—Esta barra me flipa –Víctor suspiró satisfecho.
—A mí me gusta más la verde, en realidad, –añadió Alberto– pero como al niño le gusta la rosa...
—Hay que cuidar al niño, –Atalanta llamó la atención del camarero en cuanto hizo contacto y éste se acercó mientras ella miraba a su amigo– ¿qué quiere mi precioso?
—Ah, sois tontos los dos –Vítor se acercó al camarero y se adelantó a pedir lo suyo. Después fue el turno de Atalanta y por último Alberto que, con razón de las previas copas, iba bastante risueño.
—Anda, vamos a brindar –Alberto preparó su vaso de tubo y los tres chocaron.
—¿Qué? Al final te has animado, ¿eh? –le sonrió Atalanta.
—Bueno..., no voy a mentir, no está mal la noche...
—Venga ya, –añadió Víctor– buena bebida, buena música y –se señala su propio cuerpo mientras arquea las cejas– exquisita compañía; ¿a quién no le va a gustar? –los tres ríen.
—Creo que todo lo más que puedo pedir es que no hayas dicho “buenas mujeres”.
—Por favor, Albertito, solo un castroja diría algo así.
—Amén –sentenció Atalanta.
—Oye, ¿queréis alguna chuchería? –arqueó las cejas tres veces.
—Ah, no, tengo un poco de ansiedad últimamente.
—Yo quiero media –los dos se quedaron sorprendidos con la petición de Alberto, que normalmente se mantenía al margen de estimulantes y psicotrópicos.
—Illo, hermano, chill out, estás que te sales, frena un poco, eh, eh, eh.
—¡Oh, señor!, –Alberto puso las manos en forma de rezo mirando ligeramente hacia arriba– ¿por qué, por qué enviaste tamaño idiota para ser mi mejor amigo?
—¡Jajaja!, te encanta y lo sabes. Aunque no puedo partir esto.
—No sé yo... –Atalanta hablaba con sarcasmo tras casi atragantarse y echar parte del trago por la nariz. Víctor se percató de eso y la miró, jocoso.
—¿Ves?, te lo dije, cuando se suelta un poquito es la crema –mira a su amigo y le sonríe–. Claro que a veces lo tengo que drogar vivo para exprimir lo mejor de él –los tres rieron a carcajadas. Alberto estaba mucho más suelto y eso era exactamente lo que Víctor deseaba de él todo el tiempo, puesto que era mucho más irresponsable que su amigo y prefería perder el tiempo, aunque fuera haciendo tonterías soberanas en lugar de trabajar un poquito. Alberto, por su parte, tenía responsabilidades que solo él entendía. Bueno, él y su chat, con quienes compartía esa porción de su mente que nadie más de su entorno veía o intuía. Las veces que había intentado explicarse cayeron en saco roto y tan solo podía contar con cierta comprensión, pero jamás con la implicación. En cualquier caso, esta noche no estaba pensando en eso. Se le pasó por la cabeza al principio de ésta, sin duda, lo que le esperaba en unos días, pero tan pronto como el alcohol hizo efecto estaba en una nube y se dejaba flotar y mover por el ambiente familiar y amigable. También pasó un buen rato hablando a solas con Atalanta mientras Víctor iba y volvía del baño encontrándose a todo el mundo. No es que Atalanta le cayera mal, ni mucho menos, pero sí sentía cierta reticencia a la afición de su amigo por ella y, en especial, por alguna que otra vez que había cancelado planes en el último minuto por ir a verla. No le importaba que se vieran y quedaran, pero chafar los planes sin margen cuando no había manera de recuperar ese tiempo perdido..., eso sí le molestaba.
En cualquier caso, lo pasado quedaba atrás y la fiesta sirvió para juntar a los tres más, en especial a Alberto y Atalanta, quien mostraba un carácter divertido con el que aquel se sentía identificado. Menos Atalanta, los dos acabaron tomando las cápsulas que le cogieron al Pato y la fiesta se tornó aún más activa, verbal y cómica. Bajo los efectos de aquella droga, Atalanta pudo divertirse como nunca con el mero hecho de oír a sus amigos hablar. La verborrea era incesante, pero tan original que la dejaban sin palabras, incluso ellos se sorprendían a sí mismos. Baile, sudor y esa sensación de estar pisando sobre algodón de azúcar, sin dolor de pies, rodillas o cansancio general. La noche se les pasó en un suspiro y con la última canción y, sin saber bien cómo, Víctor y Atalanta se dieron un abrazo que acabó en un beso.
La mañana estaba cálida y los ruidos de los vecinos empezaban a ser cada vez más fuertes y frecuentes. Alberto, frente al ordenador, teclea concentrado.
[10:17 a.m.] Anonymoo: Wololo!
[10:17 a.m.] Anonymoo: ¿Tenéis las cosas?
[10:20 a.m.] CyberRoot: Aki el compañero y yo lo dejamos tdo listo hoy sin falta.
[10:21 a.m.] Kowloon: RECORDATORIO: Escribid correctamente, por favor.
[10:23 a.m.] CyberRoot: Aish, lo siento.
[10:25 a.m.] Savia: ¿Sigue todo según lo previsto para el sábado?
[10:25 a.m.] Anonymoo: Sí, por mi parte está todo.
[10:26 a.m.] CyberRoot: ¿Mucha fiesta ayer? e.e
[10:26 a.m.] Anonymoo: Ejejejejejeje
[10:27 a.m.] Kowloon: Equipo A, recordad también llevar mascarilla, guantes y gafas protectoras. Tenemos algunas de repuesto, pero intentad no olvidarlas.
[10:28 a.m.] CyberRoot: Oído, cocina.
[10:29 a.m.] Monsatan: ¡Capitán, sí mi capitán!
[10:30 a.m.] Savia: ¡Buenos días, princesa!
[10:31 a.m.] Monsatan: ¿Lleváis mucho aquí?
[10:32 a.m.] Anonymoo: No mucho:P
[10:33 a.m.] Kowloon: ¿Seguimos minteando o qué?
[10:34 a.m.] Anonymoo: Yo estoy de resaca, creo que iré a desayunar primero.
[10:34 a.m.] Savia: Por mí bien, hay que esperar al resto de todas formas...
[10:35 a.m.] CyberRoot: Siempre igual, macho...
[10:35 a.m.] Monsatan: De verdad, qué irresponsables...:/ lol
[10:36 a.m.] Kowloon: Tu mejor no digas nada XD
[10:36 a.m.] CyberRoot: Jajajaja, salseo mañanero, ah...
[10:37 a.m.] Anonymoo: Chavales, yo marcho ya, hablamos por la noche.
[10:37 a.m.] Kowloon: Venga, a levantar el país compadre. Yo voy a empezar a mintear como si no hubiera un mañana. Última transacción: 7 de ether, jua, jua, jua.
[10:38 a.m.] Savia: ¡Luego nos leemos!
[10:38 a.m.] Monsatan: Pues a mí que me se disculpe, pero voy a viciar un rato por aquí.
[10:39 a.m.] Savia: Esta