Tao Te Ching - Anotado, comentado e ilustrado. Lao Tzu. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lao Tzu
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789876480963
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suaviza el

      resplandor, se adapta al polvo.

      Tan hondo parece, y sin embargo siempre está presente.

      No se sabe de quién es hijo.

      Parece anterior a los dioses.

      La idea de vacío es fundamental en el pensamiento taoísta. Lao Tzu nos deja el siguiente aforismo:

      Para conocimiento, agrega un poco cada día.

      Para sabiduría, quita un poco cada día.

      La sabiduría llega a partir del vacío, de la depuración. Muchas actitudes deben ser eliminadas de nuestra forma de vivir pues estorban y no permiten el ingreso de nuevas perspectivas. La mayoría de estas actitudes son incluso ajenas, no nos pertenecen. Las hemos incorporado a nuestro obrar diario bajo la forma de costumbres.

      Supongamos que poseo un recipiente lleno de veneno líquido. Si agrego agua a ese recipiente éste rebalsará. Si quito un poco de veneno y agrego agua, la mezcla será intomable. Pero si vacío el recipiente, luego podré llenarlo con agua y beberlo tranquilamente. Quitando el veneno logro el vacío que me permite llenar mi recipiente con agua, con vida, con sabiduría. Si nos dedicamos solo a acumular veneno, entramos en el juego del deseo, la acumulación infinita y el envenenamiento.

      Consideremos nuestra vida actual como un recipiente lleno que debe ser vaciado.

      Seleccionando, quitando, dejando, soltando, tomamos cada vez más conciencia de la profundidad de nuestra vida. Al principio nos parece lejana e inalcanzable. Lao Tzu recuerda que esto es una ficción: la vida siempre está presente, está ahí, es lo más cercano, nos rodea en todo momento.

      Cuando somos plenamente concientes de la vida que nos rodea, podemos llenar nuestro vacío recipiente con ella. Lo maravilloso, dice Lao Tzu, es que el recipiente nunca se llena... La vida es un recipiente inagotable e inabarcable de sabiduría. Cuando el vacío se expande también el recipiente cambia.

      ¿Qué tal si dejamos de llenar el recipiente y comenzamos a vaciarlo?

      Chuang Tzu, el discípulo de Lao, nos ha dejado este hermoso texto:

      Si un hombre está cruzando el río

      y un bote vacío colisiona el suyo,

      incluso aunque sea un hombre de mal genio,

      no se encolerizará mucho.

      Pero si ve a un hombre en el otro bote,

      le gritará para evitar el choque.

      Y si éste desoye sus advertencias, vociferará

      una y otra vez, y empezará a maldecir.

      Y todo porque hay alguien en ese bote.

      Así pues, si ese bote hubiese estado vacío,

      no hubiera gritado,

      ni se hubiese encolerizado.

      (...)

      ¿Quién puede librarse a sí mismo

      de las metas y de la fama

      y descender y perderse

      entre las multitudes?

      El que así lo haga fluirá, como el Tao, sin ser visto,

      discurrirá como la vida misma

      sin nombre y sin hogar.

      Simple es, sin distinciones.

      A los ojos de todos aparece como un tonto.

      Sus pasos no dejan huella.

      No tiene poder alguno.

      No alcanza nada, no tiene fama.

      Puesto que no juzga a nadie,

      nadie le juzga.

      Así es el hombre perfecto,

      Lao Tzu, el maestro supremo. A su izquierda encontramos a Buda, a su derecha, a Confucio.

      6 Osho, El bote vacío, Gulaab, España, 1998.

      Ni el cielo ni la tierra muestran benevolencia.

      Tratan las cosas del mundo como si fueran perros de paja.

      Tampoco el sabio es benevolente.

      Trata a las personas como si fueran perros de paja.

      El espacio entre el cielo y la tierra es como un fuelle, exhala vacío sin cesar.

      Cuanto más se lo mueva, tanto más exhalará.

      Más se habla de él y menos se lo alcanza.

      Es mejor mantenerse en el centro.

      Lao Tzu evoca en este capítulo el ritual de los “perros de paja”. Los primeros taoístas utilizaban animales de paja o papel en sus sacrificios a la naturaleza. Se creía que esos animales simbólicos atraían las malas influencias, por eso, posteriormente los muñecos eran quemados. A través de la acción del fuego (que representa a Tao) se suponía que dichas influencias eran eliminadas produciendo una “transformación”.

      Las personas también son tratadas por el sabio como seres en transformación. Poseen malas influencias y deben transformarse. El fuego era un medio para llegar al equilibrio y al vacío, una manera de transformar lo malo y llevarlo a la armonía del centro.

      El maestro nunca muestra benevolencia, sólo se limita a dar el ejemplo con su acción. Se puede beber de su sabiduría pero no esperar de él ningún tipo de favor o benevolencia. Lao Tzu no se dedica a “dar de comer en la boca”, es un guía indirecto, lo único que hace es dar señales. Habla de vida pero sostiene que lo mejor es no hacerlo.

      Este capítulo del Tao Te Ching nos deja el siguiente mensaje: no esperes que un maestro te transforme, toma las riendas de tu vida y transfórmate tú mismo.

      Dejar de depender y tomar partido por nuestra vida es ya una transformación. Implica someterse al cambio dejando de lado costumbres que nos han sido impuestas. Cuando esta transformación tiene lugar, ya se ha dado un paso hacia Tao, hacia la propia vida. A medida que se avanza, Lao Tzu recomienda mantenerse en el centro. Es interesante notar que el taoísta no impone, no da órdenes, no dice “debes mantenerte en el centro” como harían las religiones organizadas. Sólo señala lo que cree pertinente dejando que el lector guíe su propia experiencia. En este sentido, el Tao Te Ching enseña la libertad.

      El valle y el espíritu del valle nunca mueren.

      Ambos forman la madre secreta.

      La puerta de la madre secreta

      es la raíz del cielo y de la tierra.

      Sutil, ininterrumpidamente, permanece, perdura.

      Se usa pero nunca puede ser consumida.

      “¡Tonto, la senda no es ni esta ni aquella!”

      Omar Khayyam

      El valle y el espíritu son los dos elementos que conforman nuestro plano: el Yin y el Yang, femenino y masculino, negativo y positivo, frío y caliente, inferior y superior, etc. Como opuestos complementarios conforman la madre secreta: nuestra naturaleza,