Gracias a las observaciones de personas muy unidas a la naturaleza he podido obtener interesantes sugerencias y magníficas ideas. La creciente demanda de remedios naturales y la actual tendencia y el renovado interés de muchas personas hacia una vida más en contacto con la naturaleza me han hecho gastar tanta energía y dedicación que, frecuentemente, ha repercutido negativamente en mi vida familiar.
«A mayores bienes, mayores preocupaciones», dijo con razón un sabio de la antigüedad, pero el interés de la gente de los países que visitamos siempre fue tan enorme que no podíamos responder con un «no». Mi querida esposa solía decirme: «Deja esto o aquello, que no podrás abarcarlo todo y nos vamos a dispersar demasiado». Sin embargo, el deseo de ayudar a los demás con todo el talento y las facultades de las que uno pueda disponer a veces no nos deja darnos cuenta de la creciente presión a la que nos sometemos.
Si pudiera volver atrás en el tiempo, quizá hubiera puesto más atención en cuidar mejor las reservas de mi masa genética, pero es difícil decir que no cuando otros nos necesitan y sabemos por experiencia como evitar el sufrimiento de los demás.
Desde aquí pido disculpas a los amigos y conocidos de los países que he visitado, y que no se sientan defraudados si no he podido contestar personalmente a las innumerables cartas y preguntas que me llegan.
El amor a la naturaleza, plantas, animales, personas y, sobre todo, el amor y respeto que siento por el Creador me han conducido, desde siempre, a aceptar más responsabilidades de las que podía asumir. El secreto de mi, a menudo, infatigable energía ha sido únicamente el amor, al que considero el mayor impulso o fuerza existente en el universo.
Lo he puesto siempre de relieve en las numerosas conferencias que he dado por todo el mundo y creo que es precisamente ahí donde radica el secreto de mis éxitos. Con 81 años a mis espaldas he sido capaz de realizar una gira de conferencias a lo largo de la costa este de los Estados Unidos, desde Boston hasta Miami, y en una semana he dado, por radio y televisión, veintiséis conferencias en inglés.
Cuando vi el programa que mis amigos americanos me habían organizado, la verdad es que me asusté. Al principio no creí que pudiera mantener tanta actividad, pero los primeros éxitos me dieron fuerza para ello, pues he comprobado con satisfacción que ¡también en los Estados Unidos se ha producido un cambio de actitud respecto al respeto por la naturaleza! Este hecho y el encuentro con personas magníficas, especialmente con médicos que me mostraron su agradecimiento por haberles transmitido mis experiencias positivas en el ámbito de la alimentación y la fitoterapia, me proporcionaron la energía necesaria para perseverar en el empeño.
Todos estos éxitos en el ámbito profesional, comercial y literario a través de mis escritos nunca los hubiera podido obtener sin la colaboración activa por parte de mi esposa. Siempre me ha acompañado fielmente en lo bueno y en lo malo de la vida. Su poético y creativo talento ha dado a todas mis publicaciones un adecuado toque final.
Diariamente ruego a Dios que me otorgue la energía y el talento para poder seguir sirviendo con amor a mis amigos y a todos cuantos sufren.
La demanda del libro El pequeño doctor sigue manteniéndose elevada, de modo que ya tenemos prevista una nueva edición alemana. Ello es prueba del creciente reconocimiento, interés y confianza que se otorga cada vez más a la medicina natural. Más de dos millones de familias en todo el mundo han dedicado un lugar en sus hogares a los útiles consejos de El pequeño doctor. En los últimos años, no solo ha habido nuevas ediciones, sino que ha aumentado también el volumen del texto. Se ofrecen ahora a los lectores nuevas experiencias y conocimientos científicos que sirvan de ayuda tanto en los días de salud como en los de enfermedad.
Esperamos que esta nueva edición sea acogida por muchos miles de familias y que pueda servirles de leal consejero en los temas de salud de la vida diaria.
Por su parte, El pequeño doctor no quisiera dejar de agradecer a todos cuantos han contribuido a su difusión, valorándolo positivamente y recomendándolo, agradecimiento al que nos unimos cordialmente.
Feusisberg, verano de 1991
Alfred Vogel y familia
En tu casa vive un pequeño doctor
¿Cuál es la misión de El pequeño doctor en tu casa? Simplemente, cumplir una sencilla, pero importante función: darte a conocer los posibles remedios que pueden encontrarse en tu casa y alrededores. Acude a los consejos que puede proporcionarte El pequeño doctor con lo que está a tu alcance y comprueba si es suficiente para ayudarte cuando surja de repente un problema de salud o cuando una dolencia persistente no llegue a desaparecer.
No sé si vives en una hermosa aldea o en una pequeña ciudad. Ignoro si debes contentarte con vivir en medio de una gran urbe o si has elegido la soledad de la naturaleza y habitas en una casa de campo alejada de cualquier aldea, pueblo o ciudad. Quizás te hayas establecido en un país lejano donde las medidas de las distancias son distintas. Tal vez tienes una granja y tu hogar se halla aislado y distante de tus vecinos. Si eres un guardia forestal, seguramente vivirás en una casa solitaria en el bosque o, si eres montañero, probablemente habitarás en un refugio de montaña expuesto a la intemperie.
Seas quien seas, y donde quiera que te encuentres, no quedarás desvalido si en los momentos de apuro dejas que te aconseje El pequeño doctor, hasta que pueda acudir el «gran doctor» con ayuda adicional. Muchas veces esa primera ayuda en momentos de emergencia será suficiente, pues si acudimos al remedio adecuado, aun en casos agudos, a menudo podremos obtener resultados buenos y duraderos.
Quizá tu familia y tú os sintáis bien de salud y creáis que ningún mal pueda sobreveniros. Ciertamente, muchas veces es así y uno puede dedicarse al día a día de su profesión y a sus diversas obligaciones sin que molestia alguna interrumpa el ritmo normal de vida; hasta que, de repente, un pequeño descuido, un contratiempo, un accidente, la irrupción de una epidemia o un resfriado pueden perturbar tu vida cotidiana. En esos momentos será una alegría para ti conseguir la ayuda que necesitas.
¿Quién podrá ofrecerte entonces una ayuda segura, rápida y eficaz? Según donde estés viviendo y el modo como te hayas instalado, tu botiquín será voluminoso o reducido; puede extenderse de la cocina a la despensa y, de esta, al sótano. Incluso en el desván es posible que conserves tal o cual cosa que te pueda ser útil. Si posees un jardín, encontrarás también en él muchas cosas útiles y, si vives en una zona rural, el campo, el bosque y la campiña te podrán ofrecer una ayuda todavía mejor. En cambio, quienes vivan en la ciudad, al encontrarse en una situación menos favorable, deberán mantener los ojos bien abiertos durante sus paseos campestres para poder obtener algún remedio que les pueda ser de utilidad en algún momento.
Si de lo que dispones en tu hogar no es suficiente, existen innumerables plantas medicinales que puedan ayudarte ante afecciones leves o proporcionarte un buen remedio preventivo. Los inagotables remedios que se ocultan en bosques, campos, prados o en las riberas de los ríos pueden ayudarte con tal prontitud que El pequeño doctor podría convertirse en un gran doctor si pudiera disponer de todos los tesoros y consejos prácticos que se encuentran, en abundancia, en el jardín de la naturaleza.
Ante todo, te muestra qué farmacia tan particular puedes encontrar entre las provisiones de tu hogar. Vas a sorprenderte cuando veas que más de un simple alimento puede convertirse en un remedio eficaz en el momento oportuno. Harina, azúcar, agua, aceite, sal, huevos, requesón, patatas, zanahorias, coles, rábanos, cebollas, ajos, rábanos picantes, perejil, ortigas, acedera, ceniza de madera y otras cosas más pueden formar parte de tu botiquín casero.
Acepta, pues, gustosamente a El pequeño doctor, pues te va a revelar los múltiples secretos que se hallan disponibles en tu casa y que van a ayudarte si