Winkler, Martin M., Cinema and Classical Texts. Apollo’s New Light, Nueva York, Cambridge University Press, 2009.
Filmografía
Edipo (Raoul Ruiz, Italia, 2004; documental).
Edipo Re (Giuseppe de Liguoro, Italia, 1910; corto).
Edipo rey (Oedipus the King, Philip Saville, Reino Unido,1968).
Edipo, el hijo de la fortuna (Edipo Re, Pier Paolo Pasolini, Italia-Marruecos,1967).
Mito de Edipo rey, El (Luis S. Enciso, España, 1983; serie de televisión).
Oedipo alcalde (Jorge Alí Triana, Colombia-España-México-Cuba,1996; adaptación de Gabriel García Márquez).
Oedipus Rex (Hans Hulscher, Holanda, 1984; TV Movie).
Oedipus Rex (Tyrone Guthrie, Canadá, 1957).
1* Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
Sófocles, Tragedias. Áyax; Antígona; Edipo rey; Electra; Edipo en Colona, introducciones de Jorge Bergua Cavero; traducción y notas de Assela Alamillo, Madrid, Gredos, 2000.
2 Sófocles, “Edipo rey” en Tragedias [introducción de José S. Lasso de la Vega; traducción y notas de Assela Alamillo], Madrid, Gredos, 1998. Algunas de las películas en las que el mito trágico ha sido adaptado son: Edipo Re, 1967, de Pier Paolo Pasolini, http://www.imdb.com/title/tt0061613/; Oedipus the King, 1968, de Philip Saville, http://www.imdb.com/title/tt0063376/; El mito de Edipo rey, 1983 de Luis S. Enciso, http://www.imdb.com/title/tt1708423/; Edipo Re, 1910 de Giuseppe de Liguoro, http://www.imdb.com/title/tt0189850/; Oedipus Rex, 1957 de Tyrone Guthrie, http://www.imdb.com/title/tt0050792/; Edipo de 2004 de Raoul Ruiz, http://www.imdb.com/title/tt1471328/; Oedipo alcalde de 1996 de Jorge Alí Triana (adaptación de Gabriel García Márquez), http://www.imdb.com/title/tt0116170/; Oedipus Rex de 1984 de Hans Hulscher, http://www.imdb.com/title/tt0256971/. Varias de ellas son analizadas en Martin M. Winkler, Cinema and Classical Texts. Apollo’s New Light, pp. 136-146.
3 Laura Bazzicalupo, La soberbia. Pasión por ser, pp. 163-165.
4 Ibid., p. 164.
5 Ibid., p. 163.
6 E. R. Dodds, Los griegos y lo irracional, p. 42.
7 Platón, Banquete, en Diálogos III, traducción, introducción y notas de C. García Gual, M. Martínez Hernández y E. Lledó Íñigo, Madrid, Gredos, 1988 (Biblioteca Clásica Gredos, 93).
8 Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1975.
9 Joseph Moingt, “El dios de los cristianos”, en Bóttero; Ouaknin; Moingt, La más bella historia de Dios, 2ª ed., Chile, Editorial Andrés Bello, 1998.
10 José de la Colina y Tomás Pérez Turrent, Luis Buñuel. Prohibido asomarse al interior, p. 123.
11 Víctor Fuentes, Buñuel en México. Iluminaciones sobre una pantalla pobre, p. 131.
12 Ibid., p. 132.
13 J. de la Colina y T. Pérez Turrent, op. cit., p. 128.
14 V. Fuentes, op. cit., p. 134.
15 Cfr. J. de la Colina y T. Pérez Turrent, op. cit., p. 125.
16 Cfr. Homero Alsina Thevenet, Historias de películas, p. 151: “Una interpretación más audaz del tema fue descubrir que el modelo de Tarkington había sido Hamlet (1600). Los reyes de Dinamarca son aquí Wilbur e Isabel, a lo que se suma la muerte del primero. El nuevo rey, Claudio, es Eugene Morgan, tratado como un intruso. El hijo es Hamlet, el impetuoso George, que odia a ese intruso y le reprocha a su madre (Gertrudis para Shakespeare) la aceptación de otro hombre. No faltan tampoco un Polonio filósofo, que aquí es el tío Jack Amberson, ni una Ofelia encarnada en la joven Lucy Morgan, que tiene con George un romance nunca concretado en medio de ásperas conversaciones”.
Jaime García Estrada*
De dioses y monstruos: Frankenstein o el moderno
Prometeo y la apropiación de un mito
cinematográfico sobre la soberbia
Henry Frankenstein: Está vivo… ¡está vivo, se mueve, está
vivo, está vivo, está vivo, está vivo, está vivo!
Victor Moritz: ¡Henry, en nombre de Dios!
Henry Frankenstein: ¡Oh, en nombre de Dios!
¡Ahora sé lo que se siente ser Dios!
Frankenstein (1931)1
I
La soberbia es el afán enfermizo de ser más que los demás. Tener la certeza de que el ego se queda corto y que cualquiera que se ponga cerca será eclipsado por nuestra sombra. La megalomanía del soberbio lo deja convencido de su absoluta superioridad. Pero la pasión que se apodera del soberbio lo hace inflarse tanto que, la mayoría de las veces, termina por reventar. Sin embargo, el monstruo de la soberbia nos acecha desde las sombras, convencido de su perfección.
Sin duda, uno de los monstruos más populares y reconocibles, nacido en la ficción literaria del siglo XIX, que pasó al teatro y luego se magnificó —sobre todo a través del cine— en incontables versiones, matices y tonos, es la criatura del doctor Frankenstein, cuyo pecado simplemente es “ser”. Opuesto al enfermizo “ser más” del soberbio: para esta infeliz criatura el simple hecho de existir lo confronta con su arrogante padre.2
El científico obsesionado con la idea de convertirse en un dios capaz de crear a un humano como él, lo hace más esperpéntico que el rompecabezas anatómico al que reanima. El creador y su obra son el mismo ser desdoblado tal y como ocurre con mayor contundencia con otros personajes góticos como el protagonista de la novela El