Las manadas, de unos veinte individuos, están compuestas por hembras y jóvenes. Los machos más viejos son a menudo solitarios, como los viejos lobos de mar.
Observación de cetáceos
Veinticuatro especies de ballenas y delfines habitan las aguas de las Azores, principalmente en Pico y Faial, de mayo a septiembre, durante su migración. En esos meses es aconsejable observar tantas especies como sea posible, ya que en julio y agosto algunas familias de cetáceos evitan el agua que ha subido un poco de temperatura. Para protegerlos y limitar el impacto de la observación del comportamiento de los cetáceos, el gobierno regional de las Azores aprobó un decreto en marzo de 1999. El objetivo es aplicar ciertas reglas al acercarse a estos mamíferos:
Flora
En las Azores hay censadas unas 850 especies de plantas, de las cuales sesenta son endémicas y el resto han sido importadas por el hombre. A lo largo de las costas abundan especies introducidas por el hombre como parte de la reorganización del paisaje. Por encima de los 500 metros de altitud, el impacto humano es inferior, ya que hay pocas viviendas (debido al viento y a la niebla persistente) y eso hace que la flora prolifere. Las especies endémicas más notables son el laurel, el brezo, el cedro y el enebro (Juniperus brevifolia). El alto grado de humedad también favorece los suelos musgosos. Hay más de cuatrocientas especies diferentes en el archipiélago. Una de las especies introducidas más interesantes es el drago (Dracaena draco), importado del archipiélago de Cabo Verde. La sabia de drago es una resina curativa, su tinta roja es muy buscada y se usaba para elaborar medicinas. Los romanos ya la usaban: los gladiadores se ungían los cuerpos con este líquido antes de entrar en contienda.
Sin embargo, el viajero se percatará fácilmente de que los bosques se han reducido considerablemente a causa de la extensión de los pastos o la tala sistemática de árboles para calefacción y construcción, y también la proliferación de especies introducidas, como la cryptomeria japonesa, a veces utilizada como las hortensias, las cañas y el uso de muretes de piedra para delimitar los campos y proteger al ganado del viento. De esta manera, las vacas, al estar más tranquilas, producen mejor leche. Cabe mencionar también que un viento cargado de sal marina, el mata vacas, hace sufrir a la vegetación y a los rebaños. También dificulta parcialmente el desarrollo del bosque natural, que permanece más bien confinado en los barrancos, las grietas o los picos inaccesibles. Por último, el pitosporo, extendido por todas partes, ha cambiado radicalmente el paisaje de las Azores. Fue introducido hace mucho tiempo para proteger los naranjales y, en la actualidad, compite con el haya, cuya presencia está empezando a disminuir seriamente.
De hecho, São Miguel (hacia el Pico da Vara), Pico (ruta transversal del interior) o Terceira (hacia la sierra de Santa Bárbara) son las mejores alternativas para admirar la flora endémica.
Historia
De los orígenes a nuestros días
Terra Incognita
Antes de la era de los Grandes Descubrimientos, que se llevaron a cabo desde Europa, estas islas perdidas en medio del océano Atlántico habían permanecido libres de poblaciones humanas. Los portugueses las fueron poblando gradualmente a partir del siglo XV. Repartidas en más de 600 km, las islas del archipiélago no fueron descubiertas todas a la vez: transcurrieron unos veintitrés años entre el descubrimiento de Santa Maria, en 1427 o 1431, y el de Flores y Corvo, al oeste, en 1450 o 1452. Como en la mayoría de los archipiélagos del Atlántico, es muy probable que otros marineros