La tercera y última sección del libro trata la dimensión transformadora y profética de la ternura. Esta dimensión es indispensable porque la crianza con ternura no podría ser una revolución si no denuncia las estructuras económicas y políticas fallidas del sistema capitalista neoliberal, que agudiza la brecha entre ricos y pobres. Para el actual sistema económico, el bienestar de los mercados parece estar primero que la vida de los niños y niñas. América Latina y el Caribe, además de ser una de las regiones más violentas del planeta, es también una de las más injustas e inequitativas (al mismo tiempo y de manera paradójica es el continente estadísticamente más cristiano de todos). Por esto, los tres últimos capítulos denuncian el contexto de violencia estructural que dificulta la vivencia de la ternura y anuncian las buenas nuevas del reino de justicia y amor. Dan González, teólogo mexicano, escribe acerca de la ternura como una fuerza insurgente que procura la trasformación de las estructuras sociales porque allí donde hay ternura hay sed de justicia. Después, el teólogo brasileño Manfred Grellert, exvicepresidente de World Vision para América Latina y el Caribe y su hija, la médica pediatra Anna Grellert, brasileña-estadounidense, escriben acerca de la globalización de la ternura como propuesta profética y alternativa de una nueva cultura. Al final, el libro presenta uno de los capítulos más recomendados, escrito por el sacerdote peruano Alejandro Cussiánovich, también conocido como el padre de la pedagogía de la ternura. Él nos presenta, con lujo de detalles y sesudos argumentos bíblicos, teológicos y sociales, que la pedagogía es la revolución pendiente que juntos y juntas debemos encarar.
El anuncio profético de la crianza con ternura es un camino de restauración, formación y transformación. Ese camino no se hace solo, se hace uniendo esfuerzos y acompañándonos unos a otros, sin dejar a nadie atrás. Este libro no es más que una invitación para que juntos seamos parte de este peregrinaje de amor y justicia y construyamos una América Latina más justa, tierna y solidaria con los niños y niñas. Es una invitación a construir la revolución de la ternura, esa revolución pendiente que se abriga en el corazón de Dios. Bien dice el salmista que: «El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor» (Salmos 103:8 Dios Habla Hoy*).
Dra. Anna Grellert
Rev. Harold Segura
* Dios Habla Hoy (DHH). © 1996 Sociedades Bíblicas Unidas. Cuando se vuelva a citar esta versión, se usará solo la sigla DHH junto a la referencia bibliográfica de la cita de la Biblia.
INTRODUCCIÓN
A LA MEDIACIÓN PEDAGÓGICA
—Adrián, ¿qué es para ti la ternura?
—El amor.
—¿Me das un ejemplo de ternura?
—Mucho cariño y amor.
—¿Qué dibujitos harías para ilustrar la ternura?
—Mmmm, una manita, un osito y todo…
(ADRIÁN, CINCO AÑOS)
La mediación pedagógica de este libro sobre teología y ternura es una invitación a recuperar la capacidad de sentir. Así como en el epígrafe Adrián usó un elemento concreto como la mano para ilustrar la ternura, le insto a ver esta mediación como una Ruta para sentir. Ya que la ternura se experimenta de maneras concretas en nuestro cuerpo, mediante nuestros sentidos, esta propuesta de mediación pedagógica promueve el camino corporal del tacto y de la piel, así como el de las entrañas, como medio para experimentar la ternura, para, luego, transmitirla, y siempre desde una relación de vínculos transformadores.
Es, además, un recordatorio de que el nivel de razonamiento de los niños y las niñas antes de los doce años es concreto, directo y lineal. Si hablamos de ternura, no nos queda más remedio que encarnarla en nuestro cuerpo, para que ellos y ellas la comprendan desde el suyo.
Los sentidos, que constituyen una fiesta de estímulos para los niños y las niñas, son el sendero por el que las personas adultas debemos retornar, si en verdad queremos construir, desde la ternura, cualquier proceso formativo. Ya de por sí Jesús nos indicó que, si queremos conocer el reino de Dios, debemos ser como los niños y las niñas. Así que, recordar lo que se siente con un abrazo, una alzada, un beso, una caricia en el cabello o las mejillas, o ser tomado de la mano es un requisito para que nos internemos en esta dimensión del amor.
El afecto físico es una condición necesaria para construir la sensación de seguridad, la cual resulta vital para el desarrollo integral de toda persona, de manera especial en la infancia temprana. Se ha demostrado científicamente que el afecto con ternura, solo a nivel físico, promueven el crecimiento, el desarrollo del sistema inmunológico, mejora el estado de ánimo y hasta estimula el buen desempeño escolar, entre otras evidencias físicas. Así que la ternura resulta necesaria no solo para el sano desarrollo del aspecto emocional, sino también para el del físico, cognitivo y espiritual. Así explica Maturana sobre lo imprescindible del cuerpo en la encarnación de la ternura, cuando afirma que por «el dominio de aquellas conductas o disposición corporal a través de la cual el otro surge como otro legítimo en coexistencia con uno mismo» (Maturana, 2004).
La ternura es, incluso, la forma en que experimentamos y expresamos la vida misma, habla mucho de nuestra satisfacción personal y de nuestra conciencia del sentido mismo de existencia. Cuanto más nos guste la vida y disfrutemos de ella, de lo que somos, hacemos y de las personas que nos rodean, probablemente tendremos más sensibilidad y más disposición de dar afecto con ternura.
Precisamente de esto trata esta mediación que hemos denominado Ruta para sentir; de que por medio de algunas sugerencias metodológicas podamos disfrutar de la tarea formativa que cumplimos con nuestros pequeños y pequeñas, y de que en nuestras actividades pedagógicas logremos proyectar ese regocijo mediante la ternura para con quienes desempeñamos nuestra labor.
Pero, antes de pasar a la Ruta, se proponen primero dos pasos previos con ideas fundamentales sobre la ternura: señalar su importancia en los procesos educativos y las implicaciones que ella tiene no solo a nivel pedagógico sino también personal.
Iniciar la Ruta implica primero recorrer un camino de adentro hacia afuera, empezando por nuestra propia persona y, luego, por nuestra relación con las demás personas.
Para nuestro camino interior
Despertar la vocación al amor…
La pedagogía de la ternura es despertar esa vocación al amor que a través de la historia distintos investigadores han descrito sobre la conducta humana. Es dejarnos contagiar por esa forma que tienen los niños y las niñas de sentir el mundo, y devolverles esa vocación al amor con acciones y lenguajes cotidianos de cariño y cuidado.
Romper esquemas tradicionales…
Educar con la pedagogía de la ternura es, además, un acto de amor en sí mismo. Es romper con el esquema tradicional racional e irrumpir con los afectos y los sentidos. Es reconocer