Publicado por:
www.novacasaeditorial.com
© 2020, Eleanor Rigby
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Sílvia Vallespín
Noelia Navarro
Portada
Vasco Lopes
Maquetación
María Alejandra Domínguez
Corrección
Bileysi Reyes
Primera edición en formato electrónico: Abril de 2020
ISBN:978-84-18013-41-6
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Desvestir
al Ángel
DESDE MIAMI CON AMOR II
Eleanor Rigby
Índice
1 Los beneficios de escuchar detrás de las puertas
3 Galletas de la suerte y arroz a la cubana
5 El que quiere ganar, y el que quiere hacerlo bien
7 Del cero al cien y del cien al cero
9 El momento perfecto no existe
10 Piernas, para qué os quiero
11 Veinte centímetros de amor, y una noche desesperada
14 Too much love will kill you
18 Hiroshima y Nagasaki fueron juntas
21 El romanticismo está sobrevalorado
Prólogo
La gente aún se extrañaba cuando veía unos pies tan pequeños en una mujer más alta que la media. Pero es que Mio no entraba en esa media. No entraba en ninguna media en general, porque las rompía solo subiéndoselas por las piernas a tirones, y cuando salía a la calle con los vestidos a pelo. De esto se quejaba su piel sensible, a los cambios de temperatura, un padecimiento que sufrían todas las partes de su cuerpo, excepto esos minúsculos y ridículos pinreles. Siempre los tenía calientes.
Los pies de Mio habían pisado el suelo del infierno al corretear por el borde de la piscina en pleno verano, cuando los azulejos ardían. Estaban preparados para caminar por las losas de la cocina estando recién fregada. Adoraba hundirlos en la arena de la playa y sonreír porque le hacían cosquillas.
Desde luego que Mio sabía cómo torturarlos, y estos sabían cómo resistir. Por eso, el nuevo escenario no era nada nuevo ni especial
para ellos.
Bailar una canción de La Oreja de Van Gogh sobre la barra de un bar no era una de sus actividades comunes. Mio nunca antes pidió a un camarero que pusiera a su grupo musical preferido, ni jamás se puso borracha como una cuba, ni mucho menos había pisado una mesa descalza... Pero en ese momento, tanto sus pies como ella, estuvieron de acuerdo en que podrían acostumbrarse.
—¡Súbete un poco la falda, guapa! —gritó uno de los cabezones que la admiraban de lejos.
Corrección: de lejos, no. Mio no era ninguna obra de arte que valorar a distancia, sino una principiante en eso del striptease. Su público se congregaba bajo la barra, tan cerca que se los