El error de tu venganza. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616266
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cerca de la salida. Unos minutos después, él se acercó de nuevo a ella y salieron juntos del restaurante. Kyle la acompañó al aparcamiento donde ella tenía su coche. Ya dentro, Isabella arrancó el coche y salió del aparcamiento. Kyle le hizo un saludo de despedida que ella respondió agitando la mano.

      —¡Cuídate mucho, Isabella! —exclamó angustiado, mientras se dirigía a la zona del aparcamiento donde tenía aparcado el coche. Unos minutos después, él también abandonaba el estacionamiento de las oficinas donde ambos trabajaban.

      Su instinto estaba más alerta que nunca. Sabía que Isabella estaba en graves apuros si dejaba que ese maldito volviera a entrar de nuevo en su vida. Intuía que el desgraciado no estaba tramando nada bueno contra Isabella. Pero estaba muy equivocado si creía que Isabella no tenía a nadie quien la protegiera. Cristopher pensaba que ella estaba sola y desvalida. Pero él le demostraría todo lo contrario. Él estaría muy pendiente de Isabella. La amaba con sinceridad y tenía las esperanzas de que algún día ella le correspondiera. Era lo que más deseaba en el mundo. Ser feliz al lado de Isabella y que ella también lo fuera a su lado. Con él no tendría ningún problema, estaría siempre protegida y mimada. Era lo que se merecía después de tanto sufrimiento que le había infligido ese hombre. Finalmente, se concentró en la circulación que a esa hora era escasa, y siguió conduciendo hasta su apartamento.

      Isabella aparcó el coche y se fue directa al apartamento. De camino, sacó del bolso las llaves y cuando llegó a la entrada, abrió y entró en el interior del apartamento. Cerró la puerta con llave, dejó caer el bolso y las llaves en el suelo y se dejó caer pesadamente en el sofá. Su cabeza era un torbellino de pensamientos. Si Kyle le había dicho la verdad, Cristopher no tenía buenas intenciones con ella, su mente así se lo decía. Pero su corazón se negaba a creer lo mismo y estaba muy confundida por ello.

      A Kyle le había dicho la verdad. Solamente aceptaría esa invitación y después se olvidaría de Cristopher para siempre. Tenía muy claro que no lo quería de nuevo en su vida. Quería seguir despreciándolo y odiándolo como hasta ahora. No le importaba lo amable que fuera con ella. Esa era la única salida que tenía para salir bien parada de esa mala jugada que le había puesto nuevamente el destino. Tenía que verlo como un obstáculo que se presentaba de vez en cuando en la vida. Algunos tenían que enfrentarse a enfermedades terribles, a la muerte de un ser querido. Esa era la batalla que tenía que combatir en esos instantes. Quería pensar que sería capaz de salir victoriosa y seguir con su vida y su rutina de nuevo.

      Minutos después, se levantó del sofá y fue a la cocina a prepararse un té. Todavía era temprano, pero tampoco tenía sueño. Dudaba también que, aunque se acostara y se pusiera a leer, le sería imposible concentrarse en la lectura.

      Ya en la cocina, cogió la tetera y puso el agua a hervir, después abrió el armario, cogió una taza y un sobre de té. En otro estante cogió unos terrones de azúcar y en un cajón cogió una cucharilla. Mientras el agua hervía se apoyó sobre la encimera. Su cabeza volvía a Cristopher y maldijo el día en que lo había vuelto a ver. Desde ese día su alma no tenía paz ninguna. Se encontraba encerrada entre un campo de minas que, en cualquier momento, y sin quererlo, pisaría una y todo acabaría estallando en mil pedazos. Sacudió la cabeza para quitar esos pensamientos de su mente. En ese instante, la tetera silbó anunciando que el agua ya estaba hervida. Se sirvió el té y con la taza en la mano, volvió al salón y se sentó de nuevo en el sofá. Cogió el mando de la tele y sintonizó un canal de la tele en la que en ese momento emitían un capítulo de su serie favorita. Durante más de media hora pudo distraerse, mientras se acababa la taza de té. Al finalizar la serie apagó la tele y dejó la taza en el fregadero de la cocina y se fue al dormitorio. Se acostó, pero tardó en quedarse dormida. Durante dos horas, no hizo otra cosa que dar vueltas y más vueltas en la cama. Hasta que finalmente el sueño la invadió y cayó irremediablemente en los brazos de Morfeo. El resto de la noche durmió profundamente y no se enteró de nada más. Estaba tan agotada que podría pasarse semanas e incluso meses, dormida, para evadirse de la realidad. Mientras dormía pudo dejar de pensar en Cristopher y de las advertencias de Kyle. Sin querer proponérselo, su vida ya estaba empezando otra vez a estar patas arriba.

      6

      Ese viernes el sol entraba a raudales en la habitación de Cristopher; aunque era temprano, la luz se colaba entre las cortinas del dormitorio, como si la mañana estuviera ya muy avanzada. Abrió los ojos parpadeando, y por unos minutos le costó enfocar la vista, finalmente lo logró y se estiró en la cama para desperezarse y miró el despertador, todavía eran las seis de la mañana, tenía tiempo suficiente para levantarse, hasta las ocho no tenía ninguna reunión por videoconferencia en su despacho. Esa era la ventaja de tener la oficina en su casa, él mismo se marcaba los horarios de trabajo. Solía usar videoconferencias con otras filiales que pertenecían a sus empresas, aunque prácticamente todos los empleados que tenía eran de su total confianza, solía hacer una visita rutinaria de vez en cuando. Le gustaba el trabajo bien hecho, y eso la gente que trabajaba para él, lo tenía muy claro y cumplían con éxito las funciones encomendadas.

      Perezosamente se levantó de la cama, dejando a la vista un torso desnudo y perfectamente definido, esa noche se había puesto un pantalón de pijama. Se fue a la cocina y preparó un café bien cargado para despejarse. Mientras hervía el agua, hizo una lista mental de las tareas que ese día tendría que hacer la chica de la limpieza, y después lo apuntó en un cuaderno que dejaba siempre a la vista para que Sally lo viera. El agua hirvió y la mezcló con el café. Ya con la taza en la mano se apoyó en la encimera y sus pensamientos vagaron hacia Isabella. Esperaba que ella no se negara a ir al restaurante ese día, lástima que Kyle todavía no hubiera respondido a su mensaje, hizo una mueca de desagrado, pero no pasaba nada, se dijo para sí, ya tendría la oportunidad de hablar con él y destrozar la buena imagen que tenía de Isabella. Había que estar ciego para no darse cuenta de que Kyle estaba enamorado de Isabella. Si ella pensaba que tendría una oportunidad para ser feliz con Kyle, él mismo iba hacer que ese sueño se rompiera en mil pedazos, para que se bajara de la nube en la que parecía que ella se encontraba.

      Se acabó el café, dejó la taza en la encimera y fue al baño a darse una ducha. Diez minutos después, salía del cuarto de baño con una toalla colgada alrededor de la cintura, dejando a la vista un cuerpo de infarto. Y con otra, se secaba el pelo mojado y fue directo a la habitación. Para ese día, escogió un traje gris claro con una camisa blanca y corbata a juego con el traje, los zapatos eran negros. Se echó una última mirada en el espejo y se peinó el cabello. Diez minutos más tarde, salió del dormitorio y fue al despacho. Esa mañana no tenía mucho trabajo pendiente a expensas de la videoconferencia, ya que lo fue adelantando a lo largo de la semana. Tendría mucho más tiempo para seguir tramando su plan en contra de Isabella.

      Se sentó en el asiento y cogió el teléfono para llamar a la oficina de Isabella, marcó el número que tenía apuntado, pero el teléfono sonaba y sonaba y nadie respondía, frunció el ceño y miró el reloj de pulsera de oro que llevaba puesto, ya pasaban de las siete y media de la mañana y a esa hora Isabella ya tendría que estar trabajando, ¿lo estaría ignorando?, se preguntó. Se dijo que podría ser una posibilidad. Más tarde llamaría de nuevo e intentaría hablar con ella para asegurarse de que no iba a faltar a la cita. Dejó el teléfono sobre el escritorio, encendió el ordenador y esperó a que se produjera la conexión con el encargado de la filial, mientras esperaba su mente volvió inevitablemente a Isabella. Si ella lo rechazaba tendría que cambiar su táctica. La buscaría una y otra vez hasta que cayera de nuevo en sus redes, ahora más que nunca, estaba más que decidido a seguir con sus planes. No importaba las trabas que Isabella le pusiera en el camino. Él conseguiría finalmente lo que tantos años llevaba deseando, vengarse de la mujer que tanto daño le había hecho. Volvió a coger el teléfono, marcó de nuevo el número de ella y se apoyó hacia atrás en el respaldo del asiento, mientras el teléfono sonaba una y otra vez.

      Isabella en su oficina estaba hecha un manojo de nervios, el teléfono sonaba y sonaba de forma insistente y ella no quería responder, sabía perfectamente de quién se trataba y no quería tener nada que ver de nuevo con él. Ahora estaba más decidida que nunca a que Cristopher no volviera de nuevo a entrar en su vida, no podía permitirlo.