Él respeta sus opiniones. Cree en ella y por eso siempre fue fiel con Eliz. Cierta vez le confesó su adulterio. Probablemente, fue algo estúpido e injusto respecto a ella. Así se lo dijeron unánimemente los amigos… Se divorciaron, pero no se separaron. Puede ser que pronto y vivirán separadamente, pero, acaso, podrán estar largo tiempo sin verse el uno al otro. Sí, habrá que acostumbrarse a esta idea y aceptar lo inminente, no existe más una muy plena y completa familia. Hay solamente unos buenos recuerdos y un vacío. Este que ha de ser llenado con la vida futura. Solamente este nicho no debería ser ocupado por la vanidad, la que siempre está tirando a expulsar lo más valioso que hay en la vida, el amor verdadero.
No quisiera uno pensar en lo amargo. No podía encontrar una solución, creyendo que el tiempo se lo diría, cómo debía actuar. Todo se arreglaría. No pudo hacerla feliz. Sigue queriéndola, aunque tiene relación con otra mujer. Aquí está su contradicción. Su cruz que la lleva a cuestas. Ama a una, pero quiere con ardor a la otra. La ama, porque son almas gemelas; compartían sus sueños en una cama. La quiere, por el hecho de que ella dio a luz a Elián…
¡Eh, levántate, dormilón! Tú mismo me pediste que te despertara más temprano. ¿O te has olvidado que deberíamos ir a Camagüey?
* * *
A principios de los noventa, después de desmoronarse el campo socialista, Fidel Castro ordenó que debiera sobrevivir.
La brusca reducción en el intercambio de mercancías con los ex aliados impactó en Cuba mucho más fuerte que el embargo de los yanquis. El país donde dominaba el monocultivo, donde no crece nada, salvo la caña de azúcar, el café y el tabaco, perdió los mercados de suministro.
Fidel, amigo de las paradojas, encontró varios métodos capitalistas de ayuda al socialismo, gracias a los cuales Cuba pudo resistir. Introdujo la libre circulación de divisas, permitió funcionar a las pequeñas empresas y empezó a atraer a inversionistas extranjeros en el área del turismo. Además, el estado mantenía en sus manos las carteras de control de todos los hoteles. Hasta permitió a sus irreconciliables enemigos ideológicos, a la diáspora de Miami, enviar dinero a sus familiares a Cuba.
Pronto Castro creó una alianza política con Hugo Chávez, líder venezolano, que escapó de la tutoría de los EE.UU., después de sentir las crecientes ambiciones imperiales de Rusia, copiadas del modelo de la política internacional de la Unión Soviética, él concibió que los buenos viejos tiempos están retornando. Predecir esto no era tan fácil, pero los experimentados ajedrecistas deben tener a su alcance numerosas jugadas adelantadas. Los yanquis se precipitaron a dar por perdido al “Barbudo”. Pero no fue así.
Primero, Fidel ayudó a su amigo Chávez a comprar a los rusos una partida de cien mil fusiles de asalto “Kalashnikov”. A ninguna persona en el mundo le surgió duda alguna contra quien estarían apuntados esos cañones, la mitad del territorio de Colombia se hallaba bajo el control de los guerrilleros. Muchos de los Comandantes de los rebeldes se cubrieron de barro por las relaciones con los capos de la droga de Cali y Medellín. El peso y la influencia de Castro en la región disminuyeron en el período del principio de los noventa. Hay que decir, se reanimaron y con cada año, iban creciendo enormemente.
Fidel en este sentido parecía ser el ave Fénix, el que siempre está en vela y despejado. Hasta cuando todos en torno suyo duermen y están algo loqueados, y, puede ser, especialmente en momentos como estos…
Naturalmente, los fanáticos de los coches en Cuba se movían en carcachas y las amas de casa miraban los antiquísimos televisores. Sea como sea, la mayoría de la gente estaba dispuesta a sufrir las incomodidades domésticas y la muy larga parada en los años cincuenta, ya que Fidel personificaba la mentalidad de los propios cubanos. Eran pobres, pero una nación orgullosa. El guía se fusionó con el pueblo y se armó de su principal dignidad, el amor a la libertad. ¿Son palabras altivas? Probablemente. En especial, si tomamos el hecho de que la dignidad de los ciudadanos del gran y potente país de los Sóviets, que dejaban caer la lágrima al oír el himno nacional y ver como izaban la bandera con la hoz y el martillo, no pudieron resistir a un par de tejanos “Rifle” y a un trago de “Coca-Cola” de una botellita de relieve de vidrio.
Puede ser que los cubanos estén hechos con otra pasta, amasados en condiciones de un verano eterno y la esclavitud todavía fresca no se ha borrado en la memoria. Aunque, lo más probable sería, que son ellos las más corrientes personas como todos los pueblos que habitan el planeta.
Simplemente respetaban a su Fidel, es que ante él se inclinaban todos los enemigos. No se retiraba de él solamente la vejez, precursora de la muerte.
Todo el mundo solamente hablaba de una posible revancha, cuyos planes fraguaban los yanquis, los antiguos dueños de Cuba. ¿Pero querían los cubanos el retorno de la dictadura de títeres, latifundistas, oligarcas, mafiosos e inmigrantes, que se han achanchado, cebados por los norteamericanos? Claro que no. Lo que se refiere al debilitamiento de la opresión, el levantamiento del bloqueo y las sanciones económicas, eso es aceptable. Pero no ha de haber ninguna restauración de los viejos órdenes.
La muerte de Fidel, indudablemente, podrá servir de impulso a variar la rígida política de Estados Unidos respecto a Cuba a favor de una menor opresión. Sin embargo, no hay que engañarse respecto a lo dicho y enterrarse en ilusiones acerca de que la mayoría de los cubanos desea la muerte de la persona, a la que respeta. Sinceramente, sería el punto supremo del cinismo.
Tales ilusiones podían haber nacido solamente en las costas de Florida, en el balneario de Miami… en expectativa del desenlace de un espectáculo muy alargado, cuyo fin inevitablemente tendrá lugar con la pérdida de Fidel, de su capacidad de obrar, o, lo que saboreaba la inmigración política de Miami, con el pronto fallecimiento del líder de los comunistas.
A contrapeso el médico personal de Castro expidió solemnemente un veredicto prestigioso relacionado con su paciente de alto rango. Quitando sudor de la frente, el maestro aseguró a todo el mundo con esta conclusión: “¡Fidel llegará a vivir hasta los ciento veinte años!” El esculapio, probablemente, quedó pasmado de una declaración tan audaz, pero se la hizo pasar a él y pidió cortésmente que la leyera el propio jefe del más influyente servicio de investigación de Cuba – DI8 – José Méndez Cominches.
En cuanto a la medicina, en Cuba confiaban. Y no solamente porque es gratis y accesible para todos. Simplemente, en realidad, es la mejor en toda América latina y puede competir con los fabulosamente caros tratamientos en Occidente.
Todo lo positivo de la sanidad pública de Cuba Juan Miguel y Elizabeth lo pudieron apreciar en plena medida, cuando después de unos intentos infructuosos de tener un niño, al fin y al cabo, lograron alcanzar lo deseado, y con ayuda de los médicos de La Habana apareció el fruto de su amor y heredero del linaje, el pequeño Elián.
Esto tuvo lugar después de tener siete abortos, unas decenas de consultas, investigaciones en el servicio genético en el hospital “Ramón González Coro”. ¡El octavo embarazo condujo a alcanzar la meta deseada – el 6 de diciembre de 1993 entre Juan Miguel y Elizabeth, oficialmente divorciados, pero que vivían bajo un mismo techo, nació un niño sano!
Padre y madre… Por fin, se han hecho padres. No podían apartar la vista del pituso envuelto en pañales con las cejas pegadas. Era muy difícil creer que esta diminuta criatura hace poco se movía en la barriga de Eliz. Los dos estaban locos de alegría. El muñeco era la encarnación del sueño de ellos. Pertenecía de igual manera a los dos. Ambos se sacrificarían, si se necesitara algo para este ser indefenso.
– Eres una verdadera heroína – así alentaba Juan Miguel a la aún débil Eliz. Su cara después del parto estaba cubierta de pequeñísimas pintas – debido al parto, se reventaron numerosos vasos capilares. Se sentía cohibida de su apariencia