1967
Empieza de veras el flujo exportador. Mentira sentimental, estrenada en febrero, se ve poco después en México y en otras plazas del Norte. Es un infalible argumento de Corín Tellado con Blume y un debut por lo alto, el de Patricia Aspíllaga. El canal le preparó un especial, Me llamo Patricia, para confirmar su ingreso al star-system. Más frágil, lozana y hermosa que Saby Kamalich, la señorita Aspíllaga era casi el único vástago de la oligarquía latifundista luciendo sus modulados encantos en la televisión peruana. La vemos en una imagen de su primera novela, en una mesa de café, mirando a Blume de costado para poder lucir la larga cabellera negra silueteando el rostro, compensado su silencio con una visible turbación. La cámara se ha acercado hasta un medium two-shot y Ricardo está fumando para rellenar la atmósfera. Para hacer bulto de utilería la cartera de Patricia está sobre la mesa. La escenografía es deplorable o inexistente.
En marzo, Vlado Radovich y Orlando Sacha se emparejan con la Aspíllaga y con Inés Sánchez-Aizcorbe para otra novela de exportación, Ayúdame tú, que salvó las fronteras y fue el primer folletín repuesto internamente en junio de 1968. En julio la pareja toma otros encargos; Vlado coprotagoniza Con ella vino el odio, al lado de Gloria Travesí, Loui Pastor, María Teresa Zaro y Fernando de Soria, mientras Patricia se mide con Saby Kamalich en La condenada bajo la dirección de Calvo y el apoyo de Sacha, Larrañaga y Mariela Trejos. Mistral ha recibido un encargo que lo divierte, vestir mallas y camisas de bobos de la España imperial en Locura de amor, como el Don Alvar, que ya había encarnado en el célebre filme español de Juan de Orduña que lo lanzó a la fama. La Kamalich ensaya nuevos tics para su Juana la Loca y Pepe Vilar es Felipe el Hermoso. Inés Sánchez-Aizcorbe es la gitana que desata el caos y el joven galán Hernán Romero ronda la corte.
Los hijos ajenos, argumento de Gloria Travesí, con Luis Álvarez, Lorena Duval, Hudson Valdivia y Anita Martínez, se estrenó en agosto y en noviembre fue la primera novela peruana programada en Guayaquil, eje de la televisión ecuatoriana que recibió el influjo de muchos peruanos. Completan el catálogo de 1967 Todo por ella, con Patricia Aspíllaga, Pepe Vilar y Marianela Ureta (periférica del clan); La molinera, con Gloria María Ureta, Larrañaga, Luis Álvarez y Fernando de Soria, y La leyenda de las ruinas, novela que el clan dedicó a Liz, la hija menor dotada de una dulzura y naíveté que le hubieran rendido mejor en encargos cómicos y nuevaoleros. Fue una frustrada Sandra Dee peruana. La intriga sangrienta y el desquicio pasional iban mejor a Radovich, a su tía Gloria Travesí, a Luisa Otero y Lorena Duval.
El año terminó abriendo de un solo plumazo dos vías fecundas que no se continuaron: la mitología local y la hagiografía. Santa Rosa de Lima escrita por la Yonmar, otra vez bajo el seudónimo C.C. Martin, fue dirigida por Manolo Calvo y ambientada en sets que Terry quiso austeros y sobrios para no distraer la concentración sulpiciana de Saby Kamalich, radiante bajo una toca orlada de flores. En el vestuario, eso sí, no se escatimaría, pues la patrona de las Américas tenía poder de venta en una decena de países (en México y en Ecuador se estrenó pocas semanas después del debut limeño) y había que darle un poco más de aire y finura. Acompañaron a la Kamalich, Juan Bautista Font, Gloria Travesí, Elba Alcandré, Maricarmen Gordon, Hernán Romero y, en el rol de la santa cuando niña, Chachita Hormazábal, la mocosa ye-ye que tuvo tal impacto en sus primeras apariciones en el 5, que el canal tuvo que idearle unitarios especiales y ungirla como presentadora de emisiones impúberes. La cantera mitológica prerrepublicana, tan rica, estaba abierta pero no se explotó más. San Martín de Porres, santo con igual o mayor rating potencial que María, fue enlatado por los mexicanos, aunque el canal 4 trajo al portorriqueño René Muñoz, intérprete fetiche de Martín, para una breve novela local. Y el 5 no se quedó atrás dedicándole una rápida telenovela dirigida por Mario Rivera con Blume, Kamalich, Ricardo Fernández, Lola Vilar y muchos más.38 Los pacatos no osaron novelar a La Perricholi.
1968
Orlando Sacha y Mariela Trejos, pareja en la vida real, protagonizaron el primer romance infeliz del año en El hijo del pueblo, historia de un profesor romántica y socialmente desgraciado. En febrero, Saby Kamalich, Luis Álvarez y un advenedizo Fabián Gray estelarizaron Perdóname. El verano se clausuró con Los hipócritas, argumento de Gloria Travesí en manos de Carlos Barrios Porras, interpretado por la propia Gloria, por su hijo Fernando Larrañaga, María Cristina Ribal, Fernando de Soria, Benjamín Arce, Loui Pastor y Carlos Gassols. Los créditos de presentación resumen todo lo que se había aprendido del oficio: que sobre la total e indiferente llaneza de manufactura un efecto especial puede cambiarlo todo, dar un toque de distinción y hasta de estilo al más rutinario material. En este caso se trató de un medio encuadre enmascarado que dejaba un rectángulo vertical, alargando figuras y profundizando perspectivas. En una de ellas Gloria ensaya caminar resueltamente de frente y voltear de medio lado provocando uno de esos desplantes histriónicos, reservados para las damas maduras, que la hermanaban con Elvira. En otro, Larrañaga muestra su estado de “turbación folletinesca” tropezando con el mobiliario y revelando, de paso, que este no solo sirve de bulto sino de objeto dramático. A tientas y a golpes, los teleastas algo aprendían. En otro encuadre enmascarado, María Cristina Ribal sale de la penumbra hacia una zona iluminada. Las luces, otra lección de primer ciclo, no solo sirven para que las cosas se vean. Luego de tales efectos en la secuencia genérica, venía la rutina, la mudez creativa y la tacañería expresiva, rara vez alteradas por la imaginación.
El maestro, argumento de Corín Tellado adaptado por Gloria Travesí y dirigido por Calvo, alió a Vilar, Elvira Travesí, la ex modelo Cuchita Salazar, Álex Valle, Alberto Soler, Hernán Romero, Elba Alcandré y Anita Martínez en un relato que seguía la senda de El hijo del pueblo. Vilar era un educador capitalino que abandona el éxito urbano para refugiarse en un remoto pueblo serrano. La razón del abandono es una pena de amor (el maestro ama a la joven esposa de su padre); para nada un caso de conciencia pastoral. La fuga hacia los Andes no se entienda solo con precisión geográfica; es en realidad un encierro melodramático entre cuatro paredes. A El maestro siguió otra novela de exportación, Así aprendí a quererte, un Corín Tellado adaptado por Enrique Victoria, con Vlado Radovich y Gloria María Ureta. La dirección es dividida: Barrios Porras detrás de las cámaras y Calvo en la escena con los actores. Por entonces un reclamo sindical había convencido a Panamericana de separar el espacio de los técnicos y el de los hombres de tablas. Nadie saldría ganando.
A mediados de 1968 Gloria Travesí escribe y protagoniza La codicia de los cuervos, mientras Saby Kamalich, Sacha, Lorena Duval y Blanca Rowlands actúan en Dime la verdad. Sacha se ocupa también en Nunca te engañé, argumento de Corín Tellado, con Maricarmen Gordon y la Miss Perú Mary Ann Sarmiento; y la Kamalich se repite en Los amigos de Dios, con Gloria María Ureta. Vlado Radovich ya no tiene tiempo de actuar, ha resuelto dirigir y quiere empezar con un argumento original. No le queda más remedio que aceptar Si no fueras tú, otro Corín Tellado para los buenos oficios de Sacha, Aspíllaga, Romero, Gloria María Ureta y Mary Ann Sarmiento. Al menos, consigue que esta vez la adaptación no esté a cargo de la destajera Travesí sino de un escritor más empeñoso, Humberto Ponce, que trató de desacralizar las situaciones simplificando diálogos. El camino de Simplemente María estaba trazado. Antes de concluir el año Radovich también dirige Te ayudaré siempre, un Tellado más, con Vilar, Aspíllaga, Lorena Duval y el debut como actriz de Norma Belgrano, y supervisa una novela subsidiaria de un proyecto audaz. Boda diabólica, basada en un relato de Edgar Allan Poe, es uno de los pocos largometrajes que evacuó la división fílmica de canal 5, esta vez en asociación con capitales norteamericanos coordinados por Enrique Torres Tudela,39 y antes de verse retorcido en una intriga más chapucera que sombría protagonizada por la ex diva infantil Margaret O’Brien, se aprovechó la preproducción para urdir una novela con Elvira Travesí y Fernando Larrañaga.