Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrés González Duperly
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587905106
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a flor de piel en la realidad para quien las quiera buscar en su interior, entendiendo qué es lo que se busca en el telos del gran diseño, la misión en una vida, manteniendo los equilibrios en el principio de homeostasis. El complemento espiritual y la transcendencia –en las “aspiraciones superiores” de la psique humana de Frankl– son elementos para definir el sentido y la posición para la vida y la orientan para insertar la razón del ser individual en concierto con los valores universales en la sociedad. Estas axiologías afloran cuando las dimensiones humanas activan la imaginación hacia el interior, y a la vez, hacia lo social. Esa inspiración es consecuencia de la inventiva-intuida, resultado de las dimensiones del marco conceptual del Ser para Saber Obrar a partir de: la consciencia intencionada, la conexión auténtica con el mundo sensible e insensible y la voluntad que direcciona la acción a partir de la imaginación en las iniciativas de la creatividad, sabiéndonos seres innovativos porque transformamos lo que nos es dado por los sistemas de vida, tanto para el bien como para el mal.

      Decisivamente la persona imaginativa de sí, en procesos de autorrealización desde el autoconocimiento, es dinámica y constituye el gran diseño para vivir por algo, en vez de vivir de algo (Kierkegaard, 2012), al saberse simultáneamente aprendiz y obrante con base en los diferentes motivos para la acción y en búsqueda del sentido (Frankl, 1945), de frente a lo que hace o se deja de hacer en el ser, el deber ser y el tener el deber de… Lo expuesto se encuentra en la dignidad y en las virtudes humanas a partir de una ética íntima y una tabla axiológica pertinente a cada una de las Áreas de Concentración Individual. En la cotidianidad, lo bondadoso es bienaventurado (feliz en los goces alegres), considerando que las cosas del mundo no siempre son buenas por ser deseadas, sino que son deseadas por ser buenas. Y, ¿no es por la libertad, gracias a la amplia capacidad de elegir, que no siempre obramos en función de un bien mayor con integridad?

      El cuadro 1 presenta los cruces preliminares entre las nociones del Ser, Saber y Obrar y las dimensiones de percibir, intuir, pensar-sentir, aprender y actuar, bondades de las esencias de cada dimensión en relación con las Áreas de Concentración Individual. La propuesta de las cuatro dimensiones se vislumbra psíquica-espiritual, visión introspectiva que surge de la dimensión de la Consciencia, cuya esencia es la intencionalidad y que en los flujos de los sentipensamientos hace “presencia” en su mismidad y se exterioriza mediante la dimensión de la Conectividad, cuya sustancia son las interacciones de los “aquí-ya” con el mundo real. Estas articulaciones ocurren por la dimensión de la Voluntad, atributo que establece la direccionalidad y orienta las decisiones. Así, entra en las interdependencias dimensionales la Creatividad –originalidad constante–, cuya esencia es la imaginación, la promotora de apariciones incesantes que surgen del fuero interno; la intuición en esta dimensión propulsa la realidad de maneras diferentes en los futuros deseados que son intencionados.

      CUADRO 1

      CRUCES TRILOGÍA SSO, DIMENSIONES HUMANAS Y ÁREAS

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      Fuente: AGD-Gerencia integral, 2010: SSO/DHA, 2018.

      Estas disposiciones habituales son actitudes firmes mayormente para hacer el bien que permiten al individuo interior realizar actos buenos, considerados de valor en cualquier ámbito, entregando lo mejor de sí. El individuo interior en búsqueda inmanente de querer en la voluntad de ser virtuoso reconoce las oportunidades para hacer entregas, intencionadas con acciones sencillas, concretas. Es el ejercicio de una voluntad que se educa, cultivándola, consciente, que promueve el hábito de estar alerta frente a sí, prestando atención concentrada a sus facultades en los tiempos de los “antes y después” que definen el sentido de la vida. Tales disposiciones se orientan mediante objetivos que comprometen los derechos y los deberes que le corresponden a emisor y receptores. Al estar conscientes de las cuatro virtudes estimuladas por las cuatro dimensiones al interior del Ser para Saber Obrar, estas propensiones son un saber obrar con integridad en la coherencia. En la sabiduría de Confucio (libro de las virtudes), “Existen cinco características que pueden ser universales y que actúan en la esfera social: respeto, grandeza del alma, veracidad, agudeza y generosidad”.

      Las virtudes en la memoria desde la consciencia intencionada (Dimensión 1) incluyen:

      La prudencia, el fundamento de toda acción; por tanto, es la primera virtud del ser-individuo interior-Directivo Integral de Vida. Es una cualidad que se cultiva y requiere del ejercicio constante de la razón (el criterio) para actuar con reflexión al discernir entre lo que es importante y urgente, entre la bondad y la torpeza –esta que siempre conlleva al mal, al temor que suele manifestarse y es ofensiva, insensata, imprudente–.

      La justicia, que implica equidad, principio de vida (ley universal). Al igual que la prudencia, es una virtud transversal. Como segunda virtud dentro del esquema del Ser, Saber y Obrar, consiste en facilitar a cada uno lo propio de acuerdo con su naturaleza y en concordancia con los actos en el correr de los “antes y después” de lo cotidiano. De manera que la entrega, la sensibilidad y la empatía son los tres ejes de esta virtud, la que también es un principio (ley universal) de vida y que es manifiesta en cualquier actividad personal o profesional.

      La templanza, la tercera virtud moral que modera la atracción a los placeres, equilibrando los desenfrenos de la vida en los bienes materiales y del espíritu; con ella en acción se asegura el dominio de la voluntad, facultad racional, apetito que sigue al conocimiento.

      La cuarta virtud, la fortaleza, es el cultivo de la fuerza de ánimo para afrontar adversidades; clama constancia en la búsqueda del bien, con paciencia e inteligencia hasta alcanzar el cometido final en las anticipaciones, sabiendo vencer los miedos.

      De la prudencia, justicia, templanza y fortaleza provienen múltiples cualidades, parte del tejido de otras virtudes, principios y valores éticos y morales, atributos y actitudes intrínsecas al ámbito espiritual2, epicentro del sistema del Ser para Saber Obrar.

      Las virtudes cardinales se regulan por medio del entendimiento. Es a partir de la capacidad de comprenderlas que se retienen para aplicarlas en el mundo interno; de esta manera dinamizan el sentimiento de valor personal (autoestima) y la autoconfianza, donde ambas cobran valor.

      En el contexto del Ser para Saber Obrar, el eje horizontal corresponde a las habilidades transversales. Estas se fundamentan en un tripié combinado de virtudes, competencias colaterales y organizacionales, y en las destrezas pertinentes a cada competencia, que se presentan como complemento a estas líneas. Las habilidades se perfeccionan mediante facultades endógenas explícitas, que también identificamos y cruzamos mediante un análisis de relevancia en términos de alta, media y baja incidencia, como se aprecia en el Cuadro síntesis 2 (“Hacia una malla curricular”).

      El término “habilidad” tiene la raíz etimológica de la cualidad “hábil” –del latín habilitatis, que se refiere a “lo que se puede tener”–3. Así, las habilidades representan las capacidades o cualidades –bien sean innatas o las que se pueden adquirir por medio del conocimiento que el Directivo Integral de Vida tiene (que atesora)–. Estas se utilizan en circunstancias específicas mediante determinadas acciones relacionadas con los procesos de dirección (gerenciales y de liderazgo), talentos que se ejecutan con facilidad para cumplir con eficacia objetivos y metas tanto a nivel personal como profesional y vocacional (Webster’s, 1983; RAL, 2002).

      Las facultades endógenas incorporan aquellos atributos distintivos de la inteligencia (ámbito cognitivo mayormente), es decir, aquellos que distinguen a un individuo interior