Puede haber sido un simple demonio de la sombra alguna vez, pero ahora ... ahora se parecÃa a un dragón negro. SerÃa una vergüenza matar a la bestia, pero no podÃa llevarla a su propio cuerpo y saborear sus poderes frente a Kyoko. Ella no lo entenderÃa y podrÃa provocar la memoria de que él era realmente el enemigo.
Utilizando sus poderes sobre los demonios, Hyakuhei hizo un trabajo rápido de terminar su vida. Al ver la gota de cristal caer, lo cogió sintiendo la pequeña porción de poder que Kyoko le habÃa dado sin saberlo.
Las esquinas de sus labios se volvieron hacia arriba cuando miró hacia atrás a Kyoko. Soltándola de la barrera de protección, volvió a tomarla entre sus brazos. SabÃa que la estaba engañando para que estuviera con él, pero de repente no querÃa que fuera una mentira. Inclinándose hacia ella para bloquear el resto del mundo, bajó sus labios a los de ella.
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El gruñido de Hyakuhei resonó mientras se acercaba a la oscuridad justo cuando el sueño terminaba. La risa atormentadora del maestro de sueños fue lo único que lo saludó dentro de la cueva mientras observaba cómo las llamas del fuego convertÃan varias tonalidades de color antes de que las llamas lamecedoras se retorcieran en una oscura sombra de negro para emparejar su estado de ánimo.
Cómo se atreve el sueño a tentarlo ... haciéndole observar la soledad.
CapÃtulo 6 "Escape mortal"
Kyoko se despertó con un sobresalto, justo cuando los recuerdos de lo que habÃa sucedido le llegaban precipitadamente hacia atrás como una confusa marea. Casi podÃa jurar que podÃa oÃr el eco del furioso rugido de Hyakuhei mientras se alejaba del sueño y le producÃa escalofrÃos. Era su grito todavÃa sonando en sus oÃdos dejando sus ojos abiertos de sorpresa.
El sueño la habÃa encontrado de nuevo y de alguna manera sabÃa que estaba esperando a que ella volviera a cerrar los ojos. Sus dedos se arrastraron hasta tocar suavemente sus labios y algo dentro de ella se preguntó si se quedarÃa dormida de nuevo ... si el sueño comenzara con ese mismo beso. Ella envolvió sus brazos alrededor de sà misma, extrañamente perdiendo el calor.
Preguntándose cuánto tiempo habÃa estado durmiendo, miró hacia la ventana. Desde la altura de la luna y todas las estrellas podÃa ver que todavÃa estaba en medio de la noche, pero se acercaba al amanecer con cada latido del corazón. No era de extrañar que su mente estuviera tratando de hacer de Hyakuhei su salvador cuando su verdadero salvador se estaba poniendo tan peligroso. Esto fue culpa de Kyou.
HabÃa pasado tanto tiempo en tan poco tiempo que no estaba sorprendida de que hubiera llorado a sà misma para dormir. Su mente y su cuerpo no la dejaban dormir sino sólo unos minutos a la vez hasta que encontró una manera de salir de este lÃo. Ya se estaba poniendo duro para descifrar lo que era realidad y lo que sólo estaba dentro de su propia mente.
-¿Qué demonios creÃa que era Kyou? Kyoko mentalmente atacó mientras se levantaba sobre sus codos. Necesitaba escapar de este lugar y de él lo antes posible.
Mirando alrededor para que algo se pusiera, Kyoko vio una túnica de seda blanca tendida en una mesa baja junto a la gran almohada. Su mirada vagó por el resto de la habitación con la esperanza de encontrar algo más que usar. SabÃa que la seda de la túnica no le proporcionarÃa mucha cobertura y este era el norte por el amor de Dios ... Se congelarÃa.
Al soplar sus golpes hacia arriba en la decepción, se subió a través de la almohada y se levantó para alcanzar la bata. Deslizándose, se maravilló de la suavidad sedosa de ella contra su piel. Era tan ligero que parecÃa que no habÃa puesto nada. Si ella no hubiera sido un cautivo aquà ... ella podrÃa haber realmente me gustó este lugar.
Atando la seda a su alrededor, Kyoko se acercó a la ventana y miró hacia fuera ya planeando su escape. La luz de la luna proporcionaba suficiente luz para ver pero la suficiente oscuridad para tratar de escapar.
Inclinándose por la ventana, miró hacia abajo la gota de tres pisos de negación. Al ver las hendiduras profundas en la pared externa de la roca, sus labios se curvaron en una sonrisa infantil. Ella sabÃa después de estar con Toya durante tanto tiempo que ella serÃa capaz de bajar. -Espero que no caiga -contestó ella en un susurro.
TenÃa que correr tan lejos de Kyou como fuera posible antes de que él tomara algo de ella que ella no estaba ofreciendo.
Kyoko suspiró interiormente mientras hacÃa un silencioso deseo. Toya... Te necesito. Las palabras parecÃan resonar dentro de ella y de alguna manera se sentÃa tal vez ... tal vez Toya la habÃa oÃdo. Memorias incalculables se filtraban por su mente ... Toya nunca la dejarÃa caer. Sus labios se abrieron con asombro por un momento antes de sacudir la sensación como imaginación.
Agarró el alféizar de la ventana para estabilizar sus nervios. Al enderezarse los hombros y encontrar su coraje, decidió que no estaba esperando a un salvador porque incluso ella sabÃa Kyou era una fuerza a tener en cuenta. Realmente no querÃa que Toya se pusiera en ese tipo de peligro. También sabÃa que cuanto más esperara, más probarÃa que Toya tratara de rescatarla.
Kyoko subió a la repisa y le arrojó las piernas. Volviéndose, ella lentamente se sentÃa para apoyarse en la pared. Ella hizo una mueca cuando la piedra parecÃa que se le cortaba los pies desnudos, pero ella irÃa a través de cualquier cosa sólo para escapar.
Con el mayor cuidado posible, se dirigió al lado del castillo. Lo que sólo tardó unos cuantos momentos fugaces se sintió como horas. Pasó toda la escalada temiendo ser atrapada, pero cuando sus pies finalmente tocaron el suelo, todos los demás pensamientos huyeron, salvo llegar lo más lejos posible.
Mirando hacia la ventana, ella retrocedió lejos de la pared a medias esperando ver Kyou aparecer y arrebatarla de nuevo. No podÃa pasar por otro de sus "castigos" como él lo llamaba.
Ese pensamiento la llevó a la acción. Kyoko se volvió y corrió como si los demonios de Hyakuhei la persiguieran a través del laberinto de jardines y estatuas que lo rodeaban. Sin detener su precipitada precipitación por la libertad, sus ojos lo tomaron todo, maravillándose de la belleza surrealista de la misma incluso dentro de la oscuridad.
Sólo el temor de ser encontrado por Kyou la mantuvo en marcha cuando sus pulmones comenzaron a arder y sus piernas se estrecharon. Se sorprendió cuando llegó al final de los terrenos sólo para encontrar una barrera muy potente que brillaba con un matiz azul luminoso. Ella sabÃa que tomarÃa todos sus poderes de sacerdotisa romper algo que Kyou mismo habÃa hecho.
Una vez más miró por encima del hombro a la imponente estructura que Kyou llamaba casa. No habÃa ninguna duda en su mente que él sabrÃa lo que ella estaba haciendo si la barrera fue derribada. Sólo necesitaba hacer una apertura lo bastante grande como para dejarla pasar.
Mordiéndose el labio inferior, extendió una mano temblorosa y tocó la superficie de la barrera para probar su fuerza y fue recompensada con una leve onda de choque que pasó a través de su cuerpo. No le dolió ... en su lugar; Se sentÃa como si la barrera estuviera tratando de decirle que habÃa un peligro desconocido en el otro lado y que ella se quedara adentro donde estaba seguro.
Ella sonrió sorprendida dándose cuenta de que el escudo era más para protección que para causar daño corporal