Experiencias y retos en supervisión clínica sistémica. Angie Paola Román Cárdenas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Angie Paola Román Cárdenas
Издательство: Bookwire
Серия: Ciencias sociales y humanidades
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587823424
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entorno y con los otros. Al aumentar las conexiones se aumentan los movimientos ecológicos para generar una organización distinta de los recursos y se aumentan las posibilidades adaptativas. Al aumentar las posibilidades adaptativas aumentan las posibilidades de creación/invención, y la creación/invención es la brecha del tiempo que tiende a la vida; es la irreversibilidad hecha creación. Estos tres elementos de la complejidad se pueden conectar con el método reflexivo y mirar en qué sentido eso se vuelve acción.

      El método reflexivo en sí mismo es generativo, porque construye vida y no podría ir en el orden contrario a la vida misma que se crea ahí. En sí mismo es acción en la medida en que posibilita no seguir estándares, sino que invita a establecer nuevas posturas y por eso es un método que convoca a la ética, a la política y a cómo nos movemos los seres humanos a cuestionar entonces el ser sujeto, el ser en una nacionalidad, el ser familia, o el ser padre; el ser en los roles que se pueden instaurar y repensarse en formas diferentes para establecer adaptaciones o nuevas posibilidades de ser sociedad también; de construir seres humanos con identidades sexuales diversas o de género no binarias, para ampliar la diversidad comprensiva tanto de aquellos que asisten a la intervención como de los modos de ser terapeutas, psicólogos y supervisores en la misma postura.

      El cuestionamiento puede hacerse como crítica, lo cual permite reflexionar todo el tiempo en la misma novedad. Es un ejercicio creativo de abrirse a posibilidades en las cuales la terapia no puede ser la misma siempre, ya que siempre hay novedad en el mismo ejercicio de hacer supervisión e intervención.

      Estos ejercicios creativos en el método reflexivo permiten la conversación y el encuentro en y con el otro, para la construcción continua de hipótesis y su complejización para evitar el estancamiento (la muerte metafórica) de los grupos de supervisión clínica en el enamoramiento de sus propias hipótesis. La invitación en las supervisiones clínicas trabajadas en el Centro Milanés de Terapia Familiar se centra en repensarse continuamente como sujetos con el otro en la complejización constante de hipótesis; en cuestionarse y no dar por hecho lo que se plantea en un inicio; en amar el ejercicio clínico con todo el ser, sin caer en la trampa de enamorarse de las propias hipótesis y propuestas, pues esto cierra posibilidades de autocrítica y de reinvención en el ejercicio clínico sistémico. Por esta razón, el método reflexivo trasciende en el tiempo y no se queda únicamente en el escenario de supervisión, sino que permite generatividades ecológicas reflexivas —en el sistema terapéutico y en el sistema de supervisión—. De hecho, la importancia que cobra también la metáfora del espejo se encuentra en el método reflexivo, que adquiere relevancia con el recurso del espejo unidireccional —el clínico se reconoce en sí mismo en y con el otro en el ejercicio de la supervisión—.

      Esto no implica que, en el escenario de supervisión, quien está detrás del espejo sea la única persona “observada”, ya que una supervisión comprendida como escenario reflexivo implica que el otro también pueda verse reflejado en el proceso de quien pasa al otro lado del espejo. Resulta importante vivir este proceso, con el fin de resignificar el concepto de ser observado y conversar en una congruencia legítima con la propuesta epistemológica que permita romper la comprensión polarizada de “hacer bien o mal” el ejercicio clínico y, por lo tanto, romper el bloqueo que esto suele generar en los terapeutas en formación cuando aún no se ha interiorizado la lógica de un ejercicio de observación de segundo orden.

      De igual manera, en los ejercicios de supervisión realizados por Andersen, se menciona cómo surge el uso del espejo para permitir ahí la reflexión. Se habla incluso de la reflexividad en una cultura nórdica, que permite tanta posibilidad de crearse inclusive con el medio ambiente, con lo que se logran las capacidades de hacer preguntas, como propone el autor, no tan inusuales como para que no se puedan comprender, ni tan obvias como para que no activaran el proceso reflexivo. En el espacio de supervisión, se ayuda al proceso de reflexión estética, con lo cual la persona no se siente atropellada, mas sí confrontada, en una relación con el supervisor, en la que se sabe que se está en un momento dado, sintiendo, viviendo con una capacidad muy grande en la comprensión de lo reflexivo.

      A la metáfora del espejo se une la de los equipos, en la cual todos participan de acuerdo con sus subjetividades y con la danza que se construya en el ejercicio de supervisión. Frente a esto, Echeverría menciona la importancia de la escucha no para ver qué es lo que se tiene que contestar o cómo se tiene que dar la respuesta tan aguda como fue la pregunta, sino para conversar a partir de lo que surgió. Entonces el método reflexivo, ahí en los equipos, va creando algo que no estaba en una ética relacional que permite en un momento adecuado reflexionar alrededor de qué es lo posible, qué es viable, con el fin de reconocer el dominio estético. Incluso en la reflexividad novedosa de lo que emergerá en cada uno de los capítulos frente al tema de supervisión se posibilitarán valiosos aportes para repensar este escenario formativo clínico.

      Lo anterior se conecta con el concepto de autoorganización como una emergencia insospechada de los sistemas, ordenada pero espontánea; es decir, no es predeterminada. A lo largo de esta introducción se han presentado tres niveles de autoorganización: el de los actores del sistema, el de los procesos de cambio y el de la ecología y el impacto social de estos movimientos.

      Por otra parte, al mencionar la estética, es importante hablar de belleza —entendida como un comportamiento de la vida—. La vida no solo produce vida, sino que produce vida bella; esto en relación con el cambio. Por tal razón, el mismo proceso de supervisión, desde esta perspectiva, sí debe ser estético y bello. Cuando se habla de aperturas y clausuras, incluso en la vida, estas se dan en un orden espontáneo que se ubica y está entre el orden rígido y el caos, más cercano al caos. Eso plantea la relación entre la unidad y la diversidad: es necesaria la unidad para preservar el núcleo identitario que permite moverse con cierta certidumbre, pero también se necesita diversidad para poder dar respuestas a lo cambiante. En esa medida es igualmente importante pensar cómo la supervisión permite esa danza-entre-el orden-y-el caos que genera siempre unidades distintas y cambiantes. De este modo, el cambio no es solo diversidad. Es también un arreglo autonomizado entre el orden estático y el caos absoluto, pues no es posible estar en ninguno de esos dos únicamente, ya que la vida se genera en un arreglo llamado orden espontáneo autoorganizado, lo cual es una interacción dinámica entre el orden y el caos, aunque más centrado en el caos.

      El dominio estético siempre está integrado en dos órdenes: el dominio de la reflexión con el dominio de la acción. En la convergencia de estos dos se puede entonces hablar de la emergencia del dominio estético. Si uno actúa solamente desde el dominio de la acción, se quedaría en un orden programático corto. Cuando se piensa en relación con el orden de la reflexión, se presenta todo este nivel del que se ha hablado; ahí sí nos referimos a un dominio estético, conectado con todos los órdenes de autoorganización de los sistemas, en los que ese sujeto en el orden de la subjetividad, en el orden del ser mismo, tiene todo ese carácter diverso y generador de conexiones, que van a emerger en un orden de subjetividad diferente, independiente del punto que se pueda llegar a tocar. En la supervisión, tanto el supervisor como el sistema consultante y los terapeuta en formación, todos estarían en un orden de sincronías como proceso autoorganizativo. Dicho proceso organizativo supera a los sujetos como sucede con las luciérnagas, las cuales empiezan a interactuar y en algún momento sincronizan su encender y su apagar. Tal orden no depende de un individuo. Empieza a verse un comportamiento sincronizado que se puede definir como una danza que supera al individuo.

      Incluso en el mismo ejercicio para la construcción conjunta de la presente introducción hay un ejercicio conversacional. Preparar el escenario para el diálogo con el otro, escuchando al otro, lleva a concluir que esta no es cualquier conversación, sino que tiene las características señaladas en este texto: es crítica, ética, generativa y estética. Lo mismo ocurre con la supervisión: es todo un ejercicio de conversación y de estar ahí con múltiples voces, dándoles sentido, danzando, autoorganizándose, haciendo ecologías para posibilitar todas las emergencias. Lograr matizar la conversación como un mecanismo o estrategia para la supervisión implica un quehacer diferente a otras formas de supervisión que buscan instrumentos o técnicas aisladas de la construcción mediante el ejercicio conversacional. La técnica de la conversación epistemológicamente comprendida, desde la metáfora