El gran libro de las civilizaciones antiguas. Patrick Riviere. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Patrick Riviere
Издательство: Parkstone International Publishing
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 2016
isbn: 978-1-68325-077-7
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mediante la cual se revelaría al mundo todo el poder de Dios. Fuera de esta «leyenda biográfica» se la representaba como un hombre, con todos los rasgos de un guerrero barbudo, y se la calificaba de «Hijo del Sol» y de «Señor de las Dos Tierras». También fue ella misma quien mandó construir su propia tumba, en la orilla occidental del Nilo, en lo que luego se convertiría en el Valle de los Reyes…

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Los egiptólogos suelen denominar Imperio Nuevo al periodo que va de la XVIII a la XX dinastías.

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Y eso sin tener en cuenta que a veces dichas divinidades son duplicadas: Ra-Atum, Ra-Osiris, Amón-Miu, Ptah-Tatenem…

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Siempre se da la emergencia de las Aguas primordiales bajo la forma de un montículo, de un huevo o de una flor de loto.

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Esta Enéada Sagrada, vinculada por emanacionismo a la divinidad primordial, sugería el principio de «unidad-enéada», tan fundamental en el estudio comparado de las religiones, y al que regresaremos más adelante, sobre todo cuando hablemos de los mitos griegos.

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Véase Schwaller de Lubicz, Le Roi de la théocratie pharaonique, col. «Champs», Flammarion.

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Jepri o Khepri simboliza al sol saliente y significa «escarabajo», pero también «el que es», «el que existe» (con una noción de evolución), ya que el verbo kheper significa «venir a la existencia». El escarabajo, por tanto, resulta ser el símbolo de la «vida eterna», de la resurrección factible (¡aunque sea únicamente la del sol, todos los días!). La imagen del escarabajo servía como amuleto y talismán (como en la tumba de Tutankamón) y designaba la Divinidad en el corazón del faraón.

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El fénix, ave fabulosa «que renace de sus cenizas» según la leyenda, se asociaba directamente a la ciudad de Heliópolis.

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Las diferentes versiones hacen alusión a la Creación, como aquí, por una expectoración, o por una masturbación (traducción literal: «hacer salir el semen de sus riñones»): «Cogió su falo con su mano; hizo que entrara el gozo en él, y nacieron dos gemelos: Shu y Tefnut» (Sethe, Textos de las Pirámides).

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El hierofante, sin duda alguna el sumo sacerdote de Heliópolis, como se desprende del final del capítulo.

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Este cetro (was) era inicialmente un bastón pastoral. La denominación antigua de Tebas, capital del Nuevo Imperio, derivaba del nombre de este cetro.

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La ciudad de Hermes (Tot-Hermes).

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Este «huevo cósmico» no está desvinculado del simbolismo del «escarabajo pelotero» que se enrolla para convertirse en bola, ya que este último encarna al Sol, pero también al Huevo del Mundo, del que debía nacer la Vida.

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Según algunas versiones, se trataba de una ciénaga, y este «huevo cosmogónico» salía de las entrañas de la «oca del Nilo» (¡el «Gran Graznador»!).

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Su antiguo nombre civil era Un.

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Véase Mircea Eliade, op. cit.

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Aunque en algunas versiones se trataría, de hecho, del propio dios Ptah.

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R. P. Festugière, La Révélation d’Hermès Trismégiste, París, 1944.

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Schwaller de Lubicz, op. cit.

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El ojo de Ra, Uadjit.

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Como el chakra o centro, ajna, en la tradición brahmánica.

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Según algunas versiones, podría tratarse también de la diosa Hathor (con cabeza de vaca) que simboliza la feminidad, así como la fecundidad y la fertilidad.

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Las tradiciones cananeas se sirven de un mito similar.

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Probablemente se tratara de cerveza.

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Lo que recuerda a otra diosa que adopta la forma de un bóvido: la diosa Mehurt.

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Tifón se asemeja al griego tupeiv, que significa «ahumar», «cegar». Como indica Plutarco, «Tifón es cegado por el humo de la ignorancia y del error» (De Iside et Osiride). Plutarco apunta también más adelante que Set, por su parte, significa «fuerza opresora y apremiante».

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Plutarco, De Iside et Osiride.

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En el mito de la concepción de Anubis encontramos la intervención de la luz (Osiris) y la oscuridad (Neftis, como hermana y esposa de Set) situando «al que abre los caminos» fúnebres en relación simbólica con la puesta de sol crepuscular…

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Según Isidore Lévy (en Revue archéologique, junio-julio, 1904), este rey de Biblos sería, de hecho, Malk-Addir, el Señor del Reino de los Muertos, entre los fenicios.

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Imagen arquetípica del Eje del Mundo, el axis mundi, que une el Cielo a la Tierra.

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Según otras versiones, Isis consiguió hacerse fecundar por el cadáver de Osiris. Luego, oculta entre los papiros del delta del Nilo, habría dado a luz a su hijo Horus. Plutarco menciona también esta «procreación post mórtem», pero la relaciona con otro hijo, salido de un loto: Harpócrates (que, por otra parte, fue asimilado a Horus niño).

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Según Diodoro de Sicilia, Tifón (Set) lo dividió en veintiséis partes.

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De ahí la asimilación en ocasiones de Isis con la diosa Hathor, la Venus egipcia. ¡De hecho, en El asno de oro de Apuleyo, Isis es calificada de «Venus celestial», «Venus de Pafos».

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Es conveniente citar sobre todo la «isla de Philae», el «campo sagrado» que Diodoro y Plutarco evocaron.

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A. E. Mariette-Bey (1821-1881), entre otras cosas, descubrió la tumba de los Apis, al hallar el Serapeum de Menfis. Además, fue el creador del Museo de Boulaq.

81

Véase V. Loret, Les Fêtes d’Osiris; A. Moret, Rois et Dieux d’Égypte; G. Frazer, Adonis, Attis, Osiris.

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El Libro de los Muertos – o Avanzando hacia la luz del día– fue atribuido tradicionalmente al propio dios Tot.

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La iniciación sigue con un banquete ritual. Después de todo un año, por petición de Isis, el misto debía reconocer «los misterios nocturnos del dios supremo» (La Metamorfosis o El asno de oro, libro XI, 28), en relación indudable con la Inventio de Osiris. Apuleyo, sin embargo, no dice nada de la última prueba iniciática.

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Expresión literal extraída del Libro de los Muertos.

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Esta «segunda muerte» es evocada en particular en los capítulos 44, 130, 135, 136, 175 y 176 del Libro de los Muertos. Véase Patrick Rivière, en Réfléxions sur la Mort, obra colectiva, Editorial De Vecchi.

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Mientras que en el Libro de los Muertos se tendía a confundir el «pesaje del corazón» y el «proceso» del alma, en los Textos de los Sarcófagos los dos actos son claramente diferenciados.

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El «ojo divino» era indistintamente considerado como ojo de Horus y ojo de Ra.

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A. Moret, Du caractère religieux de la royauté pharaonique, ed. E. Leroux, París, 1902.

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