Tras el fallecimiento de Bernat, y la lectura del testamento y confección del inventario, sus albaceas, a la sazón sus dos hijos sobrevivientes, se dispusieron a cumplir sus voluntades.6 Y es que, junto a Esclaramunda, Bernat había sido padre de tres varones, a saber: Pere,7 Jaume8 y Tomàs.9
2. EL ARTESANO-MERCADER
Como ya hemos mencionado anteriormente, Bernat presenta en la documentación un origen social vinculado al importante desarrollo de la manufactura textil que se produjo en Valencia en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIV, mostrándonos su condición de ciudadano, pero también de tintorero, condición a la que no renuncia pese a su ascenso social, como muestra en su testamento de 1433 («Yo, en Bernat Sorell, tintorer, ciutadà de València, senyor del loch de Xeldo»). Sabemos que Bernat era propietario de una casa y de una tintorería situadas en la parroquia de Santa Caterina de Valencia, pues ya en 1408 redimía un censal que había cargado años antes, en 1405, y por el que había ofrecido como garantía de pago dichos espacios. Además, y según se desprende de la documentación contenida en el inventario posterior a su muerte, efectuado en 1453, esa casa y tinte pudieron ser adquiridos por Bernat en 1397, y estarían ubicados en la partida dels Tints Majors, precisamente junto a las casas de otros tintoreros, como Joan Negre. Este espacio fue legado en vida por Bernat a su hijo Jaume según el testamento de 1433, junto a los aperos, los tipos de materias de tintorería allí almacenados (pastell, roga, tàrtar, alum), así como también las deudas contraídas para con Bernat por terceros con motivo de su trabajo de tintado. Pero dicha donación se hacía siempre y cuando su hijo siguiera el arte y oficio de tintorero, y no de otra manera. Precisamente, y tal vez no sea coincidencia, las labores de Bernat como tintorero se documentan hasta fines de los años treinta, momento en que tal vez ya se hizo cargo de la tintorería su hijo Jaume.10
Según parece, Bernat inició su andadura comprando paños crudos de la tierra que después él mismo se encargaría de tintar.11 Tras el tintado, Bernat procedería a su venta incrementando considerablemente el precio, pues la mejora en la calidad de los paños, ya teñidos, debía de ser perceptible. Algunos de estos fueron tramitados mediante comanda hasta el norte de África.12 Pero, a partir de 1430, Bernat comienza a mantener una relación de negocios bastante estable con un mercader vecino de Oriola, un tal Pere Boadella, quien le proporcionaba paños que posteriormente Bernat teñía.13 Además, dentro del oficio, Bernat debía de ser un reputado tintorero. En 1417, junto al también tintorero Joan Negre, quien a la sazón era vecino suyo, actuaba como testigo en el juicio oral llevado a cabo por el mostassaf en la calle de los tintes, sobre cierto problema relativo al lavado de lanas que había surgido y que enfrentaba a los también tintoreros Bernat Codinats y Guillem Català. Más aún, cuando el 12 de junio de 1423, los miembros del consejo secreto de Valencia, junto a los de la comisión de diez prohombres del municipio, eligieron a los consejeros de las diferentes corporaciones de menestrales, salieron electos por el oficio de tintoreros Jaume Madriç y Bernat Sorell (Santamaría, 2000: 134). Tal vez por ello, en el inventario post mortem de 1453, en su archivo particular, figuran un par de importantes documentos concernientes al oficio de tintorero.14
Pero, más allá de su oficio de tintorero, Bernat participó en otras actividades comerciales del momento, como en el activo mercado de la compraventa de esclavos,15 en el que también involucró a sus hijos,16 y, en menor medida, en el comercio del cereal. Pero el cereal, más que un negocio, pudo ser un elemento más que tener en cuenta en su presencia dentro de los círculos de influencia ciudadana. Así, en 1417 Bernat se constituyó en obligado (con la garantía de un censal de 1.500 sueldos que le hacía la universidad de Valencia) respecto al contrato que George de Campodrón, burgués de Perpiñán, y el mercader valenciano Bertomeu Abat establecieron con los munícipes de la capital del reino para traer 2.000 cahices de forment, mitad en noviembre y mitad en marzo próximos. Bernat era la «garantía» de que el cereal sería suministrado.17
3. EL INVERSOR CREDITICIO
Uno de los mecanismos utilizados por la nobleza valenciana para compensar la insuficiencia de las rentas patrimoniales derivadas de la titularidad del señorío fue la inversión en créditos censales, bien a través de deuda pública (municipal, real o de la Generalitat) o bien a través de la deuda privada. En el primer caso, consignado sobre las imposiciones locales, reales o del reino y, en el segundo, consignado o garantizado por tierras o bienes del deudor, se transformaba en ambos casos en un mecanismo seguro y eficaz de obtención de capitales, mucho más de lo que pudiera aportar la extracción de rentas señoriales. El señor de Catarroja, Joan Pujades, obtenía de sus inversiones censales unos 15.000 sueldos anuales, mientras que las rentas del señorío solo llegaban a los 10.000 sueldos. Ahora bien, debemos matizar que había propietarios de señoríos que invertían en censales, y otros que se veían obligados a recurrir a estos créditos para afrontar alguna urgencia o falta temporal de liquidez, o que simplemente habían quedado atrapados en el sistema de la deuda censal. Por ello, muchos señores destinaban parte de las rentas de sus señoríos a satisfacer dicha deuda, reduciendo por tanto sus ingresos, e incluso viéndose obligados a vender o subastar el propio señorío para saldar aquellas deudas (Furió, 1998: 145-146).
Bernat pertenecerá al primer grupo, aquel de los que invierten en deuda pública y privada y obtienen así una cómoda renta anual. El inventario post mortem de sus bienes muestra la existencia de 2 libros donde se consignan los censales que percibía, si bien se especifica que uno de los libros, más antiguo, estaba en desuso por haber trasladado los datos en él contenidos al otro libro. Este, de 144 páginas, mostraba solo 38 escritas. La primera de todas presentaba un listado con entradas onomásticas de las personas que debían satisfacer dichas pensiones censales, y las restantes, hasta la 38, contenían los censales y algunos alquileres de vivienda. Aun así, sus herederos indican que no los enumerarán todos en el inventario, pues algunos ya están redimidos y otros están en sus propias manos, de Jaume y Tomàs, pues su padre les hizo donación de estos con motivo de sus respectivos matrimonios. Con todo, la lista que queda es la siguiente: 2.000 sueldos que hace el infante Enrique y su mujer, pero se adeudan plazos; 615 sueldos que hacen las universidades de Callosa y Tàrbena; 700 sueldos que hace la universidad de Jávea; 1.000 sueldos que hace la villa de Jérica; 423 sueldos que hace el Antiguo Patrimonio (I); 1.180 sueldos y 8 dineros que hace el Antiguo Patrimonio (II); 1.750 sueldos que hace el Antiguo Patrimonio (III); 1.571 sueldos y 4 dineros que hace la Diputación de la Generalitat (I); 800 sueldos que hace la Diputación de la Generalitat (II); 75 sueldos que hace el barbero Joan Eximeno; algo ínfimo que queda de un censal de 500 sueldos que hacía Pere Martí, de Gandía; 1.083 sueldos y 9 dineros que hace el noble Ramón de Riusech; 22 sueldos y 11 dineros de los 91 sueldos y 8 dineros que hacía Joan de la Cerda; 750 sueldos que hace el noble Ramón Boïl y otros; 600 sueldos que hace el noble Pere Boïl Ladró y otros; 500 sueldos que hace Joan Castellano; 1.000 sueldos que hace Ramón de Vilarragut; 600 sueldos que hace Lluís Cornell (I); 400 sueldos que hace Lluís Cornell (II); 466 sueldos y 8 dineros