—Claro, no hay problema. ¿Cuándo será?
—En cuanto sepa los días concretos, te avisaré.
—Genial. ¿Podrá quedarse Pitt a dormir?
Vio dudar a su hermano, pero fue Emily la que respondió:
—Por supuesto.
Zane no quiso preguntar más. Por la cara de Emily intuía a qué se debía un viaje tan misterioso. Lo que le molestaba era que no fuesen del todo sinceros. ¿Un viaje de negocios? Por favor... Era obvio que Emily llevaba bastante tiempo queriendo quedarse embarazada. Pese a todo, no añadió nada más.
Zane terminó el desayuno, besó cariñosamente a los niños y, antes de coger su mochila, puso un poco de orden a su nueva y corta melena castaña frente al espejo del cuarto de baño. Después avisó de que volvería bien entrada la tarde, con Pitt, y se fue hacia la parada de autobús. Derek le había dicho en más de una ocasión que le buscaría un coche de segunda mano en cuanto pudiese, pero ella siempre se negaba. No necesitaba coche. Pitt tenía uno y, además, la idea de conducir no la entusiasmaba . Siempre había alguien que lo hacía por ella desde que se sacó el carné, y nunca le había importado. De hecho, era ella la que le cedía el volante a Jake las pocas veces que su padre se lo ofrecía, porque sabía que a él le gustaba conducir mucho más que a ella.
Jake...
Demasiado tiempo sin él.
Zane suspiró nostálgica cuando subió al autobús. Se preguntaba qué estaría haciendo en ese momento, y dónde habría estado viviendo durante los últimos dos años, después de que se marchase sin decir nada a ninguno de sus hermanos. Tal vez ella fue la única que entendió su marcha, o al menos la única que no le reprochó que lo hiciera pese a lo que dejaba atrás.
Cuando llegó a la universidad se sorprendió al ver a varios de sus compañeros sentados en la cafetería. Miró su reloj y comprobó que apenas faltaban unos minutos para que empezara la clase. Algunos repararon en su llegada desde la distancia y le hicieron señas para que se acercara. Zane se debatió entre continuar hasta el aula o acercarse a la cafetería. Además, también estaba allí Travis, y Travis nunca se saltaba ninguna clase.
—McKinley no ha venido —le comunicó Claire una vez que llegó hasta el grupo.
También estaban allí Corinne y Monique, entre otros. Ellas eran las más cercanas a Zane, sobre todo Monique, una chica con la que había coincidido el primer día de clase y cuya amistad había ido en aumento con el paso del tiempo. Zane se dejó caer en una de las sillas, aliviada, especialmente porque el examen que tenían era justo después. Travis se levantó y se movió para situarse a su lado. Él era de los pocos chicos que había en la clase.
—Tienes que ayudarme con esto.
Zane rio antes de mirar siquiera lo que el chico necesitaba, a la vez que el resto de las presentes se quejaban por el atosigamiento que mostraba hacia ella siempre que tenía oportunidad. Pero él no era el único que de vez en cuando le pedía ayuda, o que le hacía alguna pregunta para Pitt, que ya estaba en el último curso. Zane era una de las mejores estudiantes de la promoción, todo lo contrario que había sucedido en la Facultad de Enfermería. Además, era tres años mayor que casi todos los de su clase. Tenía veinticuatro años, mientras que los demás rondaban los veintiuno. Monique era la única de su entorno que solo era un año menor que ella.
Se quedaron en la cafetería ayudándose unos a otros hasta la hora de la siguiente clase y, por tanto, del examen. Después de la prueba, Zane y Monique se despidieron del resto y caminaron juntas hacia la salida de la universidad.
Pitt ya estaba allí esperando para recogerlas.
—¡Hola!
Zane subió en el asiento del copiloto y le dio un brevísimo beso en los labios a la vez que Monique se acomodaba en el asiento de atrás.
—¿Qué tal el examen?
—Creo que bien.
—He encontrado el ejercicio que me pediste, está en el maletero.
—¡Eso es estupendo!
Pitt las había recogido para llevarlas con él a la cafetería donde trabajaba. Cuando tenían que hacer algún trabajo casi siempre iban allí, así Zane podía al menos estar en el mismo lugar que él. Con el ajetreo que él llevaba estudiando y trabajando, no podían pasar demasiado tiempo juntos, así que Zane se contentaba con observarlo y con recibir alguna que otra atención cuando los clientes lo permitían. Pitt era genial. Además, acababa de decir que había encontrado uno de sus antiguos ejercicios de clase del que seguro que ellas podrían sacar partido.
—Molas mucho, Pitt —añadió Monique.
Pitt y Monique se habían convertido en los dos nuevos pilares de su vida, uno como su pareja y otra como una muy buena amiga. Todavía le costaba asignarle el calificativo de mejor amiga porque tenía demasiado presente a Arabia, pero la verdad era que confiaba en Monique tanto como en ella. Su padre era un adinerado francés y su madre, de procedencia jamaicana. Zane ni siquiera supo dónde estaba Jamaica hasta que la conoció. Era muy curiosa su tendencia hacia todo lo extranjero. Arabia también provenía de otro país, y Pitt..., bueno.
Pitt era estadounidense de nacimiento, como él mismo recordaba a todo el mundo cuando le preguntaban por su procedencia. Pero sus facciones eran sin duda orientales. Sus ojos rasgados y su pelo azabache lo delataban. No conocía a su padre, puesto que tanto él como su hermana habían crecido solo con su madre, de origen japonés, y ella no les había hablado de él.
Lo más increíble de todo era que no se llamaba Pitt, ese solo era su apellido. Su nombre de pila era Peter, pero todo el mundo lo conocía como Pitt.
Cuando estaban a punto de llegar a la cafetería, Zane se acordó del repentino viaje de Derek.
—Mi hermano y Emily pasarán dos días fuera durante las vacaciones —le dijo a Pitt sonriendo—. Me han pedido que me haga cargo de los niños y dicen que puedes quedarte a dormir.
—¿A dónde van?
—Derek dice que es un viaje de negocios.
Pitt la miró un poco extrañado y ella se limitó a encogerse de hombros.
—En cualquier caso, es genial, ¿no?
—Sí, supongo que sí. —Pitt le devolvió la sonrisa—. Avísame cuando se aproxime la fecha.
Zane se volvió discretamente hacia atrás para mirar a Monique y esta le guiñó un ojo con complicidad. Luego volvió a mirar hacia delante, evitando reír en voz alta.
El local donde Pitt trabajaba se llamaba Wondy’s. Era una especie de bar-cafetería y estaba abierto casi las veinticuatro horas del día. Servían desayunos por la mañana y menús de sándwiches por la tarde y la noche. Pitt siempre tenía turno de tarde o noche, ya que las mañanas las ocupaba en asistir a las clases de las pocas asignaturas que le quedaban para graduarse. Era un sitio tranquilo, de carretera, donde la gran mayoría de clientes eran transportistas que paraban allí a tomar algo antes de continuar, y por eso mismo Pitt decía que era el mejor sitio en el que había trabajado hasta ahora. Por si fuera poco, su jefa le permitía estudiar en los turnos de noche si no había mucho que hacer. Recogía a Zane cuando tenía turno de tarde, así comían juntos y, después de que él se pusiese el uniforme, ella se quedaba terminando sus quehaceres de la universidad. Al principio, Monique la acompañaba solo cuando tenían que hacer algún trabajo, pero en los últimos meses se habían unido tanto que cuando no tenían ninguna tarea, simplemente se quedaban allí hablando durante horas. Después Pitt las llevaba de vuelta a casa, y solía quedarse a cenar en la de Derek.
Aquel lunes lo resolvieron de la misma manera. Zane y Monique pasaron el rato terminando un trabajo y organizando los días de vacaciones para estar listas cuando llegasen los exámenes mientras