Las azulejerías de la Habana. Inocencio V. Pérez Guillén. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Inocencio V. Pérez Guillén
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788437094229
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Vista del puerto de La Habana de casa Justinario

      Sobre 1780 se importaría un centro cuadrado de pavimento para la Casa de Justinario que se halla en la actualidad expuesto en la de la Obra Pía. Es excepcional en La Habana aunque no hay que descartar que se importaran otros pavimentos en este periodo, pero dada la extrema fungibilidad de los mismos por su emplazamiento debieron ser destruidos y sustituidos por suelos marmóreos que las grandes familias instalaron en sus palacetes y residencias de forma generalizada en el siglo XIX.

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       El conjunto clasicista del convento de Belén

      En 1795 el convento de Belén de La Habana realizó un importante encargo para su iglesia concluida poco después de 1718 y que tenía un hospital anexo que contaba entre los mejores que la congregación poseía en las Indias. Conocemos documentalmente esta obra pero ni tenemos constancia de que efectivamente llegara a instalarse en Cuba, ni queda de ella rastro alguno en el actual templo.

      EL SIGLO XIX

      Los paisajes de la calle Obrapía

      Del primer cuarto del siglo XIX son los dos paneles con Vistas de La Habana realizados en Valencia sobre 1825 para la casa de la calle Obrapía 160. Deben ser cuadros cerámicos de género; la veduta había hecho furor a finales del siglo XVIII. Pero no se prodigaron en la azulejería valenciana. Son posiblemente junto al centro de pavimento del siglo XVIII con la Vista del Puerto, y los arrimaderos del Paseo del Prado 252, los únicos paneles que evidentemente se realizaron por encargo expreso para La Habana, porque casi todo el resto de pintura cerámica conservada –paisajes y floreros– es similar a lo que se conserva en Valencia de ese periodo. Sin embargo, estas vistas de La Habana no sentaron precedente, y fue la azulejería seriada –incluidos paneles seriados– la que de forma abrumadora se importó en lo sucesivo.

      El programa mitológico-histórico del Paseo del Prado

      La casa palaciega del Paseo del Prado 252, en La Habana, contiene en la planta baja un conjunto de dos arrimaderos, serie de zócalos realizados en Valencia sobre 1838. El del ingreso contiene una serie de cinco cuadros que representan divinidades del Olimpo grecorromano. El del patio interior, mutilado en algunas zonas, ofrece cartuchos eclécticos que centran medallones ovales con bustos de hombres ilustres –los uomini famosi de los programas cuatrocentistas– de perfil, a la antigua.

      El San Francisco de Asís de la calle Empedrado

      A pesar del esplendor que en Valencia había tenido desde el último cuarto del siglo XVIII la pintura cerámica religiosa y de que seguía teniendo gran aceptación en el XIX, no llegó a Cuba más que de una forma meramente testimonial a pesar de lo que su gran manejabilidad –un panel despiezado cabe en una pequeña caja– haría suponer. Un ejemplo de este tipo de azulejería es el San Francisco de Asís ubicado en un patio interior de la calle Empedrado, de La Habana, que estudiamos en el capítulo correspondiente.

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      El árabe Paseo del Prado 252

      Azulejería de serie del siglo XIX (7-346)

      Como vimos, entre 1807 y 1817 la Sociedad Española de Amigos del País de Valencia convocó –hasta cinco veces– premios para ideas que fomentaran el comercio con América; una de las que se materializó después con más éxito fue la exportación de azulejos pero, como condición previa estaba la propuesta de ampliar y mejorar el Grao o puerto de la ciudad.

      A partir de 1849 poseemos ya cifras concretas de estas exportaciones y es precisamente por estos años cuando el puerto de Valencia acomete por fin importantes obras de ampliación y acondicionamiento largamente esperadas; resulta decisivo para ello el crédito conseguido por José Campo en 1850 que permite llevar a cabo el proyecto Subercare de 185216, que le dio una configuración cerrada; es importante también la ampliación de García Sanpedro de 1867, que confirió gran longitud y capacidad al dique de Levante.

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      Quizá el conjunto más importante de azulejos de Valencia seriados de mediados del XIX (periodo en que por otra se inicia la fabricación en Onda), sea el de la Casa de Mateo Pedroso en la calle de Cuba, entre Cuarteles y Peña Pobre, frente al Malecón. Esta amplia residencia palaciega fue construida sobre 1780 por el regidor Pedroso pero en 1854 pasó a albergar la Audiencia Pretorial17 y al convertirse en un edificio público muy frecuentado fue necesario proteger sus muros interiores con una serie de arrimaderos cerámicos traídos desde Valencia y que estudiamos en el capítulo correspondiente según los diversos modelos allí utilizados.

      El hecho es que, aunque esos años las azulejerías de Onda van a ser cada vez más el sujeto de las exportaciones a América, se expenden siempre desde el puerto de Valencia y no desde el de Castellón o Burriana, que junto a los de Benicarló, Nules y Torreblanca estaban también habilitados para el comercio pero carecían de la aduana indispensable para exportaciones ultramarinas. Santillán se quejaba por ello en 1843: “Poco o nada puede esperarse en esta provincia de su movimiento mercantil: privada de una Aduana de primera o segunda clase cuando menos, no puede remontarse su vuelo a la altura de otras provincias”18. Pero esto no impidió el inicio de la llegada masiva de la azulejería de Onda a América dos décadas más tarde, vía puerto de Valencia.

      En 1844, antes que las fábricas de Castellón de la Plana y Onda se sumaran a las exportaciones, salieron por el puerto de Valencia 54.000 azulejos; de ellos 38.500 para América19, lo que resulta bastante elocuente respecto al origen de la demanda; esta tendencia se mantendrá al alza con algunas incidencias a lo largo del siglo.

      Las exportaciones a Cuba de la azulejería sevillana, que rivalizaba o tenía clara preferencia para la crítica en los certámenes nacionales y europeos que se celebran en las siguientes dos décadas, fueron a pesar de ello irrelevantes. En 1862, se embarcaron por el puerto de Cádiz a tierras americanas un total de 400 (!) azulejos que hay que suponer de fábricas trianeras, mientras que ese mismo año salieron del puerto de Valencia con el mismo destino 66.000 piezas. En 1864, Cádiz –Sevilla– no exportó ni un solo azulejo a América mientras que Valencia embarcó 218.000 de los 234.000 que llegaron a Cuba en esa fecha; la pequeña diferencia respecto al total corresponde a azulejos catalanes que salieron del puerto de Barcelona con el mismo destino. Esto da una clara idea del dominio del sector por los azulejeros valencianos y catalanes. En 1856 se alcanzó la cifra de 346.000 azulejos enviados a Cuba desde Valencia. Cuando al referirnos a este puerto incluimos en estos años una importante cantidad de productos de Castellón y Onda, lo hacemos porque ni por el puerto de Castellón de la Plana ni por ningún otro de tierras valencianas como vimos, salía cerámica arquitectónica (que hubiera podido suponerse fabricada allí) en estos años ya que carecían de una aduana autorizada para las exportaciones; pero también porque en principio los principales fabricantes de serie de entonces, Novella y Garcés, tienen fábricas en Onda y razón social en Valencia como sucederá años después con algunos fabricantes de Manises. Otro hecho que hay que destacar es que las también importantes exportaciones de cerámica arquitectónica a América desde el puerto de Barcelona, se decantaron finalmente hacia los nuevos productos como las baldosas hidráulicas, mientras que el de Valencia se mantiene fiel a su tradicional comercio azulejero, aunque también exporte intermitentemente mosaico y algún otro fabricado.

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      Las ventas a Cuba se mantienen de forma regular hasta 1871. Conocen algunos momentos de auge entre 1856 y 1860 cuando las fábricas de González Valls en la calle del Muro de la Corona o la próxima de San Carlos en la calle de la Corona están en plena producción; Sebastián Monleón acaba de poner en funcionamiento su nueva fabrica de San Pió V; Gastaldo compite desde la Calle de Ribera; í valldecabres hace excelentes azulejos en Quart,