Nehemías. J. I. Packer. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: J. I. Packer
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9781646911158
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a través de Nehemías edifica santos. Humanamente, Nehemías es la figura clave en ambas historias. Su libro lo revela como un líder pastoral par excellence, dedicado y dinámico, humilde, celoso, sabio y paciente, y en cada punto, como Moisés, Pablo, Martín Lucero, Oliver Cromwell y Winston Churchill, parece un poco más grande que la vida en razón de la claridad con la que define sus metas y la energía con la que las busca. Desde este punto de vista, su libro puede leerse como el registro de un triunfo personal de una clase pastoral y política. Pero igualmente puede leerse como un testimonio de los tratos de Dios con Nehemías y a quienes él servía de tal manera que obrara en ellos cualidades de vitalidad, fidelidad, valor, tenacidad, generosidad y madurez: cualidades de piedad que Dios constantemente fomenta en su iglesia, y que desde nuestro punto de ventaja reconocemos como semejanza a Cristo. Esto sin duda es el acercamiento correcto.

      El libro de Nehemías, entonces, debe leerse como testimonio de la renovación y santificación de la iglesia. El motivo de Nehemías para componerlo es evidentemente doxológico, no de vanagloria: Él escribe por la gloria de Dios, no la de él; él testifica lo que Dios ha hecho en y a través de él, no a algo que él pudiera reclamar como logro personal. “Por tanto, mi servicio a Dios es para mí motivo de orgullo en Cristo Jesús. No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con palabras y obras” (Rom. 15:17-18). De la misma manera, Nehemías se gloría en Dios y en lo que Dios ha hecho a través de él para el bienestar espiritual de otros, y el propósito de su libro es llevar a los lectores a compartir este gloriarse con él.

      Parece, entonces, que el camino sabio al explorar el libro de Nehemías es estar igualmente interesado en la manera que Nehemías dirige al pueblo y la manera en que Dios dirige a Nehemías, y mantener el bienestar de la iglesia como el principal punto de interés a medida que seguimos estas dos investigaciones. Así que esto es lo que trataremos de hacer en las páginas siguientes.

      1

       Conozca a Nehemías

      Me gusta; él era un constructor,” me dijo el viejo constructor tejano. Me dio gusto escucharlo decir eso, porque, francamente, también me gusta Nehemías, y tengo la esperanza de que cuando llegue al cielo pueda conocerlo y decírselo también. Lo que quisiera que él supiera es que durante el medio siglo que tengo de ser cristiano él me ha ayudado enormemente, quizá más que cualquier otro personaje de la Biblia aparte del Señor Jesucristo. Cuando a la edad de diecinueve años comencé a preguntarme si Dios me quería en el ministerio profesional, fue la experiencia de Nehemías la que me mostró cómo se da la dirección vocacional y me puso en la ruta para estar seguro. Cuando fui puesto a cargo de un centro de estudio comprometido a contrarrestar la teología liberal, fue Nehemías el que me dio las claves que necesitaba acerca de liderar empresas para Dios y tratar con oposición atrincherada. Cuando después de ello llegué a ser el director de una universidad de teología que pasaba por una mala época, de nuevo fue Nehemías cuyo ejemplo de liderazgo me enseñó cómo hacer mi trabajo. Ya que lo que uno puede ver también lo puede decir, cuando he sido invitado a hablar sobre vocación o liderazgo con frecuencia he llevado a mis oyentes en un viaje por partes de la historia de Nehemías. Naturalmente uno tiene sentimientos cordiales hacia aquellos con quienes está en deuda, y yo estoy profundamente en deuda con Nehemías; nadie debería asombrarse, por tanto, que ahora lo considero como un amigo particular.

      No soy el único que lo considera así. Un libro publicado en 1986 comenzó así:

      Los detalles de mi primer encuentro con él están nebulosos en mi mente. Dios me lo envió durante mis primeros años de universidad para ayudarme a superar algunos desafíos formidables. Él ha sido un compañero cercano desde entonces...

      Nehemías pone su misma existencia en su diario, el cual está incorporado en el libro que ahora llamamos por su nombre. Mientras lo leo puedo sentir los latidos de su corazón, siento el temblor de sus dedos, conozco la pesadez de sus gemidos. ¡Él era muy sabio! Y ahora ¡él me inculca las lecciones básicas de liderazgo! No he olvidado ninguna de ellas y he vuelto a él una y otra vez para reafirmarlas.

      Como estudiante de medicina tenía especial necesidad de él. Él fue un líder, Y, lo quisiera o no, yo también era. Me convertí, en un tiempo relativamente corto, en el presidente nacional de Inter-Varsity en Inglaterra. Durante este período Nehemías me confortó y me instruyó. Escogí exponer el libro de Nehemías en la primera fraternidad latinoamericana de estudiantes evangélicos. Nehemías llegó a ser una clase de santo patrón del nuevo movimiento -o al menos una guía iluminadora para los jóvenes estudiantes que enfrentaban la fabulosa tarea de evangelizar un continente.

      A medida que una responsabilidad reemplazaba a otra, continué siendo fascinado e instruido por la vida y las palabras de este hombre de acción. Y a al envejecer recogí más de él. Era el hombre, no el libro, el que me cautivaba. Él se ha convertido en mi modelo de liderazgo.1

      Cuando leí por primera vez estas palabras de John White, reí a carcajadas, como a veces uno no puede evitar frente a las deliciosas cosas que Dios hace. John White y yo somos casi contemporáneos y tenemos varias cosas en común (una formación en InterVarsity de Inglaterra; genes británicos ligados a una ciudadanía canadiense; una teología evangélica, una carga pastoral y un llamado a escribir; además de vivir en Lower Mainland de British Columbia). Pero fue hasta 1986 cuando supe que compartíamos una relación paralela con Nehemías. El párrafo citado, sin embargo, toma palabras directamente de mi corazón. Me pregunto cuántos más hay que han sido instruidos por Nehemías en esta manera.

       Defectos de Nehemías

      Aunque Nehemías no aparece en la lista de todos de personajes favoritos de la Biblia, y eso, imagino, se debe al menos a dos razones. Para empezar, muchos cristianos saben muy poco acerca de él. Su lectura del Antiguo Testamento es superficial en el mejor de los casos, y el libro de Nehemías es uno al que nunca se acercan. Al saber que Nehemías no es mencionado en el Nuevo Testamento, infieren que no es importante, y así no le dan interés. Si se les dijera lo fuerte que es el caso para clasificarlo con Moisés, como el re fundador bajo la dirección de Dios de la nación en la que Dios usó a Moisés para crear, se sorprenderían.

      Además, algunos de los que conocen un poco sobre él han formado una imagen desagradable que les impide tomarlo en serio como un hombre de Dios. Lo ven como persona algo desagradable que acostumbraba hacerse respetar y nunca sería una compañía agradable bajo ninguna circunstancia. Destacan las imprecaciones en sus oraciones -“Haz que sus ofensas recaigan sobre ellos mismos: entrégalos a sus enemigos; ¡que los lleven en cautiverio! No pases por alto su maldad ni olvides sus pecados, porque insultan a los que reconstruyen” (Neh. 4:4-5; compare 6:14 y 13:29, donde “recuerda” significa “recuerda para juicio”). Observan que al menos en una ocasión él maldijo y golpeó a algunos de sus compatriotas y les arrancó el cabello (13:25). Concluyen que difícilmente él era un buen hombre; ciertamente no un hombre de gran estatura espiritual, de quien se puedan aprender lecciones preciosas.

      ¿Cuál es el comentario apropiado de semejante opinión? Primero, en realidad existía un lado áspero en Nehemías; lo hay para la mayoría de los líderes. En términos de los cuatro temperamentos clásicos, parece haber sido un hombre colérico, robusto, incansable y franco que estaba feliz cuando acometía con energía proyectos desafiantes y quien encontraba más fácil (como decimos en nuestros días) hacer antes que ser. Personas de esa clase a menudo se hallan luchando, particularmente cuando los dirige su celo, como a veces lo hace, a hablar y actuar de manera exageradamente enfática. Pero, segundo, caballos para las carreras; Dios había preparado a Nehemías para una tarea que un hombre menos directo no habría podido realizar. Y, tercero, la limpieza que Jesús llevó a cabo en el templo y su denuncia contra los fariseos fue más áspera que cualquier relato de Nehemías; si pensamos que la violencia de Jesús estaba justificada, debemos conceder la posibilidad de que también la de Nehemías lo fuera. Diré más al respecto en el lugar apropiado.

      Sin embargo, no estoy alegando que Nehemías no haya tenido pecado. Sería necio al