Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rodrigo Baño Ahumada
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789560013354
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previo en cuanto a la alternativa política viable en los actuales momentos.

      En todo caso, debe recordarse que el giro de la DC, de apertura no restrictiva a la izquierda, se produce justamente como contrapartida del fracaso de ciertos sectores de la DC de lograr un acuerdo con la derecha, pues esta aparece plegándose momentáneamente a Pinochet.

      La reacción de la izquierda se muestra diametralmente opuesta. Si bien algunos pudieron temer que el rechazo a Frei y la DC por parte de la izquierda fuera suficientemente fuerte como para poner en duda las posibilidades de unificar a la oposición, lo cierto es que el apoyo a la alternativa unitaria encabezada por aquellas ha resultado masivo y entusiasta.

      Esto último constituye un elemento que necesariamente estará presente en el futuro próximo. En cierta medida, la izquierda ha aprovechado el clima electoral para mostrar dos aspectos claves: su vitalidad actual y su disposición al diálogo en pro de la apertura política.

       DESPUÉS DEL 11, ¿QUÉ?

      El mes de agosto aparece centrado en la convocatoria a plebiscito sobre Transición y Constitución, y el alineamiento que se produce en las fuerzas sociales y políticas del país frente a este evento.

      No obstante, a medida que se acerca la realización del plebiscito y frente a los futuros resultados ratificadores del proyecto gobiernista, el interés político se orienta por un dilema más sustantivo: después del 11, ¿qué?

      A despecho de las declaraciones oficiales, en el último tiempo se ha ido constituyendo una alternativa al continuismo autoritario de Pinochet.

      Esta alternativa fue anunciada públicamente en el Caupolicán y, de acuerdo a la tradición política chilena, tiene su personaje: Frei. De esta manera, Pinochet y Frei aparecen como los líderes indiscutidos de cada una de las corrientes propuestas.

      Más aún, sería difícil pensar en posibles reemplazantes de uno y otro. Pero esta personalización de las alternativas debe entenderse dentro de la coyuntura política específica que no necesariamente se proyecta al largo futuro.

      En efecto, el momento actual parece otorgar validez a la alternativa planteada por la oposición ahora, pero, como se ha indicado reiteradamente, el afianzamiento del autoritarismo político puede conducir a otras alternativas.

      Particularmente, en la situación actual hay que tener presente que, en gran medida, la DC fuerza la unidad de la oposición en torno a sus posiciones y a sus representantes. De esta manera, la izquierda adhiere a la solución propuesta por la DC, pero adhiere justamente por considerar que esa es una alternativa no sólo válida, sino que «realista», viable, detrás de la cual podrían agruparse fuerzas suficientes como para imponerla.

      Sin embargo, es poco probable que esta unidad de la oposición resista a un desencanto de proporciones. No se trata en este caso del calculado desencanto de los resultados electorales, sino del que produciría la conciencia de la inviabilidad del proyecto alternativo planteado por Frei.

      Respecto de lo anterior, se presenta un problema difícil de solucionar para la factibilidad del proyecto de oposición. Este proyecto implica un llamado a la Unidad Nacional, donde todos tendrán cabida. Sin embargo, el alineamiento de fuerzas sociales y políticas de derecha alrededor de Pinochet, abandonando previas posiciones aperturistas, deja al programa de unidad nacional cojeando de la «pata derecha». Esta situación dificulta enormemente las posibilidades reales del proyecto alternativo ofrecido, lo que puede conducir a la ruptura de la unidad de la oposición en busca de soluciones más viables o radicales.

      Las posibilidades de impulsar, después del 11, el proyecto que hoy unifica a la oposición, encuentra dificultades que pueden resolverse según el juego de dos factores.

      Por una parte, la fuerza propia que adquiere el movimiento de oposición en los distintos frentes sociales. Por la otra, la capacidad de integrar al movimiento opositor sectores significativos de la derecha política y económica.

      En cuanto a esto último, es lícito considerar que el alineamiento de todos los grupos en el poder en torno al proyecto de Pinochet es sólo momentáneo y que permanecen abiertas futuras negociaciones con sectores DC.

      Por último, la reticencia de los sectores blandos de inclinarse –aunque sea indirectamente– a la oposición también dependerá de la actitud que los sectores más duros tengan con ellos. Un exceso de presión de estos últimos puede llevar a los blandos a realizar un balance más favorable a la oposición.

       INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 4

      Santiago, octubre de 1980

       EN GENERAL

      Durante el mes de septiembre se han producido acontecimientos que corresponden ajustadamente a las expectativas que se tenía el mes anterior. En efecto, la realización del plebiscito constitucional, tanto en sus resultados numéricos como en las reacciones que provoca, no produjo ninguna sorpresa. No obstante, una cosa es la expectativa y otra la vivencia, y el comportamiento de los grupos sociales y políticos no se conforma con la contemplación de la realización de la expectativa.

      Por otra parte, hay que tener presente que no solamente opera en esta circunstancia particular la expectativa intelectual y consciente, sino que también existió una cierta expectativa oculta que se alimentó con la fuerza mítica de la palabra elecciones. Esto último resulta esencial para comprender la actitud de la oposición con posterioridad al plebiscito.

      Es indudable que el hecho político de mayor importancia en el mes fue la realización del plebiscito constitucional que marcó la validez formal del Proyecto Constitucional del Gobierno, junto con las normas sobre transición y la ratificación del general Pinochet, a lo menos, por ocho y medio años más. En tales circunstancias, parece conveniente revisar tanto el planteamiento electoral inmediato como el realineamiento de los grupos de gobierno y oposición frente al hecho cierto de que se dé por iniciada una nueva etapa del régimen político imperante.

       ÉRASE UNA VEZ LAS ELECCIONES

      Desde el punto de vista formal podría señalarse que el principal hecho político del mes consiste en la decisión gubernamental de establecer jurídicamente los plazos y el procedimiento que se pretende seguir para lograr la institucionalización definitiva del país.

      En cierto sentido, se estaría dando por terminado el período de emergencia para entrar al llamado período de transición y llegar a la normalidad. Anteriormente ya se conocía esta periodización, pero sobre la base de señalarse su recesión de acuerdo al cumplimiento de «metas y no plazo». Ahora quedan señalados los plazos y procedimientos.

      Si se recuerda que el antecedente inmediato de la intención gubernamental de plebiscitar la Constitución y transición del régimen fue la agudización del conflicto duros-blandos dentro de los grupos en el poder, es fácil concluir que aquella es una forma de poner fin o frenar esta disputa. Sin embargo, la necesidad de dar continuidad y estabilidad al régimen es un problema político que abarca mucho más allá de la eventualidad de conflictos internos al grupo en el poder.

      Podría decirse que este conflicto interno impulsa la oportunidad y ciertas especificaciones del proyecto institucional, pero no es la causa directa de este.

      Sólo desde una perspectiva de política nacional puede entenderse la actividad desplegada en torno al plebiscito. El gobierno crea e impulsa un ambiente electoral y hace entrar en él a todos los sectores sociales y políticos del país. Ahora bien, es cierto que a través de esta iniciativa logra rearticular la unidad básica de los sectores que lo apoyan, pero es aún importante ver hasta qué punto logra desarticular a la oposición y obtener beneficios en la legitimación del régimen.

      En cierto sentido, la táctica gubernamental de presentar una situación electoral de enfrentamiento Gobierno-Oposición que se decide