Las azulejerías de la Habana. Inocencio V. Pérez Guillén. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Inocencio V. Pérez Guillén
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788437094229
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con 462.000 piezas, es el momento en que culmina esta excelente etapa de exportaciones americanas20. En 1867, salieron hacia Cuba desde el puerto de Valencia 288.000 azulejos, pero desde Barcelona algunos más; el hecho es que la crisis de la que se hace eco la crítica valenciana21 con tonos alarmistas hace que hasta 1871 se mantengan a la baja de forma continua las exportaciones y, entre 1872 y 1876, hay un verdadero estancamiento. Son los años del Cantón Valenciano, de las Sociedades Obreras libertarias y aunque la restauración monárquica y el advenimiento de Alfonso XII tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto se produce en 1874, la inestabilidad que producen las secuelas de las guerras carlistas en algunas comarcas castellonenses –y recordemos que Onda es ya uno de los principales centros de producción en esos años– hace que prácticamente no se exporten azulejos por el puerto de Valencia.

      En 1877 la industria azulejera intenta el relanzamiento después de la pacificación de las facciones carlistas y en un clima de optimismo generalizado de la burguesía valenciana. La ciudad de Valencia prepara una Exposición que sirva de escaparate publicitario con visita incluida del rey. Alfonso XII prodigó elogiosos comentarios a los paneles pintados por Francisco Dasí Ortega y visitó la fábrica de mosaicos Nolla de Meliana. Las exportaciones a América se disparan y ese año salen ya de valencia 135.365 Kg22 de azulejos. A partir de ahora y hasta final de siglo los azulejeros valencianos exportaran a Cuba sin tregua.

      El auge de las importaciones de Onda (Castellón)

      En la segunda mitad del siglo XIX la azulejería de Onda (Castellón), de la propia ciudad de Castellón de la Plana, de Manises (Valencia) y de Quart de Poblet (Valencia) o La Font d’En Carros (Valencia), vino a sumarse y finalmente a desplazar a la producida en la ciudad de Valencia. La importancia de la exportación de azulejos de Onda puede comprenderse señalando el hecho de que Turquía, el gran centro productor desde el siglo XVI, con calidades no superadas y que llega a influir sobre la cerámica arquitectónica de todos los países ribereños del Mediterráneo, compra azulejos de Onda a finales del siglo XIX23. Aunque en los azulejos seriados identificados señalamos en cada caso y en el catálogo su procedencia, hay una serie de casas con pinturas paisajísticas y floreros realizados en Onda que son objeto de un estudio singular: la casa de Tejadillo 13 de La Habana, la casa del Segundo Conde de la Reunión, la casa de Angelina Inestrillo y casa de Monte 983.

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      EL PERIODO POSCOLONIAL: EL SIGLO XX.

      En el periodo poscolonial, que viene a coincidir con el fin del siglo XIX, no se interrumpieron las importaciones y el uso arquitectónico de la cerámica siguió un rumbo similar al que puede observarse en España. En el modernismo y en el posterior casticismo arquitectónico se revive un verdadero auge de la azulejería. Es creativa en el primer caso y adopta formas de reviváis historicistas en el segundo. Hay que señalar que el predominio de azulejos franceses en la segunda mitad del siglo XIX que puede observarse en el Río de la Plata (Argentina y sobre todo Uruguay) estudiado por Artucio24 no se reproduce en Cuba una vez obtenida la independencia. Siguen siendo Valencia, Onda, Castellón, Manises, Barcelona, luego irrumpen Talavera y Sevilla, quienes proveen de azulejos a La Habana. Nosotros agrupamos las piezas seriadas valencianas modernistas y casticistas por una parte; por otra, las sevillanas de serie de caracter historicista neomorisco. Estudiamos en el apartado correspondiente, y como ejemplo, algunos conjuntos de especial interés producidos en Sevilla y Talavera. Todos son anteriores al inicio de la contienda civil española en 1936. Así surgen los apartados dedicados a azulejos seriados valencianos, del modernismo al casticismo arquitectónico (347-419), y a las importaciones de Sevilla y Talavera, azulejos seriados (432-456), al conjunto de la iglesia del Carmen, la casa de Obispo 165 y la Casa Greco’s.

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      La pesa con cana Casa de Angelina Inestrillo

       USOS ARQUITECTÓNICOS DEL AZULEJO EN LA HABANA

      LAS TIPOLOGÍAS DESCONOCIDAS

      A pesar de la amplia utilización del azulejo en la arquitectura habanera, hay una serie de tipologías usuales en tierras valencianas de donde proceden la casi totalidad de las azulejerías del periodo colonial que no arraigan en la capital de Cuba. Citamos algunas:

      Arquitectura religiosa

       Arrimaderos historiados

      Resulta clamorosa la ausencia de azulejería religiosa historiada. Es cierto que los conventos, tras la desamortización de Mendizábal igual que sucedió en España fueron enajenados y objeto de diversos usos que en algunos casos los han modificado sustancialmente. Es posible que existieran arrimaderos o pavimentos de encargo que no conocemos; también es verdad que en algunos edificios religiosos las alteraciones sufridas no han supuesto la desaparición de azulejerías preexistentes; así en el convento de Santa Teresa de Jesús (Las Teresas) (cfr. 57) persiste no sólo el arrimadero original de la portería, sino en dependencias interiores, ahora pequeñas viviendas se conservan los chapados también originales de los excusados de las celdas de las monjas. Aunque se trata de un caso excepcional de piezas seriadas de uso común a la arquitectura civil. Seguramente los primeros azulejos llegados a La Habana fueron los destinados al convento de San Francisco (cfr. 3 a 6 y 420 – 421). Pero las iglesias de La Habana Vieja están vacías no ya de fungibles pavimentos de azulejos sino de arrimaderos que cumplen una función práctica en un ámbito de acceso y utilización pública; en tierras valencianas, sin embargo, conocieron hasta mediados del siglo XIX un gran esplendor con cartuchos rococó y luego clasicistas que encerraban escenas alusivas a las advocaciones veneradas y que formaron parte de “programas” que a veces afectaron a todo el interior de templos de cierta envergadura como el de San Sebastián (1739 c.) de los mínimos; San Andrés (1775 c.) de los carmelitas o la capilla de la Comunión y la celda de San Luis Beltrán en el antiguo hospital de Pobres Sacerdotes (1780), todos en la ciudad de Valencia. El caso resulta más extraño teniendo en cuenta la proliferación de arrimaderos en las casas de La Habana que luego analizamos; hay que esperar al gran conjunto historiado del Carmen, ya en el periodo poscolonial, para encontrar lo que pudiera haber sido habitual en la arquitectura religiosa cubana.

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      El caso del antiguo convento de Belén es distinto. Allí se encargaron a las Reales Fábricas de Azulejos de Valencia, a finales del siglo XVIII, arrimaderos y pavimento a juego de los que no hay rastro alguno in situ; pero este hecho permite suponer que algo similar pudo ocurrir en otros conventos e iglesias aunque no pervivan en la actualidad. El nuevo destino hospitalario del gran convento de Belén, tras la exclaustración, hizo que las antiguas dependencias se chaparan por razones higiénicas con una inmensa zocalada de serie aún existente (cfr. 132 y 377).

       Los paneles de pintura religiosa

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      Otra de las tipologías frecuentes en la azulejería española –Sevilla, Talavera, Cataluña– pero que alcanza por calidad y cantidad su punto culminante en la producción valenciana a partir de 1745, son los cuadros cerámicos de temática religiosa, santos, santas, la Virgen María en distintas advocaciones, la Trinidad, las Animas del Purgatorio, etc., con las más variadas conbinaciones a gusto del comitente que aparecen por todas partes. Tienen una variada ubicación, pero sobre todo se colocaron en las fachadas de las casas, formando parte a veces del plan constructivo original, y en otras –las más frecuentes– en zonas de buena visibilidad desde la calle, porque eran objeto de celebraciones festivas (novenas, refrigerios comunitarios, danzas, fuegos de artificio, etc.) y estaban sufragados por los vecinos25; la ciudad y los pueblos valencianos se llenaron paulatinamente de estos paneles