Los papiros de la madre Teresa de Jesús. José Vicente Rodríguez Rodríguez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Vicente Rodríguez Rodríguez
Издательство: Bookwire
Серия: Caminos
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9788428565226
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potencias, memoria y entendimiento, tornen a bullirse, queda engolfada la voluntad, hace como señora del todo aquella operación en el cuerpo. Porque ya que las otras dos potencias bullidoras la quieran estorbar (de los enemigos los menos), no la estorban también los sentidos. Y así hace que estén suspendidos, porque los quiere así el Señor.

      En el Teatro universal de proverbios, n. 657 aparece tal cual este refrán: De los enemigos los menos. Y lo glosa el autor:

      Si tienes enemistad

      y algunos por adversarios,

      procura por amistad

      por fuerza o sagacidad

      hacer menos tus contrarios,

      ganando de continuo amigos.

      Que en cualquier tiempo son buenos

      y quitarte de hadarios,

      cuando de los enemigos

      vienes a tener los menos.

      Más vale al que Dios ayuda que el que mucho madruga

      Este refrán se lo recuerda en 1571 (Cta 36, 1) a doña Catalina Balmaceda, que había pretendido con anterioridad entrar de monja carmelita; finalmente entró y profesó en 1573. En uno de los refraneros del año 1541 aparece tal cual y se le aplica esta glosa: «La industria y diligencia humana, poco hace sin el favor de Dios».

      No estamos para coplas

      Esta especie de proverbio lo usa aludiendo a los momentos más difíciles de su Reforma: El padre General, víctima de falsas informaciones contra su obra; Gracián, en peligro; y los cuatro para ella indispensables Pío V, Felipe II, el Nuncio Ormaneto y Gracián, a quienes espera en Dios, que les dé vida, al menos uno o dos años, para remediar los problemas que pesan sobre su obra. En este contexto le sale este refrán: No estamos para coplas (Cta 98, 12); no estamos para bromas. Es un refrán perfecto para momentos parecidos de la existencia.

      Dejar a uno por necio

      Está la Santa hablando de la diferencia que hay entre la oración de quietud y la de unión plena. En la primera, «si el entendimiento –o pensamiento, por más me declarar– a los mayores desatinos del mundo se fuere, ríase de él y déjele para necio» (CV 31, 10). Otra variante puede ser: enviaros han para simple (CV 22, 1). Está explicando cómo hay que tratar con el Señor en la oración, «que es bien estéis mirando con quién habláis, y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza» (CV 22, 1). En el trato con los grandes de este mundo hay que conocer muy bien «el acatamiento» que hay que darles; «si no enviaros han para simple y no negociaréis nada» (CV 22, 1), es decir, os echarán fuera por tonto, por simplón.

      Quien ha mal pleito, pónelo a voces

      Comenta con mucha franqueza este dicho proverbial ante Diego Ortiz en una carta del 27 de mayo de 1571 (Cta 33, 1). Diego Ortiz se muestra exigente e insistente como si tuviera derecho «a ciertas misas cantadas en la iglesia de las carmelitas descalzas de Toledo con participación de la comunidad». La Madre no estaba de acuerdo y contesta:

      Dice vuestra merced que me envió la que trajo (la carta) el padre Mariano, para que entendiese las razones que hay en lo que pide; y estoy desengañada de que vuestra merced las dice tan buenas y sabe tan bien encarecer lo que quiere, que las mías tendrán poca fuerza. Y así no pienso defenderme con razones, sino, como los que tienen mal pleito, ponerlo a voces, y darlas a vuestra merced con acordarle a que está más obligado siempre a favorecer a las hijas que son huérfanas y menores, que no a los capellanes.

      Y termina con una ironía tremenda: «Pues, en fin, todo es de vuestra merced y tan suyo, y más el monasterio y las que están en él, que no los que, como vuestra merced dice, van con gana de acabar presto y no con más espíritu algunos de ellos». En Teatro universal de proverbios aparece este refrán: «quien mal pleito tiene a voces lo mete», y lo glosa de esta manera:

      El que no puede salir

      con su pleito con justicia,

      procura de lo reñir

      de dar voces argüir

      con maldad y con malicia,

      su injusticia sostiene

      como quien dice al puñete

      siempre la tela mantiene,

      porque quien mal pleito tiene

      a voces luego lo mete.

      Quien mucho quiere apretar junto lo pierde todo (CV 31, 10)

      Solemos decir quien mucho abarca poco aprieta. Y una vez más vuelve santa Teresa al tema de la oración de quietud y después de referir el refrán Dejar a uno por necio, comentado antes de modo que, como ella dice, «si quiere a fuerza de brazos» sujetar al entendimiento no ganará nada sino perderán entrambos, porque, como dicen, «quien mucho quiere apretar junto, lo pierde todo; así me parece será aquí». También este refrán se glosa en el Teatro universal de proverbios de la siguiente manera:

      Hay hombres que se entrometen

      en tantos y tales tratos

      que después por más que aprieten

      porque no los inquieten,

      hacen mil malos baratos.

      No conviene que se meta

      el hombre en tanta burleta

      pensando henchir el arca,

      porque mientras más abarca

      el hombre menos aprieta.

      El peor ladrón es el que está dentro de casa (CE 14, 1; CV 10, 1)

      En las dos redacciones del Camino repite este proverbio; y lo remata diciendo: «pues quedamos nosotras mismas». No hay que echarse a dormir, porque «será como el que queda muy sosegado de haber cerrado muy bien sus puertas por miedo de ladrones, y se los deja en casa».

      De devociones a bobas nos libre Dios (V 13, 16)

      Este deseo de santa Teresa, aunque no haya, según creo, pasado a la familia de los refranes, bien merecía haberlo hecho. Desde muy niña cultivaba sus devociones, muy aprobadas. Y confiesa: «Nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podría sufrir y a ellas les hacía devoción» (V 6, 6). Esta petición suya podría figurar en las letanías, además de ser un refrán perfecto.

      En todas las cosas se gana mucho en mirar en los principios (Cta diciembre 1572)

      Así le escribe a una pretendienta al hábito. Y esta sentencia debiera tener también carácter de refrán, a mi entender. Y no es solo en este punto en el que habla de los principios sino en otros varios, como el siguiente: «Todas las cosas son como se principian», y este otro: «Si los principios se yerran, todo va borrado», que escribe en referencia a la fundación de sus frailes en Salamanca (Cta 135, 12).

      De señores a señores va mucho (Cta enero 1574)

      «En el Carmelo de Medina va a entrar Jerónima de Quiroga, quien de acuerdo con su madre doña Elena proyecta fundar con su hacienda un colegio de doncellas dependiente de las carmelitas» (T. Álvarez). Santa Teresa teme que esta novedad vaya a ser un desacierto y trata de aconsejarse con los más autorizados de los dominicos, los jesuitas y otros. Y aludiendo al comportamiento del Visitador, comisario apostólico Pedro Fernández, lo alaba por santo y discreto y, fiándose de él, dice «de señores a señores va mucho». Suena, de hecho, como un refrán.

      Tanto es lo de más como lo de menos, suelen decir (1M 2, 8)

      Se sirve de este refrán al exhortar al fiel cristiano a que se ejercite en el conocimiento propio, y le significa lo importante que es este ejercicio espiritual, pero alerta para que no se exceda en esta meditación, sino que considere también la grandeza de Dios y en esa meditación y reflexión más positiva conocerá bastante mejor