50 miradas a la educación. Jose Angel Lopez Herrerias. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jose Angel Lopez Herrerias
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418895715
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poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves. La naturaleza definida de los otros seres está constreñida por las precisas leyes por mí prescritas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna te la determinarás según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. Te he puesto en el centro del mundo para que más cómodamente observes cuanto en él existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses. Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que son divinas.

      La otra gran razón es de tipo psicológico, social y cultural, es decir “psico-socio-cultural”. Queremos atender y responder adecuadamente a las necesidades y las coyunturas de nuestro tiempo y retos contextuales. Durante nuestra existencia nos comprometemos con nuestra radical e insorteable presencia social.

      Esta es la razón de ser de las inquietas y constantes apelaciones y demandas referidas a la educación por parte de todos. Empresarios, políticos, hombres, mujeres y ciudadanos. Por ello, conviene en estos tiempos leer, reflexionar y generar sobre qué y cómo se ha pensado y actuado respecto de la educación a lo largo de nuestra historia funcional y espiritual. Con alegría y buenas expectativas estamos muy exigidos de incrementar nuestro mundo de palabras, nuestra conciencia, de mensajes variados y relevantes respecto de qué y cómo llevar a cabo la realización de nuestro territorio personal, espiritual, ámbito de posibilidad de nuestro bienestar. De una buena convivencia, y de nuestra felicidad personal y comunitaria, en nuestro complejo mundo. Exigidos hoy, como siempre, y más que nunca, de aprender el papel teatral a representar entre todos para una verdadera, bella y buena convivencia.

      Tengo que hacer referencia a un hecho comprometido y problemático: tener que seleccionar miradas para traerlas aquí, ante ti, amable lector. De nuevo es aplicable el dicho cotidiano: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Y hay una ausencia que debo justificar. Son innumerables las mujeres que han contribuido al desarrollo de la educación, tanto formal como informal, a lo largo de la historia y, sin embargo, una vez más, su ausencia en la esfera pública y en el ámbito académico se manifiesta también en la publicación de textos. Aunque no puedo cambiar este hecho en el pasado, confío en que las ideas recogidas en esta antología inspiren otras nuevas desarrolladas por mujeres también.

      Los textos están escogidos desde una toma de conciencia razonada y noble. He procurado evitar toda manía persecutoria y todo fanatismo emocional. Pero si están es porque en algún momento de mi vida personal y profesional me han sugerido, aportado, ayudado, a ver más y mejor el horizonte de la existencia y la posibilidad aplicativa de alguna solución a los retos cotidianos de la convivencia económica, social y cultural.

      Los griegos clásicos sí tenían un término preciso para referirse a esta realidad, que la educación no es solo lo escolar. La educación es un asunto de paideia, la cultura vivida por el conjunto social, aquello que es real y guía de los hechos y las proyecciones en los que una sociedad orienta y da sentido al reto ineludible de la existencia, y que compromete y da identidad a todos.

      No más indicaciones. Solo queda empezar a leer y reflexionar. Disfrutar de las palabras y enseñanzas de los clásicos, antiguos y actuales aquí escogidos, que tan bella y profundamente nos sugieren cómo enfocar y responder a los muchos y variados retos de la existencia. Para qué y cómo educarnos. Gracias.

Sube a nacer conmigo, hermano.

      1

      Homero

      s. viii a. C.

      Un esfuerzo de realización de las posibilidades humanas

      Homero es una de las cumbres universales de la creación humana. Es uno de los focos originarios de la conciencia presente en el mare nostrum. Antes de entrar en la paideia, la cultura del logos, la visión racional de lo real, establecidos aún en el mithos, se nos muestran los profundos y complejos retos de la existencia.

      La existencia es una experiencia problemática, luchadora, que requiere preparación para la aventura y la hazaña. El tremendo viaje de Ulises, la Odisea, y la epopeya dramática de la lucha por el honor herido y el desagravio, concretado en la presencia del caballo, Ilíada, son metáforas grandiosas, míticas, de la realización personal de cada uno a lo largo de la propia historia personal y comunitaria.

      En los siglos vii a iv a. C., los humanos de los territorios del mundo reconocidos, el mare nostrum y la relación viajera y comercial con Oriente, generan una manifestación del espíritu cargada de elevación literaria, religiosa y metafísica, que manifiesta la expresión de una madurez e inquietud reflexivas, relacionadas con las incertidumbres e inquietudes colectivas del espíritu humano. Ejemplos de ello son las obras de Homero, Confucio, confucionismo, filósofos presocráticos, escritores trágicos… Esta es una de las ideas que sirven a Jaspers de ejemplo, entre otros, para desarrollar su teoría madurativa de la presencia del espíritu, que denomina tiempo eje: aquellos tiempos en los que coincide una potente manifestación reflexiva y creativa.

      Homero, síntesis magnífica de la tradición histórica de un pueblo, que expresa formas de narrar y transmitir las grandes cuestiones e inquietudes del espíritu humano, es personaje del que se mantiene permanentemente el debate sobre la autenticidad, más o menos novelada, de la presencia histórica del mismo. Sea como fuere, lo que hay que admirar y aprender de las dos grandes epopeyas de la tradición helénica, la Ilíada y la Odisea, es que manifiestan de manera creativa y clásicamente permanente los retos, las guerras, los conflictos, las traiciones y las alternativas, acciones heroicas, afanes de justicia, apelaciones a lo elevado y noble del espíritu. Están cargadas de ejemplos que muestran el camino a seguir, la proyección educativa, para la superación y resolución del conjunto social.

       © Princeton University Art Museum. Gift of Junius S. Mogan

      “No hay mayor fama para un hombre que la que él gana con la destreza de sus pies y la fuerza de sus manos”

      Los héroes griegos

      “En tales términos hablaban. Príamo llamó a Helena y le dijo: ‘Ven acá, hija querida; siéntate a mi lado para que veas a tu anterior marido y a sus parientes y amigos –pues a ti no te considero culpable, sino a los dioses que promovieron contra nosotros la luctuosa guerra de los aqueos– y me digas cómo se llama ese ingente varón, quién es ese aqueo gallardo y alto de cuerpo. Otros hay de mayor estatura, pero jamás vieron mis ojos un hombre tan hermoso y venerable. Parece un rey’. Contestó Helena, divina entre las mujeres: ‘Me inspiras, suegro amado, respeto y temor. ¡Ojalá la muerte me hubiese sido grata cuando vine con tu hijo, dejando a la vez que el tálamo, a mis hermanos, mi hija querida, mis amables compañeras! Pero no sucedió así, y ahora me consumo llorando. Voy a responder a tu pregunta: ese es el poderosísimo Agamenón Atrida, buen rey y esforzado combatiente, que fue cuñado de esta desvergonzada, si todo no ha sido un sueño’. […] Fijando la vista en Ulises, el anciano volvió a preguntar: ‘Ea, dime también, hija querida, quién es aquel, menor en estatura que Agamenón Atrida, pero más espacioso de espaldas y de pecho. Ha dejado en el fértil suelo las armas y recorre las filas como un carnero. Parece un velloso carnero que atraviesa un gran rebaño de cándidas ovejas’. Respondióle Helena, hija de Zeus: ‘Aquel es el hijo de Laertes, el ingenioso Ulises, que se crio en la áspera Ítaca; tan hábil en urdir engaños de toda especie, como en dar sabios consejos’. […] Respondió Helena, la de largo peplo, divina entre las mujeres: ‘Ese es el ingente Ayax, antemural de los aqueos. Al otro lado está Idomeneo, como un dios, entre los cretenses; rodéanle los capitanes de sus tropas. Muchas veces Menelao, caro a Ares, le hospedó en nuestro palacio cuando venía de Creta. Distingo a los demás aqueos de ojos vivos, y me sería fácil reconocerlos y nombrarlos; mas no veo a dos caudillos de hombres, Cástor, domador de caballos, y Pólux, excelente púgil, hermanos carnales que me dio mi madre.