El miedo
Ahora, echémosle un vistazo a la segunda creencia limitante: el miedo. El miedo es normal. Hay dos tipos de miedo que nos limitan: el miedo al rechazo y el miedo al fracaso. Ambos son mentirosos.
El miedo al rechazo
A veces, tienes que pasar por algunos “no” difíciles para conseguir un “sí”.
Si alguna vez has fracasado en llevar a cabo alguna idea, entonces, ya has experimentado el aguijón del rechazo. Nos destroza la vida que nos digan que no a la idea de realizar algún proyecto después que hemos puesto nuestro corazón en él. Pero el enemigo no es la palabra “no”. El enemigo es no preguntar. No dejes que el miedo al rechazo te impida pedir ayuda. Y si obtienes un no la primera vez, no te rindas. A veces, tienes que pasar por algunos “no” difíciles para conseguir un “sí”.
Por ejemplo, Patrick. Él era contador. Tenía dos pasiones y la contabilidad no era una de ellas. A Patrick le gustaba elaborar su propia cerveza y le encantaba el trabajo misionero en África.
Además, Patrick tenía una gran imaginación y soñaba con convertir la cerveza en agua. Bueno, técnicamente, quería abrir su propia cervecería artesanal como una forma de recaudar dinero para construir pozos de agua dulce en poblaciones empobrecidas de África. Y para hacer esto, necesitaba aprender el negocio de la cervecería artesanal desde cero.
Entonces, comenzó construyendo relaciones con profesionales que conocían el negocio de la cervecería. Luego, les ofreció un trato que consistía en ganar-ganar: él trabajaría gratis en sus cervecerías si ellos le enseñaban los trucos del oficio. Ofrecerse a trabajar gratis parece una buena propuesta, ¿verdad? Sin embargo, parece que no lo es. ¡Las primeras 16 cervecerías a las que él se acercó con esa propuesta le dijeron que no! Pero después de 16 “no”, la compañía #17 le dijo que sí y Patrick pasó más de un año trabajando gratis, incluso sábados y domingos. Como resultado de sus esfuerzos, logró aprender bien el negocio —desde la elaboración y comercialización real hasta el empaque y envío del producto—. Si Patrick hubiera dejado que su miedo al rechazo le impidiera seguir pidiendo ayuda, se habría perdido de una experiencia de aprendizaje increíble. Tampoco estaría donde está hoy, elaborando cerveza de tiempo completo. Le está yendo bastante bien y sus nobles esfuerzos han cambiado por generaciones a algunas aldeas en África.
El miedo al fracaso
El segundo tipo de miedo que nos limita es el miedo al fracaso. A menudo, comienza con la pregunta: “¿Qué pasa si?” ¿Qué pasa si alguien me da una oportunidad y yo fallo? Claro, el fracaso es un riesgo. Es parte del trato. Pero cuando conoces tus talentos, fortalezas y habilidades, es absurdo dejar que una creencia limitante anule la verdad de que tú tienes lo que se necesita para triunfar. Recuerda esto: en lo que sea que te concentres, lo lograrás. Así que no te concentres en la posibilidad de fallar. Concéntrate en la verdad de que tú eres capaz de hacer que tu sueño se convierta en realidad. ¡Necesitas creer 100% en eso!
Por lo general, la pregunta “¿Qué pasaría si?” conlleva a otra pregunta: “¿Qué pensará la gente?”. Sería fácil para mí decir: “¡A quién le importa lo que piense la gente!”. Pero el miedo al fracaso tiende a ser tan agudo y personal que no podemos evitar preocuparnos. Cuando estaba audicionando para el cargo como presentador de televisión, recibía rechazo tras rechazo. Iba a cada audición con la esperanza de que ese sí sería el lugar donde me dirían que sí. Les pedía a mis amigos y familiares que oraran por mí y luego recibía el aguijón del rechazo. A lo último, dejé de pedir oración, pues me avergonzaba informar que otra vez había sido rechazado. Era humillante y derrotador. Pero en el fondo, yo sabía que estos pequeños fracasos no eran catastróficos. Cada audición significaba adquirir un poco más de práctica para la siguiente
—era una especie de preparación para el trabajo que tanto quería.
El truco consiste en replantear la forma en que pensamos acerca del fracaso. Con frecuencia, el éxito ocurre no a pesar del fracaso, sino debido a él. Thomas Edison fracasó en sus inventos muchas veces. Los fracasos de Marie Curie en sus pruebas de laboratorio la llevaron a ganar dos premios Nobel. Albert Einstein fracasó en sus ecuaciones antes de descubrir la Teoría de la relatividad. La lista de fracasos sigue y sigue. Yo incluso llegaría al extremo de decir que es imposible tener éxito a menos y hasta que fracases. El fracaso es lo que nos ayuda a aprender y crecer, así que no debemos dejar que nuestro miedo nos impida intentar realizar nuestros propósitos.
Wayne Gretzky, el miembro del Salón de la Fama del Hockey, lo dijo mejor: “Echas de menos el 100% de los golpes que no das”. Gretzky sabía que, para anotar, tenía que dar golpes. ¿Fracasó Gretzky en algunos golpes? ¡Por supuesto que sí! Pero el miedo a fracasar no le impidió darlos. Gretzky marcó 894 goles en su carrera, convirtiéndose así en uno de los mejores jugadores de hockey de todos los tiempos5. Él no se daba por vencido cuando no lograba hacer los golpes necesarios, ni cuando perdía un juego, sino que seguía intentándolo.
Con frecuencia, el éxito ocurre no a pesar del fracaso, sino debido a él.
Y también está Will Ferrell, uno de los actores de comedia más exitosos en el negocio del espectáculo. Al observar su carrera, cualquiera concluiría que él no sabe qué cosa es el miedo. Sin embargo, eso no es verdad. Ferrell compartió sus pensamientos sobre el miedo al fracaso en un discurso que pronunció al inicio de 2017 en University of Southern California. Ferrell manifestó: “Nunca dejas de sentir miedo, pero mi miedo al fracaso nunca fue tan grande como mi miedo a la famosa pregunta ‘¿Qué pasaría si?’ ¿Qué pasaría si nunca lo intentara?” 6.
No importa qué tan alto asciendas, ni cuán exitoso seas, el miedo al fracaso siempre amenazará con detener tu progreso. ¡No se lo permitas! La única forma en que alcanzarás tus objetivos es superando el miedo, intentándolo y siempre, siempre eligiendo intentarlo.
Sueña en grande
No siempre es fácil intentarlo. El orgullo y el miedo no tienen vergüenza y tratarán de convencerte de que tu objetivo es una locura. Cuando decidí darle una oportunidad a mi sueño, descubrí qué tan rápido aparecen las dudas. Me resultó difícil contarles a mis amigos y familiares sobre mi plan, porque estaba preocupado por lo que ellos pensarían de mí. En ese momento, yo estaba dirigiendo un negocio y la industria a la que quería trasladarme era un cambio muy dramático en comparación con lo que había estado haciendo. Se trataba de una trayectoria profesional 100% diferente. Entonces, empecé a cuestionarme a mí mismo: ¿Pensarán que estoy loco? Fue así como tuve que aprender a llamar a ese sentimiento por lo que en realidad era: orgullo.
Todos los sueños son un poco locos. Por eso se llaman “sueños”.
A medida que comencé a poner mi plan en acción, me preocupaba que mis familiares y amigos me dijeran que no hiciera ese cambio. Yo quería que todos creyeran en mí y en mi sueño. Quería impresionarlos a todos y mostrarles que yo era capaz de hacer eso que tanto anhelaba hacer. Pero esa pregunta persistente aparecía en mi mente: ¿qué pasa si me dicen que no? Entonces, también tuve que aprender a llamar a eso por lo que era: miedo al rechazo.
Cuando comencé mi ascenso, estaba dirigiendo mi pequeño negocio y tenía una esposa y tres hijos pequeños que contaban conmigo.
Las posibles consecuencias financieras me hacían sentir un susto de muerte. Me preocupaba el hecho de haberme equivocado a tal punto que destruiría a mi familia. ¿Qué pasa si no tengo lo que se necesita para salir adelante con este nuevo emprendimiento? Entonces, una vez más, tuve que aprender a llamar a eso por lo que era: miedo al fracaso.
La verdad es que todos los sueños son un poco locos. Por eso se llaman “sueños”. Pero nunca estamos locos por soñar. Lo que sí es más loco que soñar es nunca intentarlo.
Mi camino comenzó con un podcast de inicio realizado en la cabina de sonido