Una cartografía extraña. Lucía Egaña Rojas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lucía Egaña Rojas
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789566048572
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que activa fuerzas de sobrevivencia. Es como si se desnaturalizara el racismo tardíamente, desde el momento en el que una se va de Chile y cambia su posición, generalmente privilegiada, o sea la que sea, que vive en su país de origen.

      Muchos de esos sentimientos (frustración, rabia, desencanto) iban apareciendo mientras escuchaba las grabaciones de las entrevistas, pero sobre todo mientras leía las transcripciones. Se trataba de esos sentimientos intensos que a veces se ocultan para seguir operando, cosa que no funciona todo el tiempo, y a veces me tiende a bloquear. La lectura de todo el material a la vez me daba una sensación de fuerza, de estar presenciando una gran potencia colectiva de mujeres, sus luchas, sociales y cotidianas, era como estar presenciando un cúmulo de movimientos subjetivos sucediendo a la vez.

      Los impulsos de salida son múltiples, se formalizan como becas de estudio, como estudios sin beca, como exilios13 y sexilios14, como relaciones de amor o como ahogos diversos. Cuando una se va hay cosas que se pierden, y también aparece la posibilidad de ser otra, el poder desprenderse de cosas. Es posible pensar el proceso migratorio vinculado a lo mucho o poco que una tiene que perder en el lugar de origen (prestigio, una carrera, una situación familiar, etc.). O a lo mucho o poco que una puede cambiar: cómo cambian los acentos viviendo fuera (me acuerdo que al volver a Chile me decían que hablaba “como Zamorano”, el futbolista chileno que vivió un tiempo en España, y yo sin darme cuenta pensaba en las formas camaleónicas15 que debemos adquirir para sentirnos que somos aceptadas). Se llega a un lugar donde una no es nadie, ha perdido legitimidad, y a la vez puede dejar de ser (en Chile la clase es muy determinante). Esto posibilita liberarse de muchas etiquetas que en Chile son muy pesadas. Ese proceso es paralelo al que en muchos países del norte global se espera de parte del “buen migrante”; esto significa integrarse y participar de todos los protocolos ciudadanos y culturales del nuevo territorio que una habita. Esta noción de integración focaliza la responsabilidad en la persona que migra, condicionando muchas veces su correcta participación como una que debe abandonar de forma total o parcial su habla, sus prácticas y su entramado cultural de origen. Si bien los países del norte “premian” la integración de la persona migrante, buscan fundamentalmente que esta borre sus orígenes a través de la adaptación y asimilación. Estos dos movimientos que basculan entre la integración y la desintegración marcan muchas de las experiencias migratorias que recoge esta investigación y son parte de la sensación de estar siendo siempre fiscalizada y puesta a disposición de un sistema clasificatorio.

      Los encasillamientos suceden en todas partes, pero cuando sales de Chile y llegas a un lugar donde nadie te conoce, estás como menos afectada por los parámetros que marcaban tu vivencia anterior, puedes inventar algo, o puedes ser impostora más fácilmente. En Chile está la sensación de que conocen todo de ti, que todo se etiqueta más fácilmente, y entonces empiezas a formar parte de una realidad unívoca, sin la posibilidad de habitar lugares más polisémicos. En el lugar de origen hay cosas que no se pueden decir, no se le puede decir a cualquier persona que una está saturada de Chile porque queda mal, es cerrar el diálogo, convertirse inmediatamente en una pesada, en una aguafiestas16. Como que si una en Chile denuncia el neoliberalismo salvaje que hay, se está siendo deprimente y extremadamente negativa porque una está hablando de una realidad que al final no vive todos los días, que no se padece, y de alguna forma como que una no tendría derecho a venir de afuera a opinar. Está esa idea de que si te fuiste, dejaste de estar autorizada para dar tu opinión, como en la canción de Los Prisioneros, donde una persona que desea lo metropolitano y odia lo local es invitada a irse del país.

      Por otra parte, revisar las narrativas también nos permitió encontrarnos con un gran relato sobre el proceso social, político y económico que hemos vivido con tanta incomodidad desde fines de los años ochenta y noventa. Los relatos me removieron la transición democrática. ¿Y qué pasó con las niñas? En muchas de las narrativas aparece algo reactivo en términos de afectos en relación a Chile. Las emociones “fuertes”, el rechazo, el resentimiento y las ganas de no volver. De alguna forma al pensar las décadas de los ochenta y noventa las conversaciones que tuvimos se fueron enlazando a ese proyecto social chileno vinculado a la transición a la democracia que bajo la implantación del sistema neoliberal fue activando un tipo de “Optimismo cruel”. Para Lauren Berlant esto remite a “aquella condición en la que se sostiene el apego a un objeto significativamente problemático”, una relación de apego “cuya concreción resulta imposible, pura fantasía, o bien demasiado posible, tóxica” (Berlant 2020, 58). En este periodo de extranjería o, a pesar de este periodo, de alguna forma nos pudimos ir sosteniendo. Las redes de apoyo, de colaboración, de apoyo mutuo que surgieron fuera del territorio nos ayudaron a resistir esa transición pactada.

      Algunas narrativas hablan de una suerte de exilio elegido, o de una forma de escapar de ese contexto de pactos y privatización que se iba afianzando con tanta fuerza en el periodo de la transición. Un ejemplo de estas políticas de la desigualdad que se implementaron en Chile, tiene que ver con los efectos de la privatización de la educación escolar y universitaria sobre una generación de estudiantes que debieron endeudarse para poder estudiar, cosa que es nuestro caso así como el de algunas de las participantes. Trayectorias atravesadas por el endeudamiento en forma de créditos fiscales, letras de pago, pagarés y becas que operaban como préstamo y fuente de más endeudamiento17. Este endeudamiento fáctico y monetario se replica también a nivel simbólico y afectivo en muchas de las experiencias que recogemos en este libro. Una sensación de deberle algo o tener un pendiente con Chile por el hecho de haberse ido, por el hecho de no estar. Se trata de un tipo de relato que también emergió durante la dictadura respecto a las personas exiliadas ya que de alguna forma “no estaban sufriendo” los embates dictatoriales dentro del territorio. Esta sensación improductiva de endeudamiento atraviesa algunas de las experiencias que abordamos, alimentando relaciones complejas con Chile y aumentando las contradicciones que se viven desde afuera.

      Queremos agradecer profundamente la confianza, el cariño, la alta exposición personal y subjetiva, el salto al vacío de las experiencias contadas en este libro. Las participantes y colaboradoras han confiado en el proceso de la investigación y sus resultados, sumergiéndose en un trabajo metodológico que ha puesto la autorreflexión en el centro como forma para producir relaciones personales y sociales. Este aspecto, muy vinculado con las metodologías feministas, se ha ido desarrollando de formas singulares y únicas. Las preguntas que fueron surgiendo, como “¿a quién le va a interesar esto?” o “¿por qué alguien lo va a querer leer?”, dan cuenta de la condición inestable a la que nos pueden someter algunos ejercicios de exposición, y que incluso en la incomodidad que produce el desconocer con certeza su sentido, ofrecen oportunidades para la transformación individual y colectiva al contribuir a la construcción de archivos para las “culturas públicas” (Cvetkovich, 2018).

      Apostamos por que estas narrativas conformen una cartografía extraña. Tradicionalmente los mapas y las cartografías son instrumentos del poder, determinan los límites y dejan de lado aquello que no conforma el territorio oficial. Esta otra cartografía que pensamos se dibuja imaginariamente con las narrativas, está llena de complejidades transversales a aquellas formas del poder; igualmente se entrelazan con el orden oficial pero lo exceden y desbordan, lo interpelan y trazan incluso líneas de fuga a otros territorios impensados. Esta extrañeza implica que los territorios físicos y los sensibles se entrecruzan sin jerarquías, se sustraen las formas de poder y así se pueden atravesar fronteras territoriales, existenciales, subjetivas, sociales y políticas. Algo así como un mapa del tesoro infinito, donde el trayecto para llegar a un punto fijo es mucho más importante que la llegada en sí, porque no encontrar el cofre implica otras múltiples posibilidades de seguir buscando.

      Textos referenciados

      Aguirre, Ana Cristina. (2012). Figuras performativas de la acción colectiva: Una trayectoria con la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos, desde las políticas de conocimiento feminista y la etnografía crítica. Tesis Doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, España.

      Ahmed, Sara. (2015). La política cultural de las emociones. Traducido por Cecilia Olivares Mansuy. Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios de Género (Obra original publicada en 2004).

      Ahmed, Sara. (2018). Vivir una vida feminista.