En 1945 se traslada a Nueva York para trabajar en el Consulado de México. Durante su estancia neoyorquina colaboró en los periódicos Liberación y Diario de Nueva York, y dio clases junto a Ermilo Abreu Gómez en el Middlebury College de Vermont. Asimismo trabajó para la ONU (Organización de Naciones Unidas) en el Diario de las Naciones Unidas.
En 1949 regresa a la Ciudad de México y a través del poeta y editor español Manuel Altolaguirre y el escritor mexicano José Revueltas, se inicia como guionista de cine, haciendo diversas adaptaciones de guiones para filmes como Sean Flynn, el aventurero; Subida al cielo (La fièvre monte à El Pao, 1952), La ilusión viaja en tranvía (1954) dirigidas por Luis Buñuel.
Hizo guiones asimismo para Julio Bracho en los filmes María la Voz (1955) basada en un cuento suyo y Canasta de cuentos mexicanos (1956) basada en el libro Raíces de Bruno Traven y para las películas Maratón de baile (1958) de René Cardona; Las señoritas de Vivanco (1959) de Mauricio de la Serna y Sonatas (1959) de Juan Antonio Bardem; Simio (1960) de Emilio Gómez Muriel; Lola de mi vida (1965) de Miguel Barbachano; Calzoncín inspector (1974) de Alfonso Arau y Llovizna (1978) de Sergio Olhovich; La tijera de oro (1960) de Benito Alazraki y La Chamuscada (1971) de Alberto Mariscal.
Tras dejar el cine hizo colaboraciones en los periódicos Bellas Artes, Mañana, Oposición. Rehilete, Revista de la Universidad de México, Voz de México, etc.
Por la adaptación del guión de Las fuerzas vivas (1975) de Luis Alcoriza obtuvo un premio al mejor guión del Festival Internacional de Cine de Cartagena de las Indias (1965).
Más tarde se vinculó a la enseñanza como profesor de la Universidad Autónoma de Guerrero (1964-68), fundando la editorial Extemporáneos donde publicó su libro Cuentos manifiestos.
Desde los setenta trabajó para la radio y la televisión mexicanas.
En 1968 grabó Incidentes melódicos del mundo irracional para la colección de discos Voz Viva de México que editaba la Universidad Nacional Autónoma de México. Por esos años fundó El Correo de las Américas.
En 1979 fue designado candidato por Campeche del Partido Comunista Mexicano. Ese mismo año le conceden el Premio de las Letras Elías Sourasky y nombran Doctor Honoris Causa (1979), por la Universidad de Sinaloa, publicando el libro Cuentos del camino.
La Universidad de Sinaloa publicó sus Obras Completas en 10 volúmenes (Sinaloa, 1981).
Pregunta: ¿Qué recuerda del viaje al Congreso de Valencia en 1937?
Respuesta: Yo en realidad cuando se inicia el Congreso de Valencia estaba viajando por Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Íbamos por la selva rumbo a Chetumal. Al regreso y al llegar a Mérida me encontré en la calle con los amigos Octavio Novaro y Octavio Paz. Entonces éramos buenos amigos. Y ambos me dijeron:
–¿Qué haces alojado en un hotel? Vente con nosotros.
Ellos estaban en una Escuela. El director era Octavio Novaro y allí daba clases Octavio Paz. Ellos estaban muy contentos con su trabajo y me propusieron que me fuera a vivir con ellos. Me ofrecían incluso alojamiento en la Escuela donde daban clases. En esos días Octavio Paz iba a recibir una carta de España con una invitación firmada por Rafael Alberti y Pablo Neruda. Esa carta me la enseñó. Y yo le dije:
–“Hombre qué bueno, que bien que te vas a España”.
No pensé que después me iban a decir que fuera corriendo a México para ir con la delegación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios.4
P.: ¿Quiénes integraban la delegación mexicana?
R.: La delegación se compuso de José Mancisidor, Octavio Paz y su mujer Elena Garro, el pintor Chávez Morado y el músico Silvestre Revueltas y yo mismo. También Fernando Gamboa y su mujer Susana Stell. Pensamos que debía ir una muchacha que empezaba a escribir entonces, María Luisa Vera. De manera que éramos un grupo de ocho personas. Un día, estando ya en Nueva York, nos dicen que iban a llegar Carlos Pellicer y José Mancisidor. Ellos vinieron en tren. Entonces nos dispusimos a recibirlos. Para entonces nosotros teníamos pasajes para ir en barco a España. Nosotros íbamos en el vapor Britanic vía Saint Nazaire. Así pues nos fuimos a la estación donde llegaron Carlos Pellicer, José Mancisidor y los cubanos Juan Marinello y Nicolás Guillén.5 Ellos se irían en barco vía Canadá. A ellos se sumaron Octavio Paz y Elena Garro. Nosotros salimos el 27 de Julio de 1937 por Québec vía Le Havre. Llegamos a Francia el 4 de Agosto de 1937.
P.: ¿Tuvo algún percance en el viaje?
R.: Al llegar a Francia perdí mi equipaje. Me quedé en Narbonne y de allí me fui a Cerbère esperando el equipaje y como no llegaba crucé solo la frontera española. Estuve en Figueras, Gerona y Barcelona y al final los alcancé en Valencia. De allí nos llevaron a Madrid y a diversos frentes de la guerra. Creo que estuvimos una docena de días en la capital española.
P.: ¿Un Madrid asediado por la guerra?
R.: Madrid era una ciudad asediada que se había librado milagrosamente de los ataques y bombardeos franquistas. Había una gran pasión por Madrid.
P.: La delegación mexicana llevó una exposición artística a España.
R.: Así fue, llevamos la muestra 100 Años de Grabado Político Mexicano6 que preparó Fernando Gamboa y mostramos en Madrid, Barcelona y Valencia. La exposición tuvo mucho éxito en Valencia. Al regreso del viaje a Madrid ya en otoño nos quedamos viviendo en la sede de la Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura que estaba en la Calle Trinquete de Caballeros, 9, de Valencia. Allí residimos Octavio Paz, Elena Garro y yo. Así hasta el 3 de octubre de 1937 que salió toda la delegación mexicana para Barcelona. Todos menos yo. No por valiente ni por nada. Todos ellos eran hombres de trabajo, con obligaciones laborales y familiares, pero yo no. Yo como no tenía esas obligaciones pensé que era mejor quedarme en España. Elena Garro y Susana Gamboa se quedaron algo tristes con mi decisión. Desde París el amigo Octavio Paz me escribió una carta.
P.: ¿Qué hizo entonces?
R.: Pues me alisté en el Ejército Popular y con ese motivo fui a luchar al frente con Joaquín Pérez Salas. Era un militar de un pundonor extraordinario. Fue después fusilado por los franquistas. Era un tipazo.7
P.: En España lucharon asimismo diversos mexicanos.
R.: Así es. Por una parte David Alfaro Siqueiros que estaba en el frente de Extremadura y era conocido como el Coronelazo. Pero conmigo estaba Félix Guerrero que era de la Agrupación de Artillería. También estaba Miguel-Julio Justo que estaba en Castruera. En Pozoblanco estaba Juan Bautista Gómez. Había muchos compañeros mexicanos. Se disputaban con quien tenía que estar. De esa manera estuve en diversos frentes e hice el trabajo que pude.
P.: ¿Qué recuerdos tiene de Valencia?
R.: La delegación de la LEAR, salió para Barcelona y luego a París en un autobús que partía de la Plaza Emilio Castelar de Valencia. Me acerqué a un Café donde me encontré a Angélica Arenal, periodista y compañera de Siqueiros. Y ya me quedé una temporada en Valencia. Así hasta el 19 de octubre de 1937 que me fui con Félix Guerrero. Regresé más tarde a Valencia. Allí me encontré con el poeta José Herrera Petere y desde allí nos fuimos a Barcelona. Luego el Comité de No Intervención decidió que las Brigadas Internacionales tenían que salir de España. De esta manera salí hacia París.
P.: ¿Usted llegó a