Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrés González Duperly
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587905106
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      5) “ser” significa ser con uno mismo, auténtico en los cuestionamientos o frente a los demás, por saber obrar con dignidad frente a sí en y para el bien común por medio de la palabra, el logos, en comunicación generativa con base en intercambios dinámicos;

      6) en la forma absoluta, el primer verbo “ser” que significa “haber” o “existir” (en lenguaje filosófico o literario), o en el dilema de Hamlet, “ser o no ser”, este último solo como verbo porque como sustantivo “no ser” es imposibilidad.

      La preposición “para” del sustantivo “ser” y en su forma absoluta sin atributo significa “haber” o “existir” y en el “Dasein” heideggeriano (1927), “ser-ahí” es esencia de vida. El imperativo del verbo “ser” en su modo infinitivo, futuro del indicativo –el potencial– “para”, del presente subjuntivo, sugiere “finalidad, destino o utilidad” (en la direccionalidad de las cosas). Lo anterior implica un “lugar al que se tiende en el movimiento” como de “duración de la situación creada por la acción”; en “la disposición o en el estado de cierta cosa, adecuado para hacer de ella lo que en la preposición cada verbo expresa” (Moliner, 1994, p. 633).

      Al interior de la trilogía SSO, las Dimensiones Humanas en Acción (DHA) definen la estructura del enfoque, fundamentos del marco conceptual para el desarrollo y fortalecimiento de las virtudes, habilidades transversales y facultades endógenas del individuo interior hacia el estándar de la dirección integral de vida. Las DHA son las facultades intrínsecas del alma-consciencia considerando el alma como el principio vital (espíritu) mediante el cual vivimos, sentimos, conocemos y nos movemos. Ese animus (espíritu y ánima) es la fuente de todas las operaciones en la pluridimensionalidad del ser humano, como veremos en el segundo capítulo.

      En el universo, el espíritu y la materia se compenetran; son intrínsecos a la naturaleza en las representaciones, como sugiere Schopenhauer (2010). La primera expresión, el espíritu, es ingrediente esencial, absoluto e inspirador de vida. Rescatamos de Jung (2013) “la creencia sobre la sustancialidad del espíritu […] después que esa afirmación cediera a una cada vez más intransigente sustancialidad del mundo físico” (p. 12), cuando, durante casi cuatro siglos, pensadores y sabios consideraron el espíritu “como totalmente de la materia y de las causas materiales” (Jung, 2013, p. 12). Y desde Kant, Hegel, Dilthey, De Chardin… entre otras mentes, el espíritu se pronuncia en la humanidad como una fuerza plena, profunda y como última expresión de la vida.

      Regresando al alma humana en relación con las DHA, que esta tenga una “calidad de consciencia es un hecho que, en resumidas cuentas, hay que aceptar tal como es, pues, si no fuera así, no se podría hablar de psique; más aún, no se podría hablar de nada, al faltar el propio lenguaje” (Jung, 2013, p. 18). Al aceptar la concepción junguiana, la consciencia es la condición de lo psíquico y en sí, es el alma. Y desde la propuesta de las DHA consideremos al alma interlocutora entre el corazón y espíritu; luego, si la consciencia es alma, se viste de espiritualidad con la función de habilitar las operaciones cerebrales/neuronales; de pensar sentimientos y de sentir pensamientos, combinaciones que interpretan y codifican las percepciones, emociones, sensaciones, impulsos, intuiciones, fantasías y creencias según vivencias de realidades transitorias de estados de consciencia espiritual, intelectual, social… cuando los breves espacios de la cotidianidad en las fragmentaciones alimentan cada vez más la complejidad.

      En lenguaje agudo junguiano, la idea de un espíritu autónomo, su existencia, se postula de forma natural. Inferimos que se rescata con fuerza en países emergentes en este joven siglo XXI sin referirnos necesariamente a la religiosidad e iglesias que pululan por doquier. Una cosa es el espíritu de una época o que mueve a una persona (individuo interior) manteniendo en mente que el espíritu es Amor (universal), Inteligencia y Libertad. La “psicología con alma” (Jung, 2013, p. 20) se recobraría con fuerza y de su propuesta hace 75 años. Sugerimos, por tanto, sembrar la semilla de una psicología metafísica sobre una consciencia espiritual-humanista: el común denominador del SSO desde la ética, como sugerimos llamarlo el endocentro espiritual, haciendo referencia a Hegel (1966). De forma que el enfoque de las cuatro DHA en la autoconsciencia lo enmarcamos en una consciencia espiritual-psicológica, consciencia que es conocimiento inmediato que tenemos de nuestros fenómenos psíquicos y de nuestros varios “yos” (Horney, 1959; Pörksen, 2016), que animan (en la psiquis), como reflexionamos más adelante.

      En la aspiración y la fuerza para comprender la vida en sí misma, la poesía es reflejo del inmenso concepto del espíritu y la misteriosa consciencia humana (álmica), seguimos existiendo con sentido mientras creamos, y así:

¡Cuán asombrosa es la consciencia…! Inmanente. Raíz de la actitud. Puente de trascendencia… Presencia... Centro de plenitud. ¡Cuán prodigiosa la consciencia…! … endocentro espiritual… Fuente… reservorio racional. Pensamientos en estados… Mar de vida intencional; ¡Cuán fenomenal la consciencia...! … Luz radiante en el valorar… Al instante un iluminar Discernimiento… Florescencia. Aliento al reexaminar… ¡Cuán Fascinante la consciencia…! … Imágenes de una realidad… Compañera incondicional, ¡besas el alma!… Angelical… ¡Cuán alumbrada la consciencia…! … Efecto de vida espiritual… / ¡Viajera con norte misional! Guía: microcosmos… iluminada. Centello del buen sentir-pensar… Fuente de fraternidad… ¡Decibel! Unicidad… ¡Vida vertida! ¡Cascabel!

      Conciencia, alma y espíritu son nociones que no se prueban o desaprueban y que nos remontan a la “psyqué” del griego, paralelo con el verbo “soplar”, y del latín “el significado del alma evocando la representación de un ‘viento agitado’, de soplo helado de los espíritus” (Jung, 2013, p. 22). Así, se hace referencia a una psicología sin alma que mantiene que el alma no es entidad que existe por sí misma, “sino una simple emanación de los procesos físicos del sustrato”, en contravía de las teorías junguianas y de las otras que adoptamos en el enfoque SSO-DHA. Por tanto, las psicologías “sin alma”, hoy, en el posmodernismo, le apuntan al transhumanismo, son de una conciencia (sin ese), que excluyen todo psiquismo del inconsciente y temas candentes de la bioética. Para estos, lo psíquico y lo anímico son tan solo efectos bioquímicos, neuronales-cerebrales, y ahora, en las bioideologías van en contravía del humanismo clásico. Proseguimos con Jung. La idea de un espíritu en sí, de un cosmos espiritual que forma parte de un sistema cerrado es postulado para la existencia de almas individuales y separadas, abriendo la posibilidad de una psicología con alma, que se basa en el postulado de un espíritu autónomo, considerando que “la hipótesis del espíritu no es más fantástica que la de la materia” (Jung, 2013, p. 20). En conclusión, lo psíquico es lo que denominaremos “álmico-conciencial”, que son las experiencias innegables del ser.

      Complementariamente, Jung mantiene que “tenemos derecho a invertir, por una vez, las hipótesis y suponer que el alma proviene de un principio espiritual tan inasequible como lo es el origen de la materia en la hipótesis contraria” (2013, p. 21). Suponer entonces que el alma proviene de un principio espiritual como ya lo habían planteado Hegel, Dilthey, Hipona... y desde remotos filósofos griegos y más atrás, de las “poderosas culturas como la india y la china que elaboraron filosófica y prácticamente hasta en sus menores detalles, la vía del conocimiento interior” (Jung, 2013, p. 27). En esta propuesta, el autoentendimiento lo situamos en el SSO, en el despertar frente a cuatro dimensiones a las que tenemos acceso, si miramos con cuidado, en el desarrollo del criterio. En efecto, es el despertar frente a estas dimensiones el que nos permite saber cómo salir de zonas de confort y darnos cuenta con plena consciencia