La venganza de un duque. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616235
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antes tenía que averiguar qué estaba tramando Gina.

      Deseaba darse un baño, pero antes necesitaba una copa para relajarse. Tenía muchas cosas que planear, pero en esos momentos solo quería relajarse y no pensar en nada. Ya en la estancia, se acercó a la mesa de las bebidas, se sirvió una copa de coñac, luego fue a sentarse al sofá, dio un largo sorbo a la bebida, y cerró los ojos, al tiempo que se masajeaba una de las sienes.

      Al cabo de un rato, Nolan volvió a abrir los ojos, se bebió de golpe el contenido de la copa, se levantó del sofá, se acercó a la mesa de las bebidas y dejó sobre ella la copa vacía. Luego, salió de la biblioteca para subir a sus aposentos, esperando que a los sirvientes les hubiera dado el tiempo suficiente para que hubieran preparado su baño. Recorrió el pasillo y subió las escaleras a paso ligero; ya en el pasillo, se dirigió a su dormitorio cuando sintió curiosidad por lo que estaba haciendo Gina, porque le había dicho a Shelby que la dejara bañarse sola, ya que Gina no se encontraría nada cómoda desnudándose ante una desconocida. Y en vez de ir al ala donde se encontraban sus aposentos, dio la vuelta y se dirigió al ala donde solían hospedar a los huéspedes.

      Al lado de la puerta, Nolan pegó la oreja a la madera a ver si era capaz de escuchar algo, pero dentro parecía estar todo muy silencioso y tranquilo. Sigilosamente, abrió un poco la puerta para saber qué era lo que estaba haciendo Gina. Y la vio, por unos instantes, pensó que el corazón le iba a dejar de latir, ella estaba de pie en la bañera y de espaldas a él, mientras se secaba el pelo con una toalla, y a través del espejo, Nolan vio el reflejo de sus turgentes pechos, y la boca se le secó, y aunque tenía ganas de seguir descubriendo el cuerpo de Gina, se dijo que no podía arriesgarse porque ella lo podría descubrir, o la doncella que la atendía podía aparecer en cualquier momento, y entonces él quedaría como un pervertido por espiar a una mujer cuando se estaba bañando.

      Muy despacio, cerró la puerta, se aseguró de que no había nadie en el pasillo, y se dirigió a su dormitorio para bañarse. Cuando entró en sus aposentos, vio que todavía Torrance estaba escogiendo ropa limpia en el armario, y dos lacayos llenaban la bañera con cubos de agua caliente. Minutos después, el ayuda de cámara le ayudaba a quitarse la ropa. Nolan se sumergió en la bañera de agua caliente, y dio orden al sirviente de que lo dejara a solas. Torrance asintió, hizo una reverencia y dejó a solas a su patrón.

      Fue entonces cuando Nolan se dejó llevar por sus pensamientos, y se dio el lujo de volver a recrear en su mente el cuerpo desnudo de Gina, y tuvo que reconocer que esa mujer era perfecta. Y ahora que la había visto desnuda, todavía la deseaba más y soñaba con hacerle el amor lenta y apasionadamente. Porque por mucho que ella insistía en que nunca se iba a acostar con él, estaba seguro de que muy pronto Gina bajaría la guardia.

      El agua de la bañera comenzó a enfriarse, y Nolan llamó a Torrance para que le pasara una toalla para secarse; luego, se visitó con ropa limpia. Poco después, entró Graves y le preguntó a Nolan si le servían algo de cena, él respondió que no tenía hambre, y le ordenó que fuera a los aposentos de Gina a preguntarle si quería tomar algo antes de acostarse.

      Como estaba agotado, Nolan se acostó en la cama después de despedir a Torrance para que lo dejara a solas. Apagó la luz de la vela, y la estancia quedó en penumbra. Pero, durante largo rato, no fue capaz de cerrar los ojos, y diciéndose que debía haber obligado a Gina a compartir su cama desde ya. Pero Nolan había querido que ella se fuera adaptando al ambiente de la mansión, y comprobar con sus propios ojos los beneficios que obtendría al convertirse en su amante. Ella le había asegurado que no le importaban las cosas materiales, pero Nolan sabía perfectamente que mentía, porque en el pasado lo había despreciado por ser un simple secretario.

      Dio varias vueltas en la cama, porque la imagen de Gina desnuda no dejaba de atormentarlo. Esa mujer se estaba convirtiendo en una obsesión para él, y eso podía hacerle perder la cabeza y flaquear en sus planes, y Nolan tenía muy claro que no podía desviarse de su cometido, porque si no, el lastimado sería él, y desde luego, no iba a permitir que una mujer que se había burlado de él en el pasado, saliera indemne.

      Por fin, el cansancio lo fue venciendo. Nolan cerró los ojos y cayó en la oscuridad de un profundo sueño, mientras el cuerpo se le relajaba y disfrutaba de tan merecido descanso.

      Gina se había bañado y cambiado de ropa, cuando llamaron a la puerta y una doncella entró en la habitación.

      —Buenas noches, señorita. Soy Shelby y su excelencia me ha ordenado que la atienda en todo lo que usted necesite, y que se sienta lo más cómoda posible.

      —Hola, Shelby, yo soy Gina St. James. Te agradezco tus buenas intenciones, pero te aseguro que me las puedo arreglar perfectamente sola.

      —Lo siento, pero son órdenes directas del duque, y no puedo desobedecer una orden directa de su excelencia.

      La conversación quedó interrumpida porque llamaron a la puerta, la doncella abrió, y dos de los lacayos cargaban con un camastro. Shelby abrió del todo la puerta y se hizo a un lado para que los sirvientes entraran.

      —¿Qué significa esto? —preguntó Gina.

      La doncella les indicó a sus compañeros dónde podían dejar el camastro, y poco después, volvieron a quedar solas.

      —Su excelencia me ha pedido que me quede con usted en este dormitorio.

      —¿Por qué? —siguió preguntando Gina, pero tenía sus sospechas de por qué ese canalla había pedido a la sirvienta que se quedara con ella.

      —Para que usted no se sienta tan sola en esta habitación tan grande. Y por si se le ofrece algo de noche, no conoce la mansión y se puede perder.

      A Gina no le quedó más remedio que resignarse, porque su última oportunidad de escapar de Graystone se le había escapado de las manos. Con la doncella en los aposentos, le iba a ser imposible escapar en medio de la noche, y mentalmente maldijo a ese hombre, porque parecía tener un sexto sentido para saber lo que ella pretendía, y siempre iba un paso delante de ella, y lo estaba empezando a odiar con todas sus fuerzas. Porque un hombre que secuestraba a una mujer para obligarla a ser su amante, no era un hombre de verdad, era un demonio.

      Pero se obligó a sacar esos pensamientos de la mente, porque no podía pagar su frustración con la pobre doncella, Shelby solo cumplía las órdenes de su patrón.

      —Shelby, quisiera tomarme un té, ¿sería posible? —preguntó Gina, amablemente.

      —Por supuesto, señorita. Avisaré a Graves para que se lo sirva. —La mujer se acercó al cordón para llamar al mayordomo. Poco después, el sirviente llamó suavemente a la puerta y entró en el dormitorio.

      —¿Se le ofrece algo, señorita?

      —Sí, ¿podrías subirme un té?

      —Enseguida, señorita. Aunque su excelencia me ha pedido que le pregunte si desea cenar algo.

      —No, gracias. con el té será suficiente.

      El sirviente salió de la estancia, y bajó a la cocina a preparar el té que Gina había pedido. Mientras, Shelby hacía su cama. La doncella estaba colocando la colcha, cuando Graves entró en la estancia con una bandeja entre las manos, en la que había una humeante taza de té, y un plato con galletas.

      El mayordomo se acercó a la mesilla de noche, y dejó la bandeja sobre el mueble, y salió del dormitorio dejándolas solas. Gina se acercó a la cama, se sentó en el borde, cogió la taza de té de la bandeja, se lo fue bebiendo en lentos sorbos y notando que el cuerpo se le relajaba.

      Diez minutos después, y tras mucho insistir, la doncella ayudó a Gina a desvestirse y a ponerse el camisón, también le cepilló el pelo. Luego, ambas mujeres se acostaron en sus respectivas camas y Gina apagó la luz de la vela.

      Intentó cerrar los ojos y dormir, habían sido muchas horas de viaje y se encontraba exhausta, pero no conseguía que el sueño la venciera. Gina reconocía que estaba asustada, aunque lo intentaba disimular y ser fuerte, era todo lo contrario. Y tenía que idear pronto un plan para poder deshacerse del duque