12. Harvey L. Sharrer, «The Life of St. Eustace...» ob. cit., Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., pp. 299-304, Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable...», ob. cit. Y vid. además Cristina Sobral, «Eremitas orientais...», ob. cit.
13. Miguel Ángel Pallarés Jiménez, La imprenta de los incunables de Zaragoza y el comercio internacional del libro a finales del siglo XV, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 2003, pp. 114-117.
14. Cf. infra nuestra nota 19.
15. Cf. infra nuestra nota 18.
16. Los ejemplares de los preliminares sueltos, en Boston, The Boston Public Library, Q.403.88, y Londres, British Library, IB 53235 (donde se hallan encuadernados, de modo facticio, con el volumen correspondiente a la citada edición de la Leyenda de los santos de Juan de Burgos). La constatación de que ambos preliminares corresponden a dos impresiones distintas es asunto reciente. Al respecto, Fernando Baños Vallejo, «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta...», ob. cit., p. 83.
17. António-José de Almeida, «Vidas e ilustrações das santas penitentes...», art. cit., y Fernando Baños Vallejo, «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta...», ob. cit.
18. Vagad había nacido en Zaragoza en el primer cuarto del siglo XV (según Latassa). Fue portaestandarte del arzobispo de Zaragoza D. Juan de Aragón. Profesó en el monasterio cisterciense de Santa Fe, de Zaragoza, y de allí pasó a San Juan de la Peña. Fue en 1495 cuando obtuvo el cargo de cronista oficial del reino, a instancias del arzobispo de Zaragoza, Alonso de Aragón. Al respecto, Mário Martins, «O original em castelhano...», art. cit., p. 589, y Carmelo Lisón Tolosana, «Vagad o la identidad aragonesa en el siglo XV (Antropología social e Historia)», en Culturas Populares. Diferencias, divergencias, conflictos. Actas del Coloquio celebrado en la Casa de Velázquez (30 de noviembre, 1-2 de diciembre de 1983), eds. Y-R. Fonquerne y A. Esteban, Madrid, Casa de Velázquez-Universidad Complutense, 1986, pp. 287-328, esp. pp. 96-100. El Monotessaron de Gerson constituía, en efecto, una narración concordada de los cuatro evangelios, desde la Encarnación hasta la Ascensión, aunque los capítulos sobre la Pasión también circulaban exentos en el siglo XV (al respecto, vid. de nuevo Mário Martins, «O original em castelhano...», art. cit., pp. 589-590). A propósito de la segunda de las cartas citadas, vid. Hugo Óscar Bizzarri y Carlos N. Sainz de la Maza, «La “Carta de Lentulo al senado de Roma”: fortuna de un retrato de Cristo en la Baja Edad Media castellana», Rilce, 10 (1994), pp. 43-58. La posibilidad de que la edición zaragozana de 1490 incorporara ya el apéndice de «extravagantes» viene sugerida por su propia extensión: cuarenta cuadernos conformaban la obra en esa impresión, según sabemos por el contrato entre Juan Hurus y Malférit, y treinta y ocho tiene, con ese apéndice y sin los preliminares, la Leyenda de los santos impresa por Juan de Burgos
19. La relación entre las Vidas de los santos religiosos de Egipto y la Leyenda de los santos fue desvelada por Cristina Sobral, «Eremitas orientáis...», ob. cit. Gonzalo García de Santa María, jurista, historiador y traductor, formaba parte del círculo de protegidos del arzobispo Alonso de Aragón, junto a Vagad y otros humanistas (como Lucio Marineo Sículo). Fue él quien convenció al impresor Hurus para que permaneciese con su taller en Zaragoza. En este sentido, son varias las obras debidas a su pluma que vieron la luz en los talleres del impresor. Al respecto, de nuevo Sobral, «Eremitas orientáis...», ob. cit. Y vid. también Carmelo Lisón Tolosana, «Vagad o la identidad...», ob. cit., p. 101, Robert B. Tate, «Gonzalo García de Santa María, bibliófilo, jurista, historiador», en Ensayos sobre la historiografía peninsular del siglo XV, Madrid, Gredos, 1970, pp. 212-227, y Ana Mateo Palacios ed., Las vidas de los sanctos religiosos de Egipto traducidas por micer Gonzalo García de Santa María, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 2015.
20. Al respecto de la sección, vid. Félix J. Cabasés, ed. cit., pp. XLIII-XLIV. Para la nota del Regestrum colombino, Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., pp. 301-302.
21. Véanse, de modo respectivo, Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable...», art. cit., pp. 401-402, y José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit.
22. De nuevo, Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable...», art. cit., pp. 402-403. Y cf. José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit., donde se hallará una descripción más pormenorizada de esos cotejos.
23. Al respecto de esa trayectoria, me permito remitir a un trabajo anterior: José Aragüés Aldaz, «Para el estudio del Flos Sanctorum renacentista...», art. cit.
24. Cf. supra nuestra nota 11.
25. Del trasvase de esos paratextos, y de la competencia entre ambos santorales, me ocupé en un estudio reciente: José Aragüés Aldaz, «La difusa autoría del Flos Sanctorum: silencios, presencias, imposturas», en El autor oculto en la literatura española. Siglos XIV a XVIII, ed. M. Le Guellec, Madrid, Casa de Velázquez, 2014, pp. 21-40.
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