Si este reconocimiento resulta imprescindible —más allá de modas efímeras— para comprender el carácter centralmente historicista y dialéctico de la metodología de Marx, también es cierto que, al redactar El Capital, Marx emplea y se desplaza cómodamente por ambos niveles, según lo requieran la especificidad explicativa de cada capítulo y la trama argumentativa de cada sección. En su discurso crítico de la economía política (y del conjunto de las ciencias sociales convencionales), la lógica dialéctica se convierte en el resultado de la práctica humana (Lenin [1914] 1960, T. 38: 90, 95, 174, 184, 204, 206; Zeleny [1968] 1984: 100), es decir, en el “resumen apretado” de la historia, o, en otras palabras, en su “extracto” (Lefebvre [1946-1947] 1984: 215).
De allí que en El Capital encontremos un hilo conductor prioritariamente lógico (Marini 1979a). Su obra comienza con un alto nivel de abstracción, concentrándose en la teoría del valor (y su principal presupuesto: el trabajo abstracto, derivado de una sociabilidad indirecta, post festum, propia de una ontología social determinada por la inversión fetichista que, en condiciones mercantiles capitalistas, otorga carácter de valor cosificado [trabajo muerto] a los productos del trabajo social global [trabajo vivo] (Lukács [1923] 1982: 94; Rubin [¿1924?] 1987: 185-212; Rosdolsky [1968] 1989: 107).
De la teoría del valor (y del fetichismo) con que se abre El Capital, Marx pasa a la teoría de la explotación, en sus variadas modalidades, concibiendo al capital como “sustancia en proceso” (Marx [1872-1873] 1988, T. I, Vol. 1: 189 [las fechas 1872-1873 de todas las citas y fragmentos de El Capital consultados en este trabajo corresponden a la segunda edición alemana de la obra, revisada, aumentada y corregida por el propio Marx, aunque su libro se publicó por primera vez en 1867. Nota de N. K.]), exactamente la misma expresión categorial utilizada por Hegel para definir al sujeto (Hegel [1807] 1991: 76 y [1812-1816] 1993, Tomo II: 485). Es decir, el capital entendido como sustancia en proceso; sujeto (colectivo) que subsume, oprime y explota el trabajo vivo de la fuerza de trabajo (igualmente colectiva). A partir de allí, su discurso crítico se desplaza hacia la explicación de las leyes de tendencia de la acumulación capitalista. Su gran presupuesto histórico: el ejercicio de la fuerza material y la conversión de la violencia sistemática y estructural convertida, ella misma, en una fuerza y una “potencia económica” (Marx [1872-1873] 1988, T. I, Vol. 3: 940). Sin violencia, sin relaciones de poder y de fuerza entre las clases sociales; sin sometimiento de pueblos y naciones periféricas; sin separación violenta de las condiciones objetivas de vida, por un lado, y las clases explotadas, por el otro; sin destrucción sistemática de la naturaleza, no existiría el mercado mundial capitalista. La feroz conquista y colonización de América, la esclavización (y comercio) de los pueblos sometidos de África y la cruel colonización de las sociedades y comunidades de Asia, constituyen condiciones imprescindibles para la conformación del sistema mundial capitalista (Marx [1872-1873] 1988, T. I, Vol. 3: 939).
Pero todas estas categorías, hipótesis y teorías se presentan en el primer libro de El Capital, a partir de determinados supuestos metodológicos y enmarcadas dentro de una formulación expositiva que privilegia la argumentación lógico-dialéctica. Es decir, apuntando a sintetizar la teoría del modo de producción capitalista “en su concepto”, o sea, “en su máxima pureza” (ambas expresiones corresponden a la Ciencia de la Lógica de Hegel, pero Marx las hace metodológicamente suyas, reconocimiento que se vuelve explícito en la segunda edición alemana de la obra [1873]), sin entrar en los detalles polifacéticos y múltiples variedades específicas de cada formación económico social, cada cultura y cada civilización de toda la historia humana que Marx analiza exhaustiva y obsesivamente en gran parte de sus investigaciones empíricas. Incluyendo dentro de estas últimas el Cuaderno XIV [1851], donde reúne sus extractos de lectura del Museo Británico sobre el colonialismo europeo occidental (Marx [1851] 2019); sus investigaciones sobre las comunidades incas, mayas y aztecas, tal como son analizadas en los Grundrisse, primera versión manuscrita de El Capital (Marx [1857-1858] 1987a); sus escritos sobre la fusión de la dominación racial y clasista en el naciente imperio estadounidense y su inserción en la división internacional del trabajo y las materias primas dentro de la economía mundial capitalista, a partir de la guerra civil norteamericana de la década de 1860 (Marx y Engels 1973b); sus estudios sobre las comunidades rurales de la India, Argelia y diversas civilizaciones indo-americanas, preexistentes y sobrevivientes a la sangrienta conquista europea, estudiadas en el Cuaderno Kovalevsky [1879] (Marx [1879] 2018); sus indagaciones sobre el desarrollo capitalista en Rusia y su vínculo con el mercado mundial capitalista presentes en los intercambios epistolares con Nikolai F. Danielson [1868-1883] (Marx, Danielson, Engels [1868-1895] 1981) y en su comunicación con Vera Zasulich [1881] (Marx y Engels [1881] 1980); sus reflexiones sobre el colonialismo europeo en África presente en su correspondencia desde Argelia [1882] (Marx [1882] 1997); sus artículos periodísticos y cartas sobre el imperio británico reunidos en Escritos sobre Irlanda (Marx y Engels 1979a), así como también sus múltiples artículos y ensayos sobre las guerras comerciales y militares del colonialismo europeo occidental reunidos en el volumen Sobre el colonialismo (Marx y Engels 1979b), etc.
De las categorías, hipótesis y teorías desarrolladas en este primer libro de El Capital, Marx pasa en el segundo libro a exponer sus teorías sobre la reproducción simple y ampliada del capital social global, los ciclos y rotaciones del capital y sus respectivas mutaciones, metamorfosis y cambios de formas. Para ello emplea los esquemas de reproducción del capital, uniendo en el plano lógico lo que en la historia ha estado presente desde la conformación del sistema mundial capitalista: la unidad de la producción y la circulación del capital, no individual sino en tanto capital social global. Los esquemas de reproducción abordan el proceso de producción y reproducción del capital, abarcando tanto el proceso de producción como las distintas fases del proceso de circulación, es decir, el ciclo global del capital que como proceso periódico constituye la rotación del capital (Marx [1885] 1988, T. II, Vol. 4: 429), distinguiendo el conjunto de la producción social en dos grandes sectores: el que produce medios de producción (sector I) y el que produce medios de consumo (sector II), subdividido a su vez, este último, en medios de consumo obreros y populares (IIa) y el que produce medios de consumo suntuario y de lujo (IIb), propios de la clase capitalista (Marx [1885] 1988, T. II, Vol. 5: 483-503).
Recordemos que en el libro primero de El Capital Marx había expuesto su gran descubrimiento científico: el doble carácter del trabajo en la sociedad mercantil capitalista, esto es, trabajo útil y abstracto, de donde derivan el valor de uso y el valor (Marx [1872-1873] 1988, T. I. Vol. 1: 51 y cartas de Marx a Engels del 24/8/1867 y 8/1/1868, en Marx y Engels 1968: 137 y 153). En el libro segundo, Marx prolonga este análisis del doble carácter del trabajo al producto social global, tanto en su dimensión de valor (conformado por el capital constante, el capital variable y el plusvalor) como en términos del producto material. Y analiza también las diversas formas en que en cada ciclo se transfiere al producto resultante el valor de los diversos componentes (donde a las categorías de capital constante y variable les agrega las de capital fijo y circulante).
Siguiendo la exposición lógico dialéctica de Marx, en el libro tercero el valor se transforma en precio de producción, el plusvalor en ganancia y la tasa de plusvalor en tasa de ganancia. Como nunca se trata de un capitalista individual (y “sus” obreros y obreras), sino del capitalismo como sistema mundial, las tasas de ganancia de cada rubro y rama, de cada sector y cada formación social, se transforman en tasas de ganancia media, en cuya gestación los valores particulares y el plusvalor son apropiados y fluyen entre distintas ramas, diversos sectores y también entre distintas formaciones económico sociales. Apropiación, rapiña y captura que no se explican exclusivamente por las diferentes productividades físicas y materiales pues, insistimos, si el trabajo posee un doble carácter, lo mismo sucede con la productividad. Diferenciación que curiosamente “olvidan” y soslayan numerosos exégetas y marxólogos, por lo general, impregnados de un eurocentrismo apologético que termina legitimando... ¡en nombre de Marx!... las relaciones