El error de tu venganza. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616266
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Cristopher salía del edificio de oficinas donde trabajaba Isabella, sonreía feliz, su plan marchaba a las mil maravillas y se felicitaba por ello. Ella no tardaría en caer rendida de nuevo en sus brazos. Lo tenía muy claro, y así se lo había demostrado hacía unos momentos, cuando la había acariciado. Pero tenía que andarse con pies de plomo, no podía correr el riesgo de volver a caer en las redes de Isabella. Ese breve contacto le había servido para darse cuenta de que todavía la seguía amando con todo su ser, y no quería volver a sufrir por ella otra vez. No después de tanto tiempo luchando con los fantasmas del pasado.

      Llegó al aparcamiento y subió al coche. Se incorporó a la circulación y aceleró. Tenía que seguir su plan de seducción. Iba a lograr que Isabella se casara con él. Por fortuna, no tendría que esperar por mucho tiempo, sabía que él le atraía. Solo era cuestión de tiempo y paciencia.

      Una hora más tarde, Isabella seguía en su despacho con la mirada perdida. Aunque había intentado concentrarse en el trabajo, le había resultado imposible. La visita de Cristopher causó estragos en su mente y en su cuerpo. Los dos no dejaban de evocarle recuerdos del pasado. Y después de una hora, todavía no se pudo recomponer del contacto de su piel, con la de él. Tenía que ser fuerte y no ceder, se decía, no podía dejar que Cristopher derribara de nuevo sus defensas. Pero era justamente lo que estaba haciendo, no sabía con qué intenciones, pero su mente, cuando conseguía pensar con claridad, le decía que él no estaba tramando nada bueno, después del viernes se olvidaría por completo de él. O al menos lo iba a intentar. Esperaba que Cristopher no siguiera molestándola.

      Quince minutos después, Kyle entró en el despacho cargado de documentos, no le había mentido a Cristopher respecto al trabajo, tenían mucho trabajo pendiente y ver a Kyle cargado con los archivadores, le hizo despejar la mente para concentrarse en el trabajo y olvidarse del hombre que había estado en su oficina, los restos de su perfume seguían inundando sutilmente la estancia. Finalmente, consiguió concentrarse en todo el trabajo que tenían. Dos horas más tarde, hicieron una pausa para salir a comer algo. Tanto Kyle como ella, estaban agotados y decidieron tomarse un respiro.

      Ya en su propio despacho, Cristopher estaba sentado en el sillón, contemplando el paisaje sonriendo. Estaba contento como estaba saliendo todo.

      Se obligó a girarse hacia el ordenador y seguir trabajando, tenía que acabar unos proyectos que quería presentar dentro de dos días a su asesor, para pedirle su opinión en relación con ese negocio y necesitaba tener recopilada toda la información posible. En relación con el trabajo, le gustaba tener todo bajo control y en orden. No había llegado a donde estaba, sin esfuerzo. En lo amoroso, no se dejaba encandilar por las mujeres, aunque había tenido un par de amantes, un par de años después de dejar a Isabella. Varias mujeres habían intentado introducirse en su mundo, pero él las frenaba en seco, quitándoles las esperanzas de un futuro con él. No iba a volver a arriesgarse de nuevo a sufrir por amor. Además, necesitaba tener fuerzas para seguir con su venganza en contra de Isabella, y si tenía otra mujer a su lado todos sus esfuerzos se esfumarían, si ella se daba cuenta de que estaba con otra mujer. Ahora que la tenía tan cerca, no podía darse el lujo de que ella desapareciera de nuevo de su vida, esta vez no iba a dejarla escapar, mientras pensaba con una risa cínica. Esta vez Isabella no iba a salirse de rositas, pagaría con creces su traición.

      Finalmente, se obligó a concentrarse en los documentos, necesitaba tener los proyectos terminados lo antes posible para que Harris los viera y le diera su opinión. El hombre era un experto en finanzas y sabía de muy buena tinta los negocios que eran viables y cuáles no. Por eso llevaba muchos años trabajando para Cristopher. Su éxito financiero se lo debía a ese hombre. Entre los dos formaban un buen equipo, él ponía las ideas y el capital necesario, el otro aportaba sus conocimientos en los negocios.

      Al acabar se levantó y fue a la cocina a prepararse un café, estaba contento cómo le había quedado la propuesta, Harris iba a quedar satisfecho, tenía la impresión de que le iba a dar el visto bueno a los proyectos. Su padre le había enseñado todo lo relacionado con el negocio informático; en la Universidad, estudió para seguir instruyéndose en la materia y así continuar con el legado familiar. Que desde que él estaba al frente, los beneficios crecían cada año. Haciendo que la fortuna familiar fuera considerable. Había logrado ser un auténtico triunfador en la vida. Estaba muy orgulloso de ello, ya que la educación de sus padres había influido mucho en el modo de vida que llevaba en el presente.

      Dos días después, Isabella no era capaz de pensar en nada más, la imagen de Cristopher invadía una y otra vez su mente. Era el hombre más importante de su vida, y no ayudaba el hecho de que regresara del pasado para seguir causando estragos de nuevo en su vida. Se daba cuenta de que era completamente imposible que se olvidara de él. Su corazón y su mente se negaban a abandonar los recuerdos de ese hombre. Tenía muy claro que le iba a ser completamente imposible borrar de un plumazo, todo lo que sentía por Cristopher y los recuerdos que atesoraba de todo lo que habían vivido juntos. El alma se le caía a los pies cuando pensaba en ello, y en todo el poder que tenía ese hombre para arrastrarla de nuevo a lo más oscuro de un pozo del que no tendría valor ni fuerzas para salir, tenía muy claro que si él volvía a hacerla sufrir nunca sería capaz de recuperarse, sería un golpe muy duro para ella y para todo lo que había logrado, después de tantos años.

      Pero tenía que ser fuerte y no volver a dejarse embaucar de nuevo por él. Estaba decidida a seguir con su vida tal y como estaba en ese momento. Incluso se estaba planteando la posibilidad de empezar una relación con Kyle. Era una buena persona, atractivo y lo conocía desde hacía tiempo, cuidaría de ella y no la haría sufrir, sabía que estaba enamorado de ella y pensaba que con el tiempo ella sería capaz de enamorarse de él. Lo que menos pretendía era hacerle daño, nunca se atrevería a jugar con los sentimientos de Kyle, eso lo tenía muy claro. Ella haría todo lo posible para que, si se daba una relación entre los dos, sería fuerte para poder corresponderle también en la intimidad, ojalá Kyle pudiera hacer que se olvidara del horror que había vivido la fatídica noche.

      Salió del dormitorio, y fue a la cocina a prepararse un café antes de salir a trabajar. Mientras llenaba la cafetera de agua y ponía el café, su cabeza volvió a pensar de nuevo en Cristopher. Cada vez faltaba menos para el viernes y tenía los nervios a flor de piel. Pero sacudió suavemente de un lado a otro para evitar seguir pensando en él. Tenía que despreocuparse y disfrutar de su trabajo, de Kyle, de Anna y de todos sus compañeros, que se portaban increíblemente bien con ella.

      Cuando el café estuvo listo, cogió del armario de enfrente dos tostadas del paquete y las untó con mermelada para acompañar la bebida. Veinte minutos después, se ponía una chaqueta turquesa a juego con el vestido que llevaba y que le llegaba hasta las rodillas. Cogió las llaves del apartamento y del coche en la consola de la entrada y salió. Era una mañana preciosa y eso le levantó el ánimo. Cuando llegó al aparcamiento, se subió al coche y arrancó, se fue en dirección a la calle donde estaba el edificio de oficinas donde trabajaba. Al llegar, como cada mañana, coincidió con Kyle y subieron juntos a la planta, ya en la sexta planta, se fueron un rato a la sala de descanso, aún era temprano para empezar a trabajar, sus compañeros todavía estaban empezando a llegar.

      Mientras Cristopher, en su apartamento, miraba concentrado la calle desde los amplios ventanales de su despacho, con una taza de café en las manos. Estaba seguro de que Isabella pronto caería de nuevo en sus redes. Su instinto de depredador así se lo decía. Si apostara estaba seguro de que ganaría.

      Cuando había acariciado a Isabella, él notó cómo ella se estremecía con esa simple caricia, había abierto los ojos sorprendida de que él hubiera roto el contacto, pero eso formaba parte de su plan. Ella pagaría por todo el daño que le había infligido. Aunque su corazón y su mente eran una constante contradicción, su cabeza le decía que tenía que vengarse de la mujer que tanto le había hecho sufrir. Se llevó la taza a los labios y sorbió la deliciosa mezcla, orgulloso de lo bien que marchaba todo.

      Con una sonrisa siguió contemplando la calle. Tenía que ser fuerte y no flaquear a la hora de seguir con sus planes. Si permitía que esa mujer entrara de nuevo en su vida y en su corazón, no podría resistirlo. No podía imaginar que una mujer tuviera tanto poder sobre