Como hemos dicho, el 25 de agosto de 1445, Bernat Sorell otorgó carta puebla a los mudéjares de Geldo. Tal vez, posiblemente, hasta ese mismo momento las relaciones entre los vasallos y el señor se habían basado en alguna otra carta más antigua, por nosotros desconocida. Pero en 1445 algo debía de pasar para que se produjera una nueva redacción. Y una de las posibilidades que ofrece esta tipología documental es la de fijar por escrito toda, o una parte, de las condiciones concretas que se establecen en la relación entre señores y vasallos y, en este sentido, tienen un fuerte carácter de documentos fundacionales de las comunidades respectivas en el contexto de la repoblación de un territorio. Es este uno de los posibles elementos para entender por qué, a mediados del siglo XV, el señor de Geldo otorgó dicho documento: atraer a personas a fin de repoblar el lugar. Pero ¿acaso estaba desierto? Obviamente no era esa la situación, aunque sí es posible que se hubiera producido una cierta reducción del número de habitantes, pues se documenta una mortalidad en torno a 1450 que acabó, entre otros, con la vida de alguno de los jurados de Segorbe. Además, a la mención de la carta puebla se unen los diversos establecimientos de tierras que se documentan, todos, en una cronología muy definida, entre 1447 y 1451. Y esta situación no sería un caso aislado. En un pequeño señorío como es el de Bellaguarda (término de Vila-real, en la Plana de Castelló), el nuevo señor, Antoni Cubells, trató de atraer nuevos vasallos ofreciéndoles casa y tierra entre 1427 y 1428. Poco después vendió el lugar al médico Jaume Ferrer, quien siguiendo los mismos parámetros de atracción (casa y tierra), y añadiendo en algunos casos dinero para la compra de animales, consiguió atraer en 1434 a un cierto número de personas, algunas de las cuales procedían de alquerías próximas, como Carabona, sita en el término de Burriana (Aparici y García, 2004: 171-172). Bernat combinó la carta puebla con una política de establecimiento de tierras vacías a algunos mudéjares ya residentes en Geldo, que ampliarán así su parcelario y podrán establecer mejores políticas de racionalidad en la explotación del terrazgo a nivel privado, lo que redundaba, todo ello, en beneficio del señor por los ingresos en moneda y especie que la disponibilidad de dichas parcelas comportaba. Al menos sabemos que Bernat consiguió aumentar el número de vasallos, pues dos de los establecidos procedían de la vecina localidad de Navajas. Aun así, en esos mismos documentos se sigue mencionando alguna que otra casa vacía y también se mencionan afrontaciones de tierras sin brazos que las trabajen, parcelas todas ellas revertidas en esos momentos al señor del lugar.
Desplazado hasta Geldo, el notario de Valencia Ambrosi Alegret recogió los diversos establecimientos de casas y tierras hechos por Bernat. El 10 de febrero de 1447, varias heredades que fueron de Çahat Ayú fueron establecidas a Hamet Alphauy, alias Jafudá. Ese mismo día, casas, tierras en la huerta y secano, yermos, viñas, higueral y una era se establecieron a favor de Hamet Abrafim. El 12 de mayo de 1451, casas, tierra en la huerta y viña fueron establecidas a Açmen Ozmen, de Navajas, con la condición de residencia. Ese mismo día, también se estableció casas, tierra en la huerta, viñas y una era a Mahomat Muça, de Navajas, con la condición de residencia, y casas, tierras en la huerta y viña a Hamet Abençá, alias Alcayt.36 Finalmente, unamos el hecho de que en 1448 Bernat había iniciado el acondicionamiento del molino del lugar.37
Como vemos, Bernat trató de conseguir que Geldo fuese un señorío lo más rentable posible; ciertamente pequeño en extensión, pero no por ello despreciable para los intereses de un artesano y ciudadano valenciano que ha devenido señor de vasallos. Aun así, todavía cabe otra posibilidad que explique la carta puebla de mediados de siglo, como pueden ser los conflictos derivados del uso abusivo de la jurisdicción, de las exacciones sobre las labores de los mudéjares, o el no respetar usos y costumbres establecidos desde antaño. En ocasiones, los vasallos, como medida de protesta, podían abandonar el terrazgo y huir. Ese sería el caso de la vecina localidad de Sot de Ferrer, distante pocos quilómetros de Geldo, río abajo. En poco más de veinte años, dicho lugar sufrió dos despoblaciones parciales, una en 1394 y otra en 1421.38
¿Pudo Bernat tener conflictos de la misma índole como los tuvo el señor de Sot en una cronología y geografía tan próximas, obligándole a dar una nueva carta puebla? Tal vez sí, pues la documentación conservada en Segorbe muestra, y reitera en ocasiones, el enfrentamiento del señor de Geldo con sus vasallos mudéjares. En septiembre de 1430, Bernat acudió al baile general del reino solicitando un bon alcadí debido a que no lo había en Geldo. Abrahim Albaho, lugarteniente del alcadí de la morería de Valencia, fue requerido para juzgar los debates surgidos y producidos entre los propios mudéjares del lugar (Barceló, 1984: 60).
Pero los problemas de Bernat con sus vasallos mudéjares tuvieron como eje central las disputas respecto a las competencias jurisdiccionales. En 1403, el rey Martí procedió a anular a efectos prácticos un privilegio del rey Pere datado en 1350 por el que los vasallos mudéjares de señorío, al igual que los de realengo, podían heredar el patrimonio correspondiente aunque no fueran residentes. Atendiendo a este nuevo privilegio, en 1437, el señor de Geldo podía afirmar que los señores con jurisdicción plena tenían la capacidad de apoderarse de las posesiones de sus vasallos musulmanes fallecidos cuyos hijos no residiesen en sus dominios, y que esto formaba parte de la costumbre del reino (Torró, 2009: 29).
Cada enfrentamiento de Bernat con sus vasallos mudéjares de Geldo suponía cuestionar la posesión, o no, de determinada jurisdicción. Así, en abril de 1426, ciertas bestias propiedad de varios mudéjares del lugar habían cortado el cereal de algunas parcelas de la alquería, provocando con ello un cierto perjuicio. Bernat procedió a tomar, o requisar, garantías, para que los propietarios de los animales pagaran los daños causados. Pero estos escribieron al justicia de la ciudad de Segorbe, narrándole lo ocurrido, pidiendo una ferma de dret, y recordándole encarecidamente que Bernat no poseía ni la jurisdicción civil ni la criminal sobre ellos, y que solo podía percibir el cuarto y los diezmos de sus terratenientes, y nada más, y que ellos (los afectados) eran vasallos del señor de Segorbe, el conde de Luna, y que por tanto era ante este ante quien debía responder, y no ante Bernat. Por ello, en abril de dicho año, y hasta el propio lugar de Geldo, se desplazó el lugarteniente de justicia de Segorbe y conminó a Bernat a retornar aquellas prendas. La situación no se debió de resolver en primera instancia, negándose reiteradas veces Bernat a devolverlas, lo que aumentó el enojo de los munícipes segorbinos, que le impusieron una multa de 100 florines, que ascendió a 200 poco más tarde, hasta llegar a los 1.000. Aun así, Bernat seguía indicando que el justicia y jurados segorbinos le perturbaban en su jurisdicción. Pero también aquellos reiteraban que Bernat no la poseía. Finalmente, el lugarteniente de justicia ordenó a Bernat que lo acompañase a Segorbe, y allí quedó confinado, en la prisión de la ciudad. Los Palomar, pelaires y tintoreros de oficio, tomaron en capleuta a Bernat, comprometiéndose a que este no saldría de Segorbe. Pero el resentimiento de Sorell para con los mudéjares de Geldo debió de continuar, pues poco más tarde, en junio de 1426, Çaat Alcayt, moro del lugar de Geldo, acudió ante el justicia segorbino «et exposa de paraula que com ell, stant en casa sua, e li fos entrat fortívolament Johan Cafa, sclau d’en Bernat Sorell, demanant una gallina per lo dit en Bernat Sorell, e mà armada ab lo dart embagat e lo punyal tret, e li donàs un colp ab lo dit puntal en lo braz squerre», denunciando tal actuación y agresión. Incluso años más tarde, en diciembre de 1440, Mahomat Galbón, moro vecino de Segorbe pero a la sazón comorant en la alquería de Geldo, indicaba que estando asomado a la ventana de su casa para llamar a su hija, salió de la casa del señor Bernat Sorell un escudero de este llamado Antoni Ferrer, y le llamó goz, y que después le asaltó en la calle con una ballesta para matarlo, y que lo persiguió posteriormente con una lanza.39 Y todo ello bajo la imperturbable mirada, y oído, de Bernat, motivo por el cual el mudéjar clamaba justicia contra ambos. Ante tal situación, el justicia segorbino convocó una reunión con los munícipes,