—Bueno, me alegro mucho por los dos, solo espero que todo vaya smooth...
—¡Gracias! –le responde de corazón y se ensimisma–. Bueno, pues voy a ir duchándome y preparándome para luego. Oye, aparte del té verde, porque es verde, ¿no?
—Jajaja, sí...
—¿Quieres alguna otra cosa?, ¿te apetece algo de postre rico y azucarado?
—Pues..., –medita, por alguna razón le cuesta ceder ante estas cosas y siempre se hace largo el silencio– sí, va, en realidad sí que me apetece algo tipo tiramisú o similar, pero que se adapte a mis necesidades, ¿de acuerdo?
—Yo tengo un antojo brutal de tocinillo de cielo...
—¿Tocinillo de infierno?
—Lo sé, es una bomba.
—Anda, échate un bacon of hell si tanto te apetece, no se te vaya a saltar la hiel, pero no te pases trayendo dulces, que nos conocemos y luego nos volvemos los dos unos vagos.
—¡Vale! –lo mira con los ojos abiertos y brillantes y lo abraza. La caja misteriosa tendría que esperar, pensó–. Luego nos vemos, precioso mío.
—Venga –sonríe y vuelve a su habitación tras recoger lo que ha ensuciado. Se coloca en la mesa frente al ordenador y vuelve a conectarse.
[11:47 a.m.] VulpesInculta: ¿Qué dices tú?
[11:47 a.m.] Monsatan: Solo decía que a buenas horas...
[11:48 a.m.] VulpesInculta: Algunos tenemos vida aparte de esto.
[11:49 a.m.] Kowloon: Sí, sí..., un potosí.
[11:50 a.m.] VulpesInculta: ¿Vamos a hablar de lo nuestro o me desconecto?
[11:50 a.m.] Anonymoo: ¿Qué está pasando? Solo he estado fuera una hora..., no peleéis, por favor.
[11:50 a.m.] Savia: Lo de siempre...
[11:51 a.m.] VulpesInculta: No, lo de siempre no, no empecéis a flipar.
[11:52 a.m.] Kowloon: Bueno, mejor calmarnos y terminar por hoy, que, en efecto, todos tenemos algo que hacer, me incluyo.
[11:53 a.m.] Anonymoo: Yo solo venía para ver si ya estábamos todos al tanto, tengo que empezar con mi proyecto.
[11:54 a.m.] Monsatan: Lo tenemos todo bien, no te preocupes por aquí, que nosotros terminamos de gestionarlo.
[11:55 a.m.] VulpesInculta: En eso estoy de acuerdo, ya organizaste el anterior y muy bien, hay que decirlo, así que ve a hacer tu trabajo tranquilo.
[11:56 a.m.] Anonymoo: Ok, me desconecto hasta mañana. Pero, por favor, no peleéis.
[11:56 a.m.] Kowloon: Sí, en serio, vamos a hacer esto suave.
[11:57 a.m.] VulpesInculta: Está bien, lo siento, tengo una situación en casa y estoy que salto a la mínima. Es culpa mía, joder.
[11:57 a.m.] Monsatan: Confía en nosotros de una vez. No lo digo a malas, pero aquí somos como una familia, me jode que no te atrevas a apoyarte por miedo a lo que sea.
[11:58 a.m.] Savia: Llevamos años en esto, tío, sabemos que estás pasándolo mal y duele bastante no poder ayudarte.
[11:59 a.m.] Anonymoo: Same.
[12:00 a.m.] VulpesInculta: Es una situación personal, solo necesito algo de tiempo. Quizá cuando nos veamos después del sábado, podríamos tomarnos algo al terminar...
[12:01 a.m.] Anonymoo: ¡Eso está hecho! Contad conmigo, marcho ya.
Tras desconectarse, se quedó pensativo con su compañero mientras en la radio sonaba jazz. Si bien no tenía una relación muy física con todos ellos, sí que los sentía como una familia especial, bastante secreta, pero sin llegar a culto.
—Noticia de última hora, –se paró la música– hallada la cámara del joven que cometió suicidio lanzándose desde el edificio de Torre Madrid el pasado martes. Las autoridades han abierto una investigación para saber cómo es posible que llegase hasta arriba pese a las últimas medidas de seguridad adoptadas y a espera de la autopsia que revele si estaba bajo los efectos de alguna sustancia. Ésta es una de las cosas que más inquietan a las autoridades, puesto que el video, que fue transmitido en directo para sus seguidores, muestra a un muchacho jovial que hace chistes y se ríe y, más aún, se tira al vacío contento y emitiendo gritos de victoria. La muerte impacta más, no ya solo por el desarrollo de la misma, sino porque parece ser que estamos, según psicólogos expertos, ante una oleada de suicidios muy similares. Hasta la fecha de hoy, ya son más de una decena de muchachos de similar edad los que se quitan la vida en este peculiar y escandaloso término. Los viandantes que caminaban a los pies de Torre Madrid en el momento de los hechos ya están siendo atendidos por especialistas, si bien ninguno de ellos sufrió lesiones de ningún tipo. El canal de streaming del joven ha sido cerrado y se investiga la posible difusión del video en otras plataformas.
Víctor cogió unos calzoncillos limpios de su habitación y unos calcetines y entró en el baño, donde se desnudó al completo como un salvaje y encendió el grifo de la ducha. Mientras esperaba a que el agua se calentara, se miró de arriba a abajo en el espejo con aprobación. Había empezado a entrenar hacía un mes y tenía un contorno definido y bonito, aunque lejos de estar musculado. Comenzó a tener una ligera erección cuando decidió meterse en la ducha y recibir el placer del agua caliente. El pelo le había crecido mucho, pero pasaba ampliamente de cortarlo, así que lo lucía con la raya en medio y un flequillo rebelde. Tardó más de la cuenta en la ducha, pero sabía que Alberto estaba trabajando y no le importó en absoluto, como tampoco le importó poner el calefactor un rato mientras se secaba, a riesgo de achicharrarse vivo. Estaba siendo una primavera suave, pero los últimos días sin duda se comenzaba a percibir el incipiente verano.
—Brrrp, brrrp –el teléfono le vibró, era Atalanta.
—Ey... –se terminó de vestir.
—¿Qué haces?
—Acabo de salir de la ducha, estoy fresquísimo.
—¿Te apetece salir ya de casa y acompañarme a entrenar un rato?
—Qué energía tienes, ¿no?
—¡A hierro! –ambos ríen.
—Vale, pues me visto y salgo.
—Te voy a buscar, que me viene de paso, luego vamos dando un paseo, que hace un día buenísimo.
—¿Cuánto tardas?
—Nada, diez minutos.
—¡Venga!
Víctor comenzó a apurarse buscando qué ponerse en el armario, así que comenzó por los calcetines, pero tuvo que quitárselos cuando no le pegaban al ponerse el pantalón. Luego se colocó una camiseta de tirantes, con una camisa de manga corta abierta negra llena de preciosos jilgueros. Por último, se puso las zapatillas, gorra y gafas, se metió la cartera y el móvil en los bolsillos y justo sonó el timbre. Le había parecido que había terminado en tres minutos, pero de alguna forma habían pasado exactamente nueve, como señalaba su reloj. Se ensimismó pensando en el tiempo y en cómo parecía desaparecer, cuando le vibró el pantalón. Era Atalanta pidiéndole que bajara una mochila pequeña si podía. Por suerte tenía la que siempre solía llevar, así que no se demoró más.
—Ay..., –Atalanta se sonrojó– qué guapo estás –le da un beso.
—Gracias, tú también –llevaba un pantalón de chándal y una camiseta ancha que mostraba una pequeña parte de su tripa. La ropa siempre le quedaba como un guante, incluso la prestada. De eso podían dar buena cuenta sus amigas de la infancia. De pequeñas, cada vez que jugaban a probarse algo, Atalanta hacía que todo brillase con una luz especial, despertando algunas envidias.
—Gracias