Psiquiatría de la elipse. Ivan Darrault-Harris. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ivan Darrault-Harris
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789972453625
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href="#u5afacf68-2f5d-4f7f-bfd3-6bbd97a71cb2">Anexo 2

       CAPÍTULO VI. LA INICIACIÓN A LA FORMA

       La psiquiatría de la elipse es una metodología

       Los seis criterios del fin de una terapia

       La terapia como creación de otros sincretismos

       Uno en otro

       De sincretismo en sincretismo

       La cuestión de la explicitación

       La elipse

       La relación con el tiempo

       Evocar, invocar

       Ascendientes o ancestros

       El cuidante es un sujeto de búsqueda

       El cuidando debe reconvertirse en un sujeto de búsqueda

       De la terapia al arte

       La terapia es anomia

       De la Creación a la creación

       La terapia como creación cosmogónica

       Todos somos suplicantes

       Posfacio: Explicar, comprender, de Paul Ricœur

       Bibliografía

       Índice de conceptos y nociones

      Prefacio

      Casi quince años después de su primera aparición, la Psiquiatría de la elipse es reeditada hoy en día, modificada y enriquecida, disponible de nuevo para los semióticos amantes de aventuras poco comunes, para los terapeutas que se interesan por recorridos metadescriptivos y, más generalmente, para un público atraído por innovaciones interdisciplinarias en ciencias humanas.

      Porque así es como se presenta de entrada este libro: como el producto de varias historias entrecruzadas. Para comenzar, la de las prácticas y de las instituciones terapéuticas, que conduce a definir progresivamente el campo de la psiquiatría «infanto-juvenil», y, en el interior de esta última, los métodos y los presupuestos de la puesta en marcha por Jean-Pierre Klein. Luego, la de la semiótica de la Escuela de París, por la cual Ivan Darrault-Harris ha tomado partido, siguiendo a Jean-Claude Coquet, para volver a trazar el recorrido en dos etapas: el de la semiótica «objetal», o sea, el de la semiótica narrativa de Greimas, y el de la semiótica «subjetal», en este caso, la semiótica del discurso desarrollada principalmente por Coquet. Y, finalmente, la historia de un encuentro y de una amistad interdisciplinarios, y el de un largo recorrido intelectual compartido entre los dos autores, Jean-Pierre Klein e Ivan Darrault-Harris. El libro da testimonio, a este respecto, de un cruce de identidades: al comienzo de la aventura, el primero era psicoterapeuta y el segundo, semiótico; al final del recorrido, las fronteras se esfuman, el terapeuta piensa como un semiótico, y el semiótico piensa como un terapeuta.

      El lector sabrá perdonar mi incompetencia para apreciar los aportes de este libro, y de las prácticas que él relata, a la psicoterapia: no podría aventurarme en ese terreno, y quisiera limitarme aquí solamente a señalar algunos aportes e incidencias en lo que atañe a la semiótica misma.

      La primera incidencia se refiere a la articulación entre la aproximación semiótica y la práctica terapéutica. El prólogo del libro insiste en el hecho de que esas dos disciplinas tienen objetos diferentes, y particularmente sobre el hecho de que una se halla siempre en el movimiento de una práctica en devenir, mientras que la otra debe constituir los productos de la primera en «discurso» y contentarse, en suma, con una «vida detenida». En su posfacio, y ya al final, Paul Ricœur insiste en el hecho de que la semiótica, como todo proyecto científico, «es una práctica, una práctica teórica, ciertamente, pero una práctica que, como todas las prácticas, debe ser recuperada de acuerdo con su finalidad interna» (p. 336). Dicho de otro modo, la vertiente semiótica es, en este sentido, tan «práctica» y tan «viviente» como lo vertiente terapéutica, y la primera puede ser considerada como «un arte sobre el fondo del rigor científico», lo mismo que la segunda, como lo señalan los autores en la introducción. La cuestión no es, pues, la de una diferencia de estatuto epistemológico entre un «arte riguroso» y una «ciencia incierta», sino más bien la de la «finalidad interna» de una y otra práctica, la del ajuste estratégico entre dos finalidades y la del encaje táctico entre los dos recorridos prácticos; dicho de otro modo, la diferencia es ante todo estratégica y ética.

      Ahora bien, si seguimos a Paul Ricœur, la finalidad interna de la práctica semiótica consistiría en una comprensión sometida, en virtud de los medios que utiliza, a una explicación; globalmente, tendría que ver con la hermenéutica en cuanto práctica de investigación. Esto no es suficiente, sin embargo, para diferenciarla de la terapia, puesto que esta última es evidentemente (entre otras cosas) una práctica interpretativa, pero cuyos medios explicativos son, en cierto modo, alternativos y facultativos, y cuyo operador principal es el paciente mismo, como se verá en esta obra. Incluso habría que precisar: cuyo operador principal debe llegar a ser progresivamente el paciente mismo. Volcada por completo hacia el «asistido», hacia ese otro que sufre, la terapia trata de hacerlo cambiar: cambiar de discurso, cambiar de identidad, cambiar de rol, cambiar de síntomas. Pero el cambio-que-cura es, para la psiquiatría de la elipse, una verdadera actividad de traducción-interpretación; sin embargo, a diferencia de otras hermenéuticas, como la semiótica, la traducción-interpretación inducida por la terapia no recae sobre los enunciados ni sobre las estructuras significantes, sino sobre las instancias personales que las soportan. En suma, el objetivo de esas prácticas de interpretación-traducción no es la producción de un discurso sobre las transformaciones del paciente, sino el de una transformación de las instancias que el paciente construye en sus enunciaciones.

      No sé si este condensado resumen será aceptable para los dos autores, pero vale la pena intentarlo: la única diferencia entre la semiótica y la terapia como prácticas hermenéuticas consiste en que una se supone que interpreta las variaciones de la correlación entre contenidos y expresiones (y que las traduce como «transformaciones de contenidos» en un metadiscurso), mientras que la otra se supone que interpreta los recorridos e interacciones entre las instancias de la praxis (y que las traduce en «metamorfosis de roles y de posiciones enunciantes» en la historia del paciente).

      A partir de ahí, si por un lado admitimos que, en ese tipo de terapia, las transformaciones