Un mundo dividido. Eric D. Weitz. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eric D. Weitz
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788417866914
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tenían “las piernas horriblemente deformes. Andaban penosamente delante de mí; daba mucha pena verlos. Había un hombre con los muslos y las piernas tan torcidos que el tronco lo tenía a menos de medio metro del suelo. […] A otro se le cruzaban las rodillas al caminar”.38

      La esclavitud, ya fuera relativamente benigna o, como en la mayoría de los casos, absolutamente brutal, entrañaba la total falta de derechos; era, pues, lo contrario de la ciudadanía. Los esclavos eran no libres por definición; se les había privado de reconocimiento y condenado así a una muerte social, por utilizar la frase de Orlando Patterson.39

      ENCUENTROS

      A partir de 1500 más de 140 millones de personas emigraron a tierras remotas desde sus lugares de origen.40 La mayor oleada migratoria se produjo a partir de 1815. Los grandes desplazamientos de población se debieron a causas económicas y políticas. Campesinos irlandeses y sicilianos, arrendatarios agrícolas chinos, campesinos africanos, judíos de Europa del Este, jornaleros hindúes… algunos emigraron voluntariamente porque buscaban una vida mejor; otros lo hicieron a la fuerza, víctimas de las élites y su firme propósito de evitar el trabajo físico, imponiendo a otros la tarea de bajar a las lóbregas minas o arar los campos bajo un sol abrasador. Sin embargo, en el caso de los emigrantes libres, no puede decirse que su decisión de desarraigarse a sí mismos y a sus familias fuera totalmente voluntaria: la pobreza y la persecución política llevaron a muchos a buscar una vida mejor en otra parte.41

      Las cifras son asombrosas. En 1820, la población mundial apenas superaba los 1.000 millones de personas; en 1920 era de 1,8 millones.42 En el periodo 1815-1914, unos 82 millones de personas emigraron voluntariamente a zonas remotas desde sus lugares de origen.43 Entre 1820 y 1914 cruzaron el Atlántico voluntariamente un total aproximado de 55 millones, el 60% con destino a Estados Unidos.44 Entre 1501 y 1867, el comercio trasatlántico de esclavos provocó el desplazamiento forzoso de unos 12,5 millones de africanos: casi 1,9 millones en el periodo de 1801 a 1825. Así se enlazó la historia de América con la de África. Entre 1501 y 1867, casi 5 millones de personas procedentes del sur del Sahara, del Cuerno de África y de la costa swahili fueron capturadas y trasladadas como esclavos al mundo islámico: África del Norte, Arabia, Persia y la India.45

      A estas cifras hay que añadir los 4 millones aproximados de musulmanes que se fueron expulsando de Crimea, del Cáucaso y de los Balcanes a partir de la década de 1780, a medida que el Imperio ruso se iba extendiendo hacia el sur y se iban estableciendo Estados nación de mayoría cristiana en el sudeste de Europa. La mayor parte de los desterrados se establecieron en Anatolia; otros, entre ellos un buen número de circasianos, se asentaron aún más lejos, en Oriente Medio. De los 2 millones aproximados de musulmanes, en su mayoría circasianos, que el Imperio ruso expulsó del Cáucaso entre 1859 y 1879, seguramente la cuarta parte fueron víctimas de las guerras y las enfermedades y perecieron en el camino. A partir de 1877, 1,5 millones de personas abandonaron los Balcanes para establecerse en tierras otomanas.49

      Comunidades típicamente dedicadas al comercio, como los indios, libaneses, judíos, griegos y armenios, emigraron a diversos lugares del mundo, lo mismo que los chinos en la década de 1840, cuando la dinastía Qing relajó las restricciones migratorias a raíz de la primera guerra del Opio: más de medio millón partieron del puerto de Hong Kong en el periodo de 1854 a 1880, la mitad con destino a Estados Unidos.50

      Estas cifras no incluyen las migraciones internas, es decir, los desplazamientos del campo a la ciudad, ni tampoco los casos en que un Estado o la población colonizaba nuevas regiones. Pensemos en el desplazamiento al oeste de los euroamericanos o en el caso de los chinos a los que la dinastía Qing animó a emigrar a las zonas montañosas, a Mongolia y los confines orientales del país en busca de tierras más fértiles.51 Los imperios ruso y chino enviaron a prisioneros a Siberia y Asia Central y los utilizaron como mano de obra para desarrollar la economía de esas regiones tan inhóspitas. Las cifras mencionadas tampoco incluyen los grandes desplazamientos de población ocasionados por las guerras y las rebeliones; en no pocas provincias chinas, por ejemplo, un cuarto de la población tuvo que abandonar su tierra a raíz de la Rebelión Taiping, que desgarró el país en la década de 1850 y parte de la siguiente. También cabe citar aquí el caso de los indios americanos desplazados por las continuas guerras que se libraron en la frontera.52

      Esta realidad histórica encierra una gran paradoja. Justamente en el momento en que las poblaciones de casi todas las regiones del mundo se iban haciendo más diversas, surgieron los movimientos nacionalistas, es decir, partidarios del establecimiento de Estados nación, cada uno de los cuales había de representar a un pueblo homogéneo. ¿Quiénes pertenecen a la nación? Los extraordinarios desplazamientos de población que hemos descrito hacían aún más urgente responder a esta pregunta. ¿Se consideraría ciudadanos con plenos derechos a los indios en Estados Unidos, a los antiguos esclavos en Brasil, a los coreanos en Japón y a los japoneses en Corea? En los capítulos siguientes veremos cómo se desarrolló esta historia.

      Las comunidades de emigrantes casi nunca rompían todos sus lazos con sus países o regiones de origen. Los desplazados irlandeses, japoneses, chinos e indios y los colonos europeos volvían en muchos casos a sus países cada cierto tiempo: la emigración no siempre era un billete de ida.53 Existía una comunicación muy intensa entre poblaciones dispersas por todo el mundo. La imprenta y el telégrafo facilitaban la difusión de las ideas, entre ellas el modelo político basado en el Estado nación y los derechos humanos.

      ¿Dónde se establecían los emigrantes? En ciudades, regiones fronterizas y plantaciones. Estas formas de asentamiento, que habían existido durante milenios, cobraron especial importancia a finales del siglo XVIII y en el XIX e influyeron decisivamente en la formación de los Estados nación y el establecimiento de los derechos humanos…, y también en la violación de los derechos.

      Las fronteras eran zonas de interacción entre los imperios y las poblaciones indígenas y colonizadoras.54 Los grandes conflictos casi siempre se daban entre nativos y colonos. En muchas regiones fronterizas no se notaba apenas la autoridad del Estado, principalmente porque estaban muy lejos del aparato del poder estatal. En la década de 1850, las órdenes del Gobierno británico tardaban meses en llegar a Tasmania desde Londres, y los funcionarios siberianos tenían que esperar semanas para recibir instrucciones de San Petersburgo. Más tarde se hicieron más fáciles las comunicaciones, pero ni aún entonces solía disponer el Estado de los recursos necesarios para gobernar esas zonas con eficacia.

      Este hándicap administrativo no hizo, sin embargo, la vida más cómoda para los pueblos indígenas, sino todo lo contrario: los colonos europeos solían ser más brutales y opresivos que los ejércitos regulares, y el Estado a veces tenía que poner coto a los excesos de sus ciudadanos. La intrusión de los colonos europeos en zonas atravesadas por pueblos pastoriles causó, como era inevitable, violentas disputas territoriales; lo veremos en el Скачать книгу