos de vista: como forma de acceso a diferentes bienes y servicios, y como mecanismos de construcción de identidad. Combina así una dimensión de índole instrumental con otra simbólica; para ello, examina el contenido de las relaciones (alrededor de ciertos ejes como son la cooperación, la confianza, el conflicto), así como su carácter (simétrico/asimétrico), en función de las (posibles) disparidades de recursos –en sentido amplio– entre los sujetos involucrados en tales intercambios.
“La construcción social del mercado en nuevos productores en situación de vulnerabilidad” es el tema central del siguiente capítulo, que aborda una dimensión de gran pertinencia y resaltada como problemática por la mayoría de los informantes consultados. El análisis toma un emprendimiento asociativo hortícola como base para desarrollar reflexiones más generales, analizando los desafíos a superar en el establecimiento de canales de comercialización y el rol asumido por las instituciones locales. Asume una perspectiva diacrónica –considerando los problemas que se fueron planteando, ya sea desde la oferta como desde la demanda–, y el grado de ajuste de los mecanismos que se van delineando al perfil de los sujetos que protagonizan el emprendimiento.
El cuarto capítulo, “Los microemprendedores y sus estrategias en el contexto de las transformaciones productivas pampeanas”, considera algunas características centrales de la evolución de la estructura agraria de esta región que permiten comprender las estrategias delineadas por los actores para hacer frente a las barreras de acceso a la actividad y posibilitar su permanencia. Tales rasgos contribuyen a entender la viabilidad de sus iniciativas y los “márgenes de acción” efectivamente disponibles. Desde otro punto de vista, permiten plantear algunas hipótesis en relación a la capacidad de inclusión del agro pampeano actual.
El rol de las instituciones presentes en los espacios rurales es analizado por el siguiente capítulo, “Desarrollo local, autoempleo y políticas educativas: Un acercamiento a los CEPT y CEA de la provincia de Buenos Aires”. Su autora aborda la implementación de las políticas de educación agraria en relación con el desarrollo local, centrándose en dos tipos de establecimientos de educación media, los Centros Educativos para la Producción Total y los Centros de Educación Agrícola de la provincia de Buenos Aires. Compara las propuestas educativas y las actividades que se llevan a cabo relacionadas con el fomento del desarrollo local y el autoempleo, teniendo en cuenta la importancia que éstas adquieren en algunos de los emprendimientos analizados.
Por último, el capítulo 6, “Algunas cuestiones que inciden en el accionar de los programas sociales y de desarrollo rural” nos invita a reflexionar sobre las diferentes dimensiones que afectan la concepción e implementación de los programas destinados a los sectores subordinados del agro, a través del análisis de sus aspectos institucionales, objetivos, los perfiles de sus beneficiarios y las competencias profesionales de los agentes que en ellos intervienen. Los resultados a los que arriban los programas son así visualizados como una consecuencia de un juego en donde interactúan estos y otros elementos, de allí que su reconocimiento resulta de interés para contribuir a entender la lógica y funcionamiento de los mismos.
El panorama que surge de estos abordajes es plural e ilustra la complejidad del desarrollo rural planteado en un sentido abarcativo e incluyente. Nos remite a la pertinencia de los estudios sobre los sujetos sociales agrarios, ya sea “nuevos” o “preexistentes”, en un país como la Argentina, donde la vitalidad del campo –en el sentido restringido del término y también como ‘campo’ de estudio– es, sin lugar a dudas, innegable.
Bibliografía
Castel, R. (1997), La metamorfosis de la cuestión social, Buenos Aires, Paidós.
Kaztman, R., F. Filgueira, G. Kessler, L. Golbert y L. Beccaria (1999), Vulnerabilidad, activos y exclusión social en Argentina y Uruguay, Santiago de Chile, Oficina Internacional del Trabajo.
Novick, M. y R. Benencia (2001), “Nota de los editores”, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, año 7, Nº 13, pp. 3-4.
Pizarro, R. (2001), La vulnerabilidad social y sus desafíos: una mirada desde América Latina, CEPAL, Serie Estudios estadísticos y prospectivos Nº 6.
Saraví, G. (2006), “Nuevas realidades y nuevos enfoques: exclusión social en América Latina”, en Gonzalo Saraví (ed.), De la pobreza a la exclusión. Continuidades y rupturas