Reposo divino para la inquietud humana. Samuele Bacchiocchi. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Samuele Bacchiocchi
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789877984996
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Lutherum et alias hostes ecclesiae, 1533, p. 79.

      131 Ibíd.

      132 Catecismo del Concilio de Trento, pp. 344, 345.

      133 Ibíd., p. 346.

      134 Ibíd., p. 347.

      135 Sobre las ideas y la influencia de los sabatarios, véase el documentado artículo de G. F. Hasel, “Sabbatarian Anabaptists” Andrews University Seminary Studies 5 (1967), pp. 101-121; 6 (1968), pp. 19-28. Sobre la existencia de observadores del sábado en diferentes países, ver Andrews y Conradi, pp. 633-716. Ver Richard Muller, pp. 110-129.

      136 Stredovsky de Bohemia, en su lista de las once principales sectas, pone en tercer lugar a los sabatarios, justo después de los luteranos y los calvinistas. La lista fue publicada por Josef Beck, ed., Die Geschichts-BUcher der Widertáufer in OsterreichUngarn (“Fontes Rerum Austriacarum”, Viena, 1883), 43:74. Para un análisis de esta y otras listas, véase Hasel, pp. 101-106, quien concluye diciendo: “Estas antiguas enumeraciones parecen indicar que los sabatarios anabaptistas fueron considerados como un grupo numeroso y fuerte” (p. 106). Ver Henry A. DeWind, “A Sixteenth Century Description of Religious Sects in Austerlitz, Moravia”, Mennonite Quarterly Review (1955), p. 51.

      137 Desiderio Erasmo, “Amabili ecclesiae concordia”, Opera Omnia V: 505-506; cf. Hasel, p. 107.

      138 Lutero dijo: “En nuestro tiempo hay un grupo de necios que se llaman a sí mismos sabatarios [Sabbather] y que afirman que el sábado debe ser guardado según la costumbre judía” (D. Martin Luthers Werke, Weimer ed. 42:520). En su Comentarios sobre Génesis (4:46), Lutero nos proporciona una información semejante: “Me he enterado de que en Austria y Moravia ciertos judaizantes apoyan el sábado y la circuncisión; si continúan con tal audacia, no dejándose amonestar por la Palabra de Dios, ciertamente causarán muchos males” (citado por Andrews y Conradi, p. 640).

      139 J. G. Walch, ed., Dr. Martin Luthers sámmtliche Schriften, 1910, 20: 1828ss. Ver D. Zscharnack, “Sabbatharier”, Die Religion in Geschichte und Gegenwart, 1931, 5:8.

      140 Sobre Oswald Glait, véase el reciente estudio de Richard Muller, pp. 117-125. Ver Hasel, pp. 107-121.

      141 Sobre Andreas Fisher, véase Richard Muller, pp. 125-130; Petr Ratkos, “Die Anflinge des Wiedertáufertums in der Slowakei”, Aus 500 Jahren deutsch-tschechoslowakischer Geschichte, Karl Obermann, ed., 1958, pp. 41-59.

      142 Caspar Schewenckfeld refuta la obra de Glait en S. D. Hartranft y E. E. Johnson, eds., Corpus Schwenckfeldianorum, 1907, 4: 451ss.

      143 Ibíd., p. 458.

      144 Ibíd., p. 491.

      145 Ibíd., pp. 457, 458.

      146 Una crónica anabaptista cuenta el trágico desenlace de la vida de Glait: “En 1545, el hermano Oswald Glait es encarcelado en Viena por causa de su fe. [...] Están también con él dos hermanos, Antonio Keim y Hans Standach, que lo reconfortan. A ellos les encomendó su esposa y su hijo, dejados en Jamnitz. Después de pasar en la cárcel un año y seis meses, lo sacaron a la medianoche fuera de la ciudad para que nadie lo viera ni oyera y lo arrojaron al Danubio” (A. J. F. Zieglschmid, ed., Die álteste Chronik der Hutterischen Brüder, 1943, pp. 259, 260, 266).

      147 Para una reseña histórica de los observadores del sábado desde el siglo XV hasta el XVII, ver Andrews y Conradi, pp. 632-759; y Kenneth A. Strand, ed., El sábado en las Escrituras y la historia, 2014.

      148 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 526. En 1618, por ejemplo, John Traske comenzó a predicar que los cristianos están obligados por el cuarto Mandamiento a observar escrupulosamente el sábado. Sin embargo, forzado por las presiones, se retractó de sus ideas en A Treatise of Liberty from Judaism (1620). Teófilo Brabourne, otro pastor anglicano, publicó en 1628 Discourse upon the Sabbath Day, en el que defendía la observancia del sábado en vez del domingo. La High Commission anglicana lo forzó a abandonar sus posiciones y amoldarse a lo establecido por la iglesia. Ver Robert Cox, The Literature of the Sabbath Question, 1865, 1, pp. 157, 158.

      149 Ver W. Y. Whitley, A History of British Baptists, 1932, pp. 83-86; A. C, Underwood, A History of the English Baptists, 1947, caps. 2-5.

      150 Seventh Day Baptist General Conference, Seventh Day Baptists in Europe and America, 1910, 1, pp. 127, 133, 153.

      151 Raymond F. Cottrell señala lo siguiente: “La dependencia de los pioneros adventistas del séptimo día de los bautistas del séptimo día en la cuestión del sábado se hace patente en el hecho de que en el primer volumen de Advent Review and Sabbath Herald más de la mitad del material publicado procede de publicaciones bautistas” (“Seventh Day Baptists and Adventists: A Common Heritage”, Spectrum 9 [1977], p. 4).

      152 La Iglesia de Dios del Séptimo Día remonta su origen al movimiento millerista. Gilbert Cranmer, uno de los seguidores de Miller, quien durante un tiempo estuvo en relación con los adventistas del séptimo día, fue elegido en 1860 como primer presidente del grupo llamado “Iglesia de Cristo y última Iglesia de Dios del Séptimo Día”. Un informe de 1977 estimaba su membresía en 25.000 personas (“Sinopsis de la Historia de la Iglesia de Dios del Séptimo Día”, informe proporcionado por la sede de esta iglesia en Denver, Colorado).

      153 El Directory of Sabbath-Observing Groups de 1974, publicado por The Bible Sabbath Association, registra más de 120 confesiones que observan el sábado.

      154 Para un estudio exhaustivo sobre la posición de Calvino acerca del cuarto Mandamiento, ver Daniel Augsburger, pp. 248, 284.

      155 Juan Calvino, Commentaries on the First Book of Moses called Genesis, John King, 1948, p. 106. La misma opinión se repite unas líneas más abajo: “Puesto que fue ordenado al hombre desde el principio para que se dedicara al culto divino, es normal que deba perdurar hasta el fin del mundo” (p. 107).

      156 Juan Calvino, Commentaries on the Four Last Books of Moses, trad. Charles William Bingham, 1950, p. 437.